—Creo que logramos algunas cosas. Hoy las empresas públicas no son cajas recaudadoras. Están más orientadas a lógicas empresariales que a promover otro tipo de cosa, pero siguen siendo empresas públicas y van a seguir siendo empresas públicas. Y en esa medida siempre tienen un cometido social. Entonces, ahí hicimos algunas cosas como intentar focalizar los subsidios, que creo que es una buena forma de ir separando los problemas. Por ejemplo, en el supergás, donde todo el mundo paga barato una cosa que algunos en realidad necesitan mucho y otros no tanto, ahí intentamos ir focalizándolo a las familias Mides. Ahora hay 150.000 que están recibiendo la garrafa con tarifa bonificada. Con la UTE hicimos lo mismo, hicimos el plan UTE Social. Pero al mismo tiempo queremos que las empresas públicas sean habilitadoras de un ecosistema más que desarrolladoras por sí mismas. Y creo que lo estamos mostrando. UTE actúa como distribuidora y red de conexión, pero también con una generación que está cada vez más en competencia. Antel, cuya infraestructura es clave, es una plataforma para que otras cosas se vayan haciendo arriba de ella. Y en el caso de Ancap, seguimos el camino de llamar a socios en varios campos, no solo en el portland. Se trata de ir construyendo un ecosistema en torno a las empresas públicas, donde el capital juega un rol, donde el riesgo comercial, dentro de lo posible, tratamos de que no lo tengan las empresas públicas. El objetivo es evitar aventuras donde la empresa pública se lanza a hacer cosas que no son rentables, sino crear un ecosistema de distintos jugadores y en el que la empresa pública es parte como habilitador, como una plataforma. Creo que eso se va logrando.
—¿Quien analice esta gestión podrá notar un antes y un después del actual gobierno en esta área?
—Es un proceso gradual. Sí creo que nadie puede decir que Ancap ha estado usándose para recaudar. Ancap, después de que pusimos el método de paridad de importación a funcionar, ha estado cobrando alineado con la paridad de importación, a veces un poco menos o un poco más, pero nunca con los gaps que había en el período 2016-2019. Y antes de eso hubo un uso al revés, donde Ancap había despilfarrado recursos para hacer proyectos faraónicos que no tenían retorno. Creo que ahora nos estamos manejando con transparencia, con prudencia y no está siendo recaudadora. En eso hay un antes y un después notorio. En cuanto al resto del asunto, hay procesos graduales. El mercado de generación privada de electricidad mayorista se está abriendo gradualmente. Hay un contrato entre Coca-Cola y Atlántica, del parque solar Albisu. Está registrándose en estos momentos. Hay contratos de UTE con privados como consumidores libres, no como suscriptores con el pliego tarifario. Estamos viendo cómo estos proyectos de hidrógeno verde requieren una inversión grande y esa inversión en generación de renovables va a ser privada.
—¿Le parece que se puede profundizar en este camino para que sea irreversible?
—Creo que el camino es este. La asociación de Ancap en portland con un privado es un hito importante también. A diferencia de lo que dicen, no es privatizar, es asociarse. Nunca dijimos: “somos privatizadores”. No lo somos. Sí queremos que las empresas públicas funcionen con racionalidad, que no le generen costos adicionales al contribuyente, en lo posible que sean lo más eficientes que se pueda y que no sean una caja recaudadora.
—¿Tuvieron un aprendizaje y que claudicar un poco en los objetivos con los que llegaban al gobierno? ¿La realidad o la negociación con los socios de la coalición los llevó a bajar revoluciones?
—El caso claro es la desmonopolización de los combustibles, que no salió, pero no sé si hay otros ejemplos.
—Pero pareciera que ustedes querían que fuera más rápido. ¿Hay algo del Uruguay y las empresas públicas más impregnado en los socios, el Partido Colorado y Cabildo Abierto?
—Hay una coalición con visiones que a veces pueden ser distintas. Diría que en el caso de Cabildo y el Partido Colorado tenemos, a veces, discusiones sobre esto. No sé si es la filosofía distinta de cada uno de los socios. En el caso del Partido Colorado, no acompañaron la desmonopolización de Ancap. Pero hablando esto ya no como ministro de gobierno, sino como sector de la coalición, como Partido Nacional, queríamos ir en algunas cosas un poco más rápido, pero estamos llevando un programa con el que nos pusimos de acuerdo. Con la LUC hubo que negociar la reforma de los combustibles y es lo que estamos aplicando. Esa es la velocidad a la que queremos ir. Sí, tal vez si el Partido Nacional tuviera unas mayorías completas, haríamos algunas cosas distintas, pero nunca se planteó un avance privatizador como nos acusan desde el lado del PIT-CNT. Para nada.
—Entonces este no es un gobierno herrerista, como suele decir el Frente Amplio…
—Este es un gobierno del Partido Nacional, por supuesto, y los distintos sectores que están representados. El Herrerismo es uno de ellos. Y además no sé si el Herrerismo está en esas posiciones que el Frente Amplio le adjudica. Yo personalmente no vengo de ese sector.
—No viene de ningún sector del Partido Nacional.
—Ahora, y desde hace tiempo, estoy encuadrado en Aire Fresco.
—Fuentes políticas dicen a Búsqueda que usted va a ocupar un papel importante en la campaña de Álvaro Delgado, una vez que lance su precandidatura. ¿Cuál será su rol? ¿Qué pretende aportar?
—Estoy en Aire Fresco y me parece natural que Álvaro sea el candidato, pero vamos a esperar a que Álvaro dé el paso y después veremos qué lugar nos toca a cada uno.
—¿Va a hacer campaña?
—Vamos a ver. Yo me voy a quedar en el ministerio hasta el final.
—“Hasta el final” ¿qué quiere decir?
—Hasta el final del período, si es que el presidente me deja.
—¿El presidente no dijo que los ministros que hicieran campaña debían dejar sus cargos?
—Yo voy a participar en el gobierno como estoy hasta ahora y, por supuesto, voy a apoyar al partido y sus candidatos. Y dentro de eso me parece natural que Álvaro sea el candidato.
—¿Por qué?
—Venimos trabajando muy bien con él y tiene la experiencia de gobierno. Además, creo que este proyecto tiene que seguir.
—¿Con qué líneas está más afín y quiere continuar?
—La libertad responsable encierra lo que queremos. Queremos fomentar que las personas puedan buscar su desarrollo, que haya oportunidades para todos, porque la libertad a la hora de buscar el proyecto de vida es muy importante, un valor fundamental. También en la economía, que la gente sea emprendedora, que busque oportunidades, que el país se las dé. Pero también la responsabilidad por los más débiles, la responsabilidad por aquellos que el Estado tiene que apoyar y por aquellas cosas que todos tenemos que tener para tener oportunidades, como puede ser la educación, la salud, la seguridad social; todas las cosas que hacen a un entramado social inclusivo. Diría que es, sobre todo, poder crear oportunidades.
—Hoy las encuestas muestran al oficialismo corriendo de atrás la carrera electoral. ¿Qué balance hace de esos datos?
—No creo que las encuestas den eso. Si miramos las últimas encuestas, no dan que la esté corriendo de atrás. Dan que el Frente Amplio es el partido más grande, pero el oficialismo sumado lo supera…
—El oficialismo queda uno o dos puntos debajo.
—No en las encuestas que vi yo. Además, creo que la campaña no empezó todavía y cuando veamos a los pingos en la cancha, podremos llegar a ver que al oficialismo le va a ir muy bien. Sobre todo porque creo que la gestión nos va a defender.
—¿La gestión les va a dar el triunfo?
—La gestión, la proyección a futuro de esta gestión. Creo que sí.
—¿Cree que la gente los va a valorar?
—Sí. Normalmente pasa que en el último año estas cosas se empiezan a evaluar más. Uno va saliendo de la coyuntura y mirando más la perspectiva, y la gente va a ver que las cosas van bien, que hay crecimiento, que está estable, que tuvo muchos problemas serios y que se los sorteó con éxito. Creo que nos va a renovar un voto de confianza.
—¿Cree que la coalición va a llegar sólida como para ofrecerle un proyecto común al electorado, o que las diferencias que están surgiendo van a hacer mella?
—No tengo una evaluación clara de esas diferencias que tú planteás. Creo que hay temas que claramente han sido de discusión, algunos son muy de coyuntura y que en el largo plazo no mueven. Hay algunos temas más de visión, pero que los vamos a articular bien. Porque, en el fondo, la gente quiere a la coalición, apoya a un proyecto de gobierno, o apoya a la oposición. No creo que haya otro espacio.
—¿Le parece que hay dos grandes bloques consolidados?
—Sí.
—Usted decía que se va a quedar en el ministerio hasta el final. ¿Qué prioridades tiene de acá a ese tiempo para impulsar?
—Para seguir con el tema empresas públicas, uno de los temas que ya viene instalado es poder mantener una gestión cada vez más eficiente, sobre todo en Ancap. En el caso de UTE, que se pueda consolidar como el articulador del sistema y no solo como un jugador único, que ya viene de atrás y lo viene profundizando. En el caso de Antel, ya se pudo hacer el 5G, que se pueda desarrollar, que el mercado crezca y se desarrolle y capte inversiones.
Después hay otras dos grandes cosas, dos grandes proyectos de este ministerio que tienen el apoyo de todo el gobierno. Uno es el del hidrógeno verde y el desarrollo más fuerte de las renovables. Ahí hay una gran oportunidad para el país, porque estamos jugando en la primera ola de un desarrollo que el mundo está haciendo. Uruguay, que tiene capacidad sobrada de energía renovable respecto de las necesidades locales, puede transformarse en un jugador exportador de energía y no en un importador, como fuimos históricamente. Los trabajos que hemos hecho en relación con la Unión Europea, con Japón, con Corea, nos van posicionando en este mundo. Evidentemente, en el período dejaremos planteado las cosas, porque esto es a mediano plazo.
—¿Cuál es el otro proyecto?
—Fortalecer a Uruguay como el hub de innovación de la región, como lo son Israel, Finlandia y Nueva Zelanda (ver nota aparte).
—El tema del hidrógeno verde ha despertado voces críticas en Tambores y en la academia. Un informe del BID dice que “uno de los principales riesgos ambientales asociados al hidrógeno verde es la posible escasez de agua”. ¿Eso está previéndose de algún modo? ¿Hay certezas de no afectar el recurso para otros usos?
—Lo que pasa es que el Uruguay no es un lugar donde el agua escasea.
—Por ahora.
—No. No vemos demasiadas tendencias a que eso cambie. Uruguay tiene ahora una sequía muy importante, como no tuvo en 100 años, que afectó sobre todo al sistema de la cuenca del Santa Lucía estos últimos meses y afectó el suministro de agua en el área metropolitana. Pero eso no nos tiene que hacer ver que en todo el país y toda el agua que se está usando en la producción uruguaya está escaseando. De hecho, tuvimos una seca que afectó a la producción agropecuaria muy fuerte en el verano, aquellos lugares donde hay riego artificial como el arroz eso no afectó. Lo que tiene que hacer Uruguay es manejar mejor el agua que tiene.
Lo segundo es que el consumo de agua que tiene este proyecto de hidrógeno es un consumo normal para una industria. Para darles una idea, son 600 metros cúbicos por día para el proyecto de Tambores, mientras que las Termas del Arapey consumen 21.000 metros cúbicos por día y un frigorífico normal consume 1.000 metros por día. Pero lo que hay que tener claro, además, es que el Uruguay tiene mecanismos de aprobación de los proyectos donde el agua se mira y los cursos de agua se analizan. A su vez, en lo que se firmó ayer (martes) con la Unión Europea tiene una cláusula especial que dice que se va a mirar el recurso agua y la sostenibilidad del proyecto, porque también el destino, el que te va a comprar, te va a exigir que seas responsable.
—El proyecto tiene un lugar y hasta un consumo previsto de agua. ¿Se hicieron los estudios de impacto ambiental?
—Se están haciendo, hubo para las primeras etapas. Se van a hacer los estudios detallados para llegar al final del proceso, pero lo que les está diciendo es que el proyecto de Tambores consume como 25 hectáreas de arroz, para darles una idea, y el Uruguay planta 160.000 hectáreas de arroz. No estamos hablando de un consumo desproporcionado.
—En los últimos años hubo fuertes recortes de las grandes tecnológicas a escala mundial, ¿se está sintiendo ese impacto en los servicios que provee Uruguay hacia Estados Unidos, que es el principal mercado?
—Sí, se está notando un poco. Sin embargo, tuvimos un año récord de exportación de servicios no tradicionales, de US$ 5.000 millones, lo que indica que capaz hay sustitución también, no solo hay enfriamiento. Ese enfriamiento tiene mucho que ver con la tasa de interés norteamericana y los valores de las acciones, porque al subir la tasa baja el valor de las acciones, las empresas se ven más apretadas y es un tema muy coyuntural. Desde el punto de vista del negocio uruguayo, creo que algunas empresas han tenido algunos proyectos más demorados, pero también hemos visto un volumen muy importante de exportaciones.
—¿El precio del dólar está pegando también en eso?
—Pega en todo lo que es exportación, porque suben los costos, y es lo que está pasando. También es cierto que el dólar se ha devaluado en el mundo y que la inflación en Estados Unidos ha hecho subir los precios en dólares de las cosas; pero sí, seguro que el sector lo está sintiendo.
—El bajo nivel del dólar está complicando la competitividad del sector productivo y exportador, ¿se prevé apoyar a otras ramas complicadas, con instrumentos como el Fondo de Reconversión de la Industria Láctea?
—No, por ahora las que se conocen. En la industria láctea el problema no se centra solo en el dólar, tiene que ver con problemas de acceso a la leche, y tienen que reconvertirse. Evidentemente, el dólar estancado no ayuda para la producción exportadora. Pero los precios internacionales han subido en algunos casos, en algunas materias primas no, y ahí es donde hay más dificultad. Pero no estamos en un momento tan malo del precio internacional.
También, de alguna manera, el dólar es el precio del éxito. Cuando uno recibe muchos dólares en la economía, deprimen el tipo de cambio; hemos recibido muchos dólares el año pasado por exportaciones tradicionales y no tradicionales, estamos siendo un país confiable, la gente no sale corriendo a comprar dólares cuando cobra el sueldo, como yo hacía cuando era joven.
Es verdad que del lado de la producción esto se siente, pero la industria tuvo una buena recuperación después de la pandemia, ahora está un poco más complicada. Y hay una parte de la agroindustria con menos materia prima para procesar, la ganadería tiene una caída muy fuerte de sus ventas, que tiene que ver con los mercados, entre ellos China, que se ha enlentecido en la demanda.
Ahora, con el acuerdo que hicimos con Brasil esperamos que haya industrias que se radiquen en zona franca y entren en Brasil con arancel cero con origen Mercosur. Por otro lado, hemos impulsado mejoras en el régimen de parques industriales, que no son zona franca, y esperamos que pueda tener éxito para atraer inversiones hacia allí. También se ha reforzado después de la pandemia la devolución de impuestos, varias ramas tienen 6%, y estamos trabajando en un fast-track en el mecanismo de la Comap, donde hay muchos proyectos, que en la medida que se aprueben e inviertan permite que las empresas sean más competitivas.
—Este año la refinería de Ancap va a estar parada por varios meses para el mantenimiento, y eso se puede extender probablemente más de lo previsto por la conflictividad. El Ministerio de Industria no logró un preacuerdo para evitar las pérdidas que eso causará. ¿Cuánta responsabilidad se carga en sus espaldas?
—Hemos hecho muchos intentos y también muchísimos el Ministerio de Trabajo, me consta. En la agenda de negociación con la Federación Ancap hay muchos temas, pero al final todo termina siendo un embudo que es la defensa del cemento. Todo se transforma en un problema ideológico y les ponen epítetos a las cosas como que es una “entrega”. Así no hay oportunidad de negociar mucho. Estamos viendo una cantidad de medidas que son bastante dañinas para la empresa.
—¿La responsabilidad es compartida?
—Del Poder Ejecutivo seguro que no. Creemos que la solución del portland es sumamente razonable. Entendemos que la posición del sindicato es filosófica, dogmática, que tiene que ser estatal, cuando en realidad ya hay otros privados que producen, no es que esté nacionalizado el portland. Esta solución que damos nos parece la más justa, arregla los problemas que tiene Ancap, permite que la piedra caliza se explote y se venda y genere negocios. En la licitación, no se está entregando ni los permisos de minería ni los yacimientos, se está cobrando por la piedra que se saque. Se hicieron las cosas con suma responsabilidad, y no se acepta ninguno de los planteos nuestros salvo que se retire la licitación, y no se va a retirar.
—Ahora que Antel comenzó el despliegue del 5G, ¿qué balance hace del proceso?
—Veo a Antel con mucho dinamismo, inaugurando radiobases de 5G en todo el país, lo cual es una novedad, porque generalmente se comenzaba en las zonas más pobladas y nada más. Y veo que los otros operadores vienen más atrás, anunciando que vienen o empezando a hacer cosas. Vamos a tener, como pensábamos, el año que viene 5G desplegado en todo el territorio, con los tres jugadores.
Creo que puede haber acuerdos comerciales válidos para ambas partes en infraestructura, en los que Antel puede arrendar servicios mayoristas de telecomunicaciones, sobre todo en algunos casos donde la fibra tiene capacidad ociosa y no le cambia la competencia.
—¿Se verá en un futuro cercano a Claro y Movistar usando infraestructura de Antel?
—Es un tema en el que tienen que ponerse de acuerdo ellos.
—Usted habla con el Directorio de Antel…
—A Antel le tienen que dar los números, tiene que ser razonable para ambas partes. Es lo que hablamos con el Directorio de Antel frecuentemente.
- Recuadros de la entrevista
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