La Habana (Andrés Danza, enviado). Son las siete de la mañana en el Aeropuerto Internacional de Panamá. Está empezando el miércoles 24 de julio, un día distinto para el presidente José Mujica. Sale del baño de la Sala Diplomática de esa terminal aérea con el pelo mojado, peinado hacia atrás, y con una nueva indumentaria. Saco, camisa y pantalón formal sustituyen el gastado vaquero y buzo de lana que vistió las siete horas de vuelo entre Montevideo y Centroamérica. “Ahora sí estamos más presentables, vieja”, le dice a su mujer, la senadora Lucía Topolansky, que también se cambió y aseó minutos antes. Le palmea la rodilla y ambos sonríen y se miran cómplices, mientras esperan en un sillón la partida del avión que los llevará a La Habana, Cuba.
No es una visita oficial más. Para ninguno de los dos, pero especialmente para Mujica. Ya estuvo más de media docena de veces en Cuba, pero esta vez llegará a la isla como presidente. “La primera vez fue a principios de los sesenta y me comí un discurso de Fidel de como dos horas”, recuerda para Búsqueda mientras se fotografía en el avión con turistas chilenos, brasileños, norteamericanos y hasta con las azafatas. “Estaba ahí, era uno más entre el público entusiasmado”, agrega.
Ayer miércoles eran Fidel Castro y su hermano Raúl los que lo esperaban a él y a sus discursos. En el medio, Fidel ejerció el poder por más de cuarenta años y luego lo delegó a su hermano y Mujica fue guerrillero, pasó a la clandestinidad, estuvo preso, fue electo diputado, senador, designado ministro y luego votado como presidente.
En su primer día de visita, ayer miércoles, protagonizó una reunión con el actual presidente Raúl Castro y su gabinete, realizó una ofrenda al memorial de José Martí en la Plaza de la Revolución y fue homenajeado con una cena por Fidel Castro.
Luego de todo un día circulando entre los autos antiguos, las casas viejas de apartamentos y las banderas y constantes alusiones a la revolución, Mujica dijo anoche a Búsqueda que los recuerdos del pasado estuvieron “muy presentes” en su reunión con Raúl Castro, ya que entre los dos suman “150 años al trote”, pero que también se detuvieron en el momento “particular” de América Latina, con una “unión en la diversidad” que ambos coincidieron que “hay que cuidar”.
Sobre temas concretos de intercambio, el gobierno cubano manifestó su intención de adquirir más productos lácteos uruguayos y Mujica destacó la labor que hacen en Uruguay médicos formados en Cuba y planteó la posibilidad de generar un intercambio académico más intenso.
Pero lo que más emocionaba al presidente uruguayo cerca de finalizar su primer día en La Habana era que estaba esperando que lo pasaran a buscar para ir a cenar con Fidel. “Esa conversación sí que va a ser larga y llena de nostalgia”, dijo.
Sin duda, un acercamiento fuerte con la isla caribeña desde su gobierno pero también dejando en claro que eso no implica un compromiso absoluto. De hecho, un día antes de que se iniciara el viaje, el prosecretario de la Presidencia, Diego Cánepa, anunció que Mujica también visitará antes de fin de año Estados Unidos y ubicó al jefe de Estado uruguayo como una especie de enviado de la región a ambos países.
Una reunión con el presidente Barack Obama y otra con Fidel Castro en menos de cuatro meses. La primera con mucho presente y sin detenerse demasiado en el pasado y la segunda con una carga histórica muy importante.
La época del “tráfico”.
El vínculo de los tupamaros con Cuba comenzó en los orígenes de la organización guerrillera uruguaya. Cuando en enero de 1959 los hermanos Castro ingresaron triunfantes a La Habana luego de derrocar a Fulgencio Batista, el modelo de la “revolución exitosa” comenzó a instalarse en distintos países de América Latina.
Esta isla caribeña funcionó además en los años sesenta como lugar de entrenamiento de muchos jóvenes que en ese momento se preparaban para repetir en la América continental lo ocurrido en el Mar Caribe.
El sitio donde Fidel Castro entrenó su puntería junto a algunos tupamaros se llamaba “Punto cero” y estaba situado entre unas colinas, a pocos quilómetros de La Habana. “Había una explanada donde se practicaban tiros. Se trepaban las colinas y se bajaban. Había objetivos: vehículos viejos sobre los que se tiraba con .30, con bazooka o fusiles. Había lugares de tiro para pistola en distintas posiciones y había espacios donde practicabas el conocimiento de las armas: se arma así, se desarma así, etcétera”, describió el ex guerrillero Mauricio Rosencof a Búsqueda en julio de 1998.
Según el ex dirigente tupamaro, los cursos de adiestramiento para izquierdistas uruguayos en lugares como ese comenzaron entre 1961 y 1962. Durante el gobierno socialista del ex presidente chileno Salvador Allende se inició “un tráfico muy regular hacia Cuba” de tupamaros que viajaban desde ese país a la isla para adiestrarse, recordó. Pero aclaró que ese tipo de traslados “nunca fue masivo” y hasta 1972 comprendió a “pocas decenas” de militantes.
El líder histórico tupamaro Raúl Sendic y Mujica formaron parte de las delegaciones de tupamaros que mantuvieron un contacto fluido con la isla, aunque no recibieron entrenamiento militar.
Sendic siempre manifestó diferencias con el modelo cubano y procuró mantener a los tupamaros independientes económicamente del gobierno de los Castro. Tuvo incluso en esa época un entredicho con representantes cubanos, según relata Mujica, por diferencias ideológicas. “Les dijo que la dialéctica no existía”, recuerda hoy el presidente.
Una vez que el Frente Amplio asumió el gobierno el 1º de marzo de 2005, Mujica visitó Cuba siendo ministro de Ganadería. En abril de 2006 se entrevistó con Fidel Castro en La Habana y dijo que lo hacía porque los dos estaban “viejos” y necesitaban “conversar”. En esa oportunidad también viajó con su esposa y con otros integrantes de la administración de Tabaré Vázquez.
La época de “la nostalgia”.
Menos de cuatro años después, el 1º de marzo de 2010, fue él el que se atravesó la banda presidencial en el pecho. Antes de que terminara su primer mes como jefe de Estado, Búsqueda lo consultó en su chacra de Rincón del Cerro si “le gustaría ir a Cuba como presidente de la República, a visitar a Fidel Castro”.
“Y... no. Para viejo ya estoy yo. ¡Qué va a hacer! Debe estar muy mal, y estoy seguro que si voy me va a dar una sensación terrible. Yo lo conocí de otra manera. No quiero entrar en la nostalgia”, respondió.
En setiembre de ese año recibió en su despacho de la Torre Ejecutiva a una delegación de disidentes, ex presos políticos y defensores de los derechos humanos en Cuba, generando un importante revuelo.
En privado, el mandatario le manifestó a la delegación cubana que, a su juicio, “el tema de los derechos humanos es un asunto internacional”.
Entre los activistas que asistieron a la reunión se encontraba Blanca Reyes, representante de las “Damas de Blanco”, esposa de un periodista cubano encarcelado durante la llamada “primavera negra” del 2003. También asistió el vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano de Cuba, Yaxis Cires.
Días después, el semanario “El Popular”, perteneciente al Partido Comunista del Uruguay, publicó una caricatura de Mujica sin pantalones, reunido con las “Damas de Blanco”.
Entre los sectores de izquierda extra frentista, el diario “La Juventud” del Movimiento 26 de Marzo tituló en tapa: “Mujica recibió a la gusanera cubana”. En página 3 el diario editorializó: “Asco: Damas de Blanco se entrevistaron con el presidente. El vicepresidente Danilo Astori y el director de DDHH del Ministerio de Educación también se entrevistaron con esta delegación que se ganan la vida hablando mal de Cuba y de Fidel Castro y de la Revolución, pagados por los Estados Unidos”.
Pero a mitad de su período, el presidente volvió a reconsiderar la posibilidad de viajar en visita oficial a la isla tan presente en su pasado.
A principios de año, transmitió a sus allegados que terminó primando en él la “nostalgia” positiva que le generaba visitar a una “vieja novia”, en referencia a uno de los últimos países comunistas del mundo.
La “vieja novia”, con “un muy importante papel” en los movimientos guerrilleros de América Latina, lo recibió ayer miércoles vestida de fiesta, para festejar los 60 años del Asalto al Cuartel Moncada. Sesenta años en los que Uruguay pasó de democracia a dictadura y otra vez a democracia con la rotación de sus tres principales partidos políticos en el gobierno. En Cuba se mantiene en el poder el mismo grupo que protagonizó ese episodio en la ciudad de Santiago el 26 de julio de 1953.
Política
2013-07-25T00:00:00
2013-07-25T00:00:00