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    Por el bolsillo o por lo que quieran

    N° 2034 - 22 al 28 de Agosto de 2019

    , regenerado3

    “Votaron con el bolsillo” es una frase que se escucha mucho en los últimos tiempos, con un dejo de menosprecio por el votante. No debería ser así. Votar de esa forma suele ser lo más inteligente, sencillo y efectivo. Más allá de ideologías, de partidos tradicionales y de que muchos uruguayos voten lo que votaban sus ancestros, las preguntas válidas deberían ser: ¿Qué tan eficientes fueron los gobernantes de turno? ¿Me dieron lo que yo necesitaba? Si no, ¿qué otras opciones tengo?

    Para saber esto, el factor fundamental es el resultado económico de una administración, que se traduce a su vez en una factor humano: Tengo lo que necesito para poder desarrollar mi potencial en libertad y llevar una vida digna junto a mi familia, ¿sí o no?

    También se puede comparar con una decisión empresarial: La persona que contraté logró los objetivos trazados, respondió como esperábamos, nos hizo ganar plata, ¿sí o no? Una vez evaluada esa persona, si no cumplió, vamos a la siguiente pregunta: ¿Qué otras opciones tengo?

    El presidente de Argentina, Mauricio Macri  —además candidato a la reelección, algo que por suerte nuestra Constitución no permite—, se la tomó con los votantes y los responsabilizó por haber provocado la corrida bancaria al darle la mayoría de votos a la oposición.

    Es interesante escuchar lo que tiene para decir de esto Javier Milei, catedrático en Economía de aquel país, hombre mediático y polémico, que se ha tornado en un luchador liberal purista contra los molinos de viento de la cultura socialista que arrastran la mayoría de los países latinoamericanos. Dice que “Macri es un socialista, para nada un liberal”.

    “Un verdadero liberal jamás cuestionaría el voto popular porque es un reflejo de las demandas del mercado. Debería haberse bancado el resultado y admitir: me equivoqué”, señaló Milei. Antes había dicho: “Yo creo en los individuos, el mercado en realidad se compone de los individuos que tratan de tomar las mejores decisiones para sí mismos con los instrumentos que tienen a su alcance”.

    El papel de los ciudadanos es ese: tomar las mejores decisiones para ellos. Más allá de todo el humo que intentan echar los políticos sobre sus cabezas, lo más responsable que pueden hacer es procurar que el gobierno al que votan logre mejorar su calidad de vida. Por supuesto que lo ideológico también cuenta, pero tiene que estar presente en la decisión electoral el deseo del votante de que él y sus seres queridos pueden sacar el mejor provecho de lo que tienen o acceder a lo que no tienen. Se trata de eso, de vivir mejor. Lo demás es cuento.

    En el caso de Argentina, el candidato minoritario Roberto Lavagna lo dijo con todas las letras: “Tenemos ocho años de estancamiento, con una pérdida de ingreso por habitante del 9% en ese tiempo”. Esa es la situación que aqueja a la gente.

    Quizá el camino más indicado no era acusar a los votantes que dieron su apoyo a la oposición, como hizo Macri, sino buscar una renovación dentro de los postulantes del gobierno. Cuando los números no dan, siempre es necesario procurar alternativas, como suelen hacer los ciudadanos al “votar con el bolsillo”.

    Tampoco ayuda que el voto sea obligatorio. La libertad total para ejercer o no el derecho al sufragio debería ser la regla. Lo contrario deforma el mensaje de la gente, porque aquellos que hubieran preferido no votar, no tuvieron esa opción.

    Las PASO argentinas, que fueron poco a poco pervertidas por el sistema político, son una prueba de ello, ya que se apoyan en la obligatoriedad para evitar el rechazo ciudadano a los partidos históricos y limitan a los partidos nuevos. Las internas de nuestro país salen muy favorecidas en la comparación, debido a que permiten que voten solo los que quieren tener injerencia directa en las decisiones de una colectividad política determinada para elegir su fórmula presidencial. Así, el mensaje se hace mucho más transparente. Pero también debería llevarse esa posibilidad a las elecciones nacionales y que haya libertad de votar o no, por el bolsillo o lo que sea, sin que nadie se adjudique el derecho a juzgar a los ciudadanos. Y mucho menos los políticos, que son parte —no juez— de la elección.

    ?? La debacle argentina trae más problemas