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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEs difícil dado el tiempo transcurrido desde los acontecimientos que precipitaron a Uruguay a perder su institucionalidad y, como resultado, pérdida de: convivencia, alegría, amistad, espontaneidad, educación de calidad, trabajo bien remunerado, seguridad, entre otras muchas cosas. Lo que provocó el traslado de familias postergadas a zonas marginales, “asentamientos” carentes de servicios básicos.
Ha llegado el momento en que desde la política —y hablo de la nacional y departamental—, en lugar de realizar obras faraónicas en zonas o barrios que pueden esperar, realicen proyectos dirigidos a sacar de la marginalidad e indigencia a parte de la población sumergida, a quienes se utiliza como proveedores de votos. Se debe terminar la injusticia hacia la sociedad, de políticos y administradores públicos que utilizan el poder que les dan sus cargos para clientelismo y corrupción. El dinero sustraído a los uruguayos mediante impuestos indebidos, genera injusticia para quienes los aportan y además se utiliza para cubrir negligencias como expresión mínima o corrupción.
Como consecuencia de todo lo acontecido, en las décadas desgraciadas se perdieron valores de difícil recupero, y en la actualidad la seguridad se encuentra en serio riesgo. Debemos entender que los uruguayos que delinquen también son parte de la sociedad, y que quizás en muchos casos sus familias sufrieron la degradación de no tener esperanzas hacia el futuro.
En muchos casos son familias monoparentales, sin recursos, y que el poco dinero que les ingresa puede utilizarse en drogas. O son familias sin recursos que tienen muchos hijos para poder cobrar asignaciones familiares, condenando a esas nuevas generaciones a repetir el proceso.
La clase política debe darse cuenta de que los salarios que perciben abonados por todos los ciudadanos, deben justificarse con el esfuerzo de mejorar día a día la calidad de vida de los uruguayos todos.
Y a quienes fueron promotores de la pérdida de la democracia, Sres. tupamaros y militares, (no he de utilizar el término común usado por Mujica al llamar cobardes a las redes sociales, que no ultimaron a nadie), les demandaría por ser responsables de cantidad de muertes, que tuvieran un acto de valentía pidiendo perdón a los uruguayos que sufrieron las consecuencias de su desvarío.
El Uruguay del pasado, sus muertos y familias destruidas estamos aún aguardando por actos de dignidad que nos habilite a mirarnos a los ojos para recuperar la convivencia y tolerancia que nos caracterizaba.
Andrés Omar Pavón González
CI 1.040.420-6