A su juicio, detrás de varias objeciones de conciencia no hay cuestiones filosóficas, sino el hecho de que “no se quiere hacer”, que “lleva mucho tiempo” o que “no es un tema agradable”.
Para Briozzo, esos ginecólogos no están ejerciendo su “compromiso de conciencia”, según el cual primero están los deberes como médico y luego las convicciones personales.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.
—Uno de los temas destacados del 2012 en cuanto a la salud es la aprobación de la ley que despenalizó el aborto y su aplicación. ¿Qué percepción tiene de la respuesta del sistema y de la demanda de las usuarias?
—Hace un mes que se está aplicando y desde mi punto de vista la respuesta ha sido la esperada. Es decir, se están cumpliendo los procedimientos en la generalidad de las instituciones, hay un número de objeciones de conciencia por parte de los ginecólogos que era dable esperar.
—¿Lo era?
—Sí, siempre que existe un cambio tan importante como este, la primera reacción que se genera es un poco de incertidumbre. Uno tiende generalmente a resistir los cambios porque generan incertidumbre, miedo. Hay mucha desinformación.
—¿A qué lo atribuye?
—A que es un cambio muy importante el que hubo en Uruguay con la despenalización del aborto, porque por primera vez en la historia se plantea —salvo en el 34 y el 38 que estuvo legalizado— que el sistema de salud y los profesionales tenemos la oportunidad de acompañar a las mujeres en el proceso de la interrupción del embarazo. Hoy el rol de la Ginecología y del ginecólogo es totalmente distinto, porque el ginecólogo no es el que hace el aborto sino el que prescribe la medicación, y hoy la mujer informada se autoadministra la medicación y es controlada por el equipo de salud. A pesar de eso todavía hay mucha desinformación y desconocimiento.
Fue muy rápido todo el proceso. Entre que la ley salió y se reglamentó pasó un mes, y después se implementó inmediatamente. No pasa habitualmente con las leyes. Eso nos obligó a trabajar a contrarreloj. Creemos que hicimos una reglamentación equilibrada, que asegura los derechos de las pacientes, que pone un fuerte énfasis en la responsabilidad institucional y también en el compromiso de conciencia de los profesionales.
—Usted dijo que era esperable la respuesta de los profesionales. Pero en algunos departamentos del interior, como por ejemplo en Salto, se informó que todo o casi todo el cuerpo médico se niega a hacer abortos...
—En todos los departamentos hay ginecólogos que están con el compromiso de conciencia de trabajar salvo en el departamento de Salto. En esos departamentos el Ministerio lo que quiere asegurarse en primer lugar es que esas objeciones de conciencia sean justificadas. Porque para ser tal tiene que estar basada en aspectos filosóficos, religiosos o de pensamiento, que tengan que ver con la discrepancia con la participación en la interrupción voluntaria del embarazo y no con diferencias con respecto a cómo está redactada una ley o una reglamentación. Eso es más una desobediencia que una objeción de conciencia. Es un tema concreto que tiene que ver con lo que es la objeción de conciencia, que está muy bien definida. Lo otro no lo es.
—Pero hay médicos que presentaron objeción de conciencia justamente por estar en desacuerdo con la reglamentación, con la forma en que será aplicada la norma. ¿Esos casos fueron rechazados?
—No es que se rechacen sino que no son objeciones de conciencia reales.
—Pero en la práctica lo son...
—Claro. Ahí lo que hay que hacer es discutir con esos colegas y plantearles que por eso no se puede hacer objeción de conciencia.
— ¿El Ministerio va a rever todos los casos?
—Uno de los temas es estipular cuáles son los verdaderos casos de objeción de conciencia que se pueden presentar. Existe la necesidad de fundamentar por parte de los colegas, para que la objeción de conciencia no sea una objeción porque no se quiere hacer, porque lleva mucho tiempo, o porque no es un tema que le agrade.
—¿Es decir que para el Ministerio no bastará con la objeción que se hizo sino que deberán justificarlo? ¿Hasta ahora no lo hacían?
—Claro. Se presentó una primera lista y ahora lo que estamos viendo es cómo armar un procedimiento para hacer una justificación real. Inicialmente no la habíamos pedido. Queremos que los colegas sepan claramente que la objeción de conciencia es un tema individual, es un tema muy importante para hacer un procedimiento de salud, y que debe estar basado en motivos muy profundos y no en cuestiones superficiales o de diferencias con la reglamentación.
—¿Cree que es necesario reformular la formación de los ginecólogos para que puedan adaptarse mejor a estos cambios?
—Sin duda que sí. Las nuevas generaciones de médicos, enfermeros, todos los profesionales de la salud van a comenzar su formación en un país donde está despenalizado el aborto. Eso implica un cambio radical en cuanto a la formación, y en la etapa de formación de los especialistas, de los residentes, es un tema clave. Todos tienen que saber asesorar independientemente de que puedan objetar o no. Todos tienen que saber cómo son los procedimientos, porque acá lo que queremos promover es el compromiso de conciencia que tienen que tener los profesionales de la salud con las pacientes, anteponiendo incluso los valores y la decisión de la paciente por sobre la visión que uno puede tener. Ese es el verdadero compromiso de conciencia.
—¿Para usted el compromiso de conciencia está por encima de los temas religiosos?
—Absolutamente.
—Eso implica que lo que piense un médico del punto de vista religioso está por un lado y lo que debe hacer por otro...
—Del punto de vista individual, sí. La profesión médica está compuesta por individuos, cada uno con su religión, ideología, partido político, su cuadro de fútbol, o sus preferencias sobre lo que quiera. Pero cuando uno actúa como médico debe, desde mi punto de vista, anteponer los derechos de los pacientes, aun de los propios, y eso tiene que ver con los valores inherentes a la profesión médica. Es una profesión que tiene valores como la vocación, la disciplina de actuar de acuerdo a las normativas establecidas, la competencia para hacer las cosas adecuadamente y el compromiso con la salud de las personas. Yo creo que del punto de vista bioético es claro que tenemos una oportunidad inédita como profesión —y esto lo digo como catedrático de Ginecología— de poder apoyar a la salud de las mujeres como hasta ahora no lo habíamos podido hacer. Hasta ahora podíamos actuar en el antes y en el después. Ahora podemos ayudar a que el procedimiento sea seguro en el durante. No solamente abatiendo la mortalidad sino también todo el estrés que se genera con esto y fundamentalmente apoyando junto con la educación y los servicios de anticoncepción para disminuir los abortos, porque no estamos a favor del aborto.
—¿Cómo puede hacer el gobierno para que quede claro que no está a favor del aborto, mediante acciones, o planes de educación, en un contexto en que el tema de la despenalización del aborto cobró mayor trascendencia y publicidad?
—El gobierno busca en cada una de sus grandes opciones mejorar la capacidad de que la gente tome decisiones conscientes, libre e informada. Ahora estamos hablando del aborto. En las antípodas hablamos del Uruguay Crece Contigo. Un programa de fortalecimiento de la maternidad y primera infancia cuando esta es elegida. Lo que queremos buscar es una mejor capacidad, calidad de la crianza, para tener más uruguayos, pero siempre en base a las decisiones conscientes de la familia.
—¿Cómo le cayó, como miembro de la academia, la reacción contraria de las otras dos cátedras de Ginecología dirigidas por los profesores Justo Alonso y Washington Lauría?
—Las cátedras son un conjunto de individuos que se adscriben a la Facultad de Medicina, que ha tenido históricamente posiciones a favor de la despenalización porque sabe bien que la penalización aumenta riesgos. Y la despenalización cuando se acompaña de educación y anticoncepción disminuye la mortalidad. Hay una posición histórica. Y que estos profesores hayan tenido, por diferentes motivos, objeción de conciencia lo tomo como un dato de la realidad, que forma parte del estado actual de la situación y desconocimiento. Son puntos de vista. Mi esperanza es que con la posibilidad del debate académico que se dé, se pueda rebatir esto, para ir variando de la objeción al compromiso de conciencia.
Lo importante es no contaminar estos temas con las posiciones más fundamentalistas, que se reflejan en el ámbito político con los grupos antiderechos y proderechos. Yo creo que los profesionales de la salud tenemos que tener una mirada diferente porque nuestro compromiso es con la salud de la gente. Cada uno puede tener visiones diferentes, estar más cerca de una u otra agenda: los antiderechos o los proderechos. Pero en realidad lo que tenemos que hacer, fundamentalmente del punto de vista bioético, es defender y promover la autonomía de nuestras pacientes para que sus resoluciones sean realmente respetadas.
Cuando el embarazo no deseado ya existe, el daño está hecho y no actuar no evita el aborto; lo hace de riesgo, pero no lo evita.
Se necesita una “lucha ideológica” para “romper” con la “visión centralista”
—El Ministerio trabaja en la idea de descentralizar los recursos humanos y materiales. Sin embargo sigue habiendo carencias en la atención en el interior. ¿Cree que se ha avanzado lo suficiente o en la línea correcta?
—El gran avance que hubo en 2012 es que ASSE (Administración de lo Servicios de Salud del Estado) estructuró las regiones de trabajo de acuerdo a la postura general que la Oficina de Planeamiento y Presupuesto viene desarrollando con el Congreso de Intendentes, y eso permite construir una matriz regional para el trabajo de complementación de servicios de Femi (Federación Médica del Interior) con ASSE. En lo que creo que hay que avanzar más es en un sistema de regionalización y traslados, con bases operacionales de gran nivel de atención en todo el territorio nacional que permita que se pueda resolver a nivel local la mayor cantidad de los problemas y no tengan necesariamente que venir a Montevideo.
—En el último tiempo ASSE ha negociado más acuerdos de complementación con privados que sus antecesores. Hay quienes entienden que eso se asocia a que las actuales autoridades descartaron ciertas ideas que se manejan en algunos sectores de izquierda, donde se plantea que el sistema de salud debe ser solo público.
—Bueno, puede que haya en el fondo algún elemento ideológico. En realidad son discusiones que trato de no abordar porque la ley es muy clara respecto a que tenemos un sistema integrado de salud. Creo que plantearse, no sólo para este período de gobierno sino también en el plazo de los próximos cinco o diez años, una reforma de un sistema público está fuera de contexto. Puede ser una buena discusión teórica para dar, pero no creo que sea válida.
—¿Es consciente de que el debate existe dentro del Frente Amplio?
—Sí. Me parece que es claro que el sistema es integrado y lo que hay que hacer es tener desde la rectoría más y mejores formas de generar esa complementación. Y eso parte de un concepto fundamental que es la descentralización. Para que esto se haga, hay que ceder el poder que se tiene en la estructura burocrática central del Estado a los departamentos que son las unidades políticas. Hay que romper con la visión centralista montevideana burocrática que todavía se tiene en el Estado. Eso aún genera la necesidad de una lucha ideológica.