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Es un escritor notable y, como tal, escriba de lo que escriba, siempre generará interés. También convengamos en que es posible que exista un contrato entre la editorial y Richard Ford; la editorial aportaría un dinero y el escritor se comprometería a terminar un libro antes de cierto tiempo. Conclusión: a Ford se le debe haber escurrido el año como agua, sin inspiración, sin ninguna historia para una novela o un libro de cuentos, y no tuvo más remedio que echar mano a un “invento”. Digamos que un poco curró: había escrito 30 años atrás un texto sobre su madre y le agregó ahora otro sobre su padre. Así tenemos este nuevo libro, Entre ellos, en cuya portada el pequeño Richard, en brazos de sus progenitores, mira con desconfianza al fotógrafo.
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Su padre era un hombre sencillo. En una foto lo vemos de pie en un puesto de verduras, en Hot Springs, Arkansas, en 1929. “Para mi padre — apunta el escritor de Incendios y El periodista deportivo— la conducta y la conciencia discurrían por la misma vía”. Fue un vendedor de almidón que estaba la mayor parte del tiempo fuera de su casa, y cuando volvía al hogar se comportaba como cualquier otro padre: atendía a su mujer y a su hijo y los llevaba a pasear en auto por las inmediaciones. Una figura que no tiene demasiado destaque —el sonido de su voz, algún arranque de cólera y regalos recordados, como una mascota o un guante de béisbol— con un espacio para completar, imaginario, que Ford llena con literatura: la presumible soledad de su trabajo alejado de la familia, el distante mundo afectivo, la relación con su esposa. El punto culminante es su muerte de un ataque al corazón, cuando el escritor era un adolescente.
La construcción de la madre es más detallada porque vivió más años y estuvo más cerca de Ford, cuando este ya era novelista. También era una mujer sencilla y a su modo solitaria, que al enviudar debió emplearse en diversos oficios para ganarse la vida. Ford no va más allá de los hechos, no embellece ni especula demasiado, pero cada tanto arroja apuntes certeros. Su madre estaba enferma de cáncer, enfermedad que padeció varios años. “La muerte comienza mucho tiempo antes de cuando acontece”, dice el novelista. “Y aun en la muerte hay vida que debe apurarse”.
Ford tiene 74 años y todo indica que podemos esperar otra gran novela suya o libro de cuentos. Mientras, estas postales nos acercan a la intimidad de un escritor que fue hijo único, que está en pareja hace tiempo, no tiene hijos y también se debate en un mundo, como el de sus padres, de soledades.
Entre ellos, de Richard Ford. Anagrama, 2018, 162 páginas, $ 550.