—Nosotros estamos del lado de la gente y de los trabajadores y sostenemos que el delincuente tiene que estar preso. Por eso presentamos esa batería de medidas. ¿Es lógico que el que trafica drogas sea excarcelable? ¿Es lógico que no podamos tender un puente de apoyo institucional a las Fuerzas Armadas para que puedan hacer algunas tareas de policías? ¿Es lógico que el juez no tenga un poder discrecional para aumentar penas a los adolescentes que cometan infracciones gravísimas, que sigan gozando del régimen de semilibertad? Son aspectos que hay que cambiar y nos parece fundamental que no se diga que hay que cumplir las penas que ya están… No, eso no es un argumento. Algunos sectores del Frente Amplio no tienen derecho a condicionar al presidente en la búsqueda de un cambio en las políticas de seguridad. Para darle un blindaje político a Vázquez nosotros necesitamos que nos lleve iniciativas de la oposición. Hay que darles señales inequívocas a los delincuentes de que tienen que estar en su lugar. ¿Cuál es su lugar? Presos.
—¿Para usted va a servir de algo esta comisión o es un “saludo a la bandera”?
—Bueno, veremos. No quiero confundir expectativa con utopía.
—¿La seguridad pública es el tema que más le preocupa?
—No, el tema de la educación me parece gravísimo. El tema de la economía, de la inserción internacional. También me preocupa que estemos en el país de los “no”. Se nos dice que vamos a abrirnos al mundo y después resulta que no. Usted puede escuchar muchas cosas del gobierno, pero lo que gana siempre son los “no”. ¿Cambiamos la educación? No ¿Cambiamos la política de seguridad? No. Entonces nos parece que es necesario la alternancia y por eso en nuestro sector hemos venido hablando de algo que nos parece viable: una Agenda Para el Progreso (APP). Una agenda para definir temas prioritarios para el país como seguridad, trabajo, educación, economía, inserción internacional. Por eso ya tuvimos una cantidad de reuniones, porque para impulsar una APP hay que tener madurez, responsabilidad, paciencia, no cansarse de dialogar, porque el gobierno a instalarse en 2020 no va a tener mayorías parlamentarias. Y a los candidatos se les va a preguntar con quién va a gobernar y yo creo que ahí estará el desafío del Uruguay del futuro: cómo encontrar una agenda que sea abarcativa de los grandes temas nacionales y que tenga un blindaje político y social tan amplio para que el país no siga frenado. En estos 12 años hemos tenido el país de la primera y de la marcha atrás, siempre en el mismo punto. Se dilapidó la bonanza y ahora tenemos el país estancado.
—¿Y esta APP vendría a representar el arco opositor para llegar al gobierno?
—Ah, yo creo que más allá de respetar las individualidades de los partidos, todo lo que pueda ser diferencias en la oposición es funcional al Frente Amplio. Entonces nosotros tenemos que tener, más allá de las identidades de los partidos, una agenda para el progreso, ser capaces de tener una alternancia superadora al Frente Amplio. El Frente ya no tiene soluciones, perdió el poder del encantamiento, ya no puede sacar conejos de la galera porque se le terminaron los conejos y perdió la galera. Y esa APP puede sumar a blancos, colorados, independientes, a la gente de (Edgardo) Novick, a la Asamblea Popular, a gente sin partido y ex frentistas.
—¿Esto quiere decir que estaría de acuerdo en repetir a nivel nacional lo que pasó en Montevideo con el Partido de la Concertación?
—No necesariamente. Por eso hablo de preservar las identidades. El marco constitucional habilita a que podamos tener una APP común, con respaldo multipartidario, y que se defina luego en el proceso electoral.
—Pero después capaz que eso no se da, que cada uno vota por su lado.
—¿Pero por qué no se va a dar? Si en definitiva hay entendimientos y acuerdos. Y el partido que pueda ser la alternativa para ganarle al Frente en ese proceso electoral, seguramente en función de ese camino recorrido, pueda tener respaldo de otros partidos y que se viabilice en la construcción de mayorías parlamentarias en marzo de 2020. Incluso hasta en la integración del nuevo gabinete y del elenco de las empresas públicas. Va de suyo que esto no necesariamente pasa por armar diseños electorales inéditos, con el marco jurídico actual perfectamente podemos lograrlo. Eso siempre y cuando querramos construir y ser esa alternativa. Ahora, si queremos afiliarnos al “chacrismo”, entonces abroquelémonos de fronteras hacia adentro y no dialoguemos con el resto del país. A mí me parece que nos equivocamos enormemente si hacemos eso.
—¿Cómo se puede bajar a tierra esta idea de la APP, cómo se puede traducir en hechos concretos de aquí en más?
—Dialogando, poniéndonos de acuerdo en seis o siete puntos vitales. Me parece perfectamente viable.
—¿Una agenda liderada entonces por el Partido Nacional, por Jorge Larrañaga?
—No tiene que haber ni liderazgos ni partidos que la lideren. Las necesidades del país reclaman esos gestos generosos, de madurez política, de coraje republicano para transitar esos caminos que son complejos, porque siempre hay un espíritu individualista. Me parece que hay que pensar en términos de país, en un marco superador de la agenda nacional. El Partido Nacional tiene que jugar sí un papel calificado, muy fuerte. Un Partido Nacional que en las últimas dos elecciones bajó su caudal electoral, esto es real —y muchos podemos ser corresponsables— pero tenemos que hacer un enorme esfuerzo para que el Partido Nacional pueda impulsar esta agenda, este proyecto político, y hacer que las cosas sucedan.
—Ha mantenido algunas reuniones con Novick, ¿lo ve como un aliado en este proyecto?
—Yo veo a todos los que puedan ayudar y colaborar, más allá de las diferencias que podamos tener. Quiero que cuando a mi partido se le pregunte antes de octubre de 2019 “¿con quién va a gobernar?”, mi partido tenga respuestas contundentes, que diga “vamos a gobernar con tal y tal”. Mientras que, por el otro lado, al Frente se le preguntará qué hará en caso de no tener mayorías parlamentarias y no va a tener respuestas. Porque el Frente Amplio solamente ha podido gobernar bajo el régimen de mayorías parlamentarias, y no tiene puentes tendidos con nadie y está preso de los “no” de los sectores radicales.
—En resumen, ¿lo que propone es que el Partido Nacional abra el juego al resto de los partidos de la oposición si quiere ganar las próximas elecciones?
—El Partido Nacional tiene que agrandarse, tiene que tener diversidad de expresiones político-electorales en lo interno, y hacia afuera tiene que construir confianza, con madurez, sin generar antinomias con nadie, porque lo que sea división en la oposición termina siendo funcional al Frente Amplio.
—En los primeros meses de este gobierno mantuvo un perfil bajo, pero luego su exposición fue aumentando y para muchos de sus compañeros y para dirigentes de otras tiendas eso quiere decir que está nuevamente en carrera. ¿Va a ser candidato otra vez?
—Siempre he procurado estar donde la gente al mirar quiere verme. Y siempre he estado en primera fila defendiendo nuestro partido, cuando gané y cuando perdí. Se me podrá recriminar muchas cosas, pero siempre he estado defendiendo a nuestra colectividad con vientos de victoria o vientos de frente. Ahora estoy en el papel de representante de 300.000 personas.
—¿Todavía no se asume como candidato del Partido Nacional?
—No es tiempo de candidaturas. Lo digo con sinceridad, más allá de que pueda parecer una frase hecha y hueca. Lo siento mucho.
—Aún cuando todavía no se asume como candidato, de todas formas dijo que quiere que los blancos tengan elecciones internas.
—Pero no concibo al Partido Nacional sin internas.
—Quizás haya gente dentro de su partido que quiere que esta vez haya un candidato único.
—Pero se equivocan, se equivocan absolutamente: va a haber internas.
—Lo dice con firmeza.
—Es que me parece fundamental que el partido tenga internas.
—¿Por qué?
—Porque ha sido el único partido que ha tenido internas, porque no hay liderazgos indiscutibles hoy dentro del Partido Nacional, porque si partimos de la base de que en las últimas dos elecciones ha perdido votos, el partido tiene que apostar a crecer y un partido que apuesta a crecer es un partido que tiene un proceso electoral interno que le dé movilización, mística, ilusión, esperanza y fortaleza.
—¿Pero a veces no son demasiado “sangrientas” esas internas?
—Qué sangrientas ni qué ocho cuartos. Nosotros hemos demostrado más que nadie ser artífices de la unidad del partido desde el año 1999 hasta la fecha. Las internas serán sangrientas, pero la sangre que se ha utilizado ha sido la nuestra. Hemos aportado la mayor parte de nuestra sangre y no para destruir sino para construir. Siempre hemos respaldado al partido, más allá de los codazos y los enfrentamientos. Eso de que las internas son duras, bueno, quizás tengan que ser duras. ¿Qué pasa dentro del Frente? Se han cobrado cuentas y recontracuentas, es un lío tras otro y ¿resulta que la gente habla de la unidad del partido? No, terminemos con ese absurdo.
—¿Ha sentido cuestionado su liderazgo en Alianza Nacional?
—Yo no he sentido directamente ningún cuestionamiento.
—¿E indirectamente?
- No, y no soy dirigente de llevarme por chismes. No me llevo por chismes ni traslado chismes. El que no esté de acuerdo en un sector puede formar otro. Si es lo que ha pasado en la historia de mi partido a lo largo de toda su existencia, ¿cuál es el problema?
—Hay rumores de que se crearía un tercer polo formado por intendentes del interior, incluso de Alianza, ¿cómo ve eso?
—Cada uno tiene el derecho de hacer lo que quiera. Los dirigentes políticos son lo que la gente quiere que sean. No hemos tenido noticias de que haya esa intención. Me parece bien que se formen sectores dentro de Alianza, puede ser perfectamente factible que haya dentro del sector varias corrientes al Senado, que hayan dos, tres, las que quieran. Es algo que se puede conversar perfectamente con los compañeros.
—De lo que también se habla es de un posible alejamiento de la senadora Verónica Alonso…
—No tengo ningún comentario.