Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn 2016 escribí un cuento breve: Tenemos un problema de gestión. Su título aludía a la expresión que la clase política usaba con frecuencia cuando respondía a la prensa sobre problemas que afectaban a la sociedad uruguaya y que el gobierno no podía resolver. Así, era sencillo saber que los problemas de gestión estaban en la base de la inseguridad pública, de la prestación de servicios en educación y salud, de la generación energética, de la infraestructura vial, de la construcción de arenas deportivas, de la administración municipal y de tantas otras acciones a cargo del Estado.
En mi relato el protagonista se preguntaba si, a juicio de los políticos, la afirmación “tenemos un problema de gestión” implicaba, además del reconocimiento de una carencia genérica, una fórmula mágica que bastaba repetir para que la dificultad se resolviera.
Hoy se mantiene un patológico funcionamiento del sector público, a pesar de lo cual, la muletilla todopoderosa está pasada de moda. Quizás ello sea un hecho positivo, pues podría abrir una oportunidad para iniciar un proceso de largo aliento, serio y sostenido, que permita regenerar la gestión pública en el país. En esta iniciativa, la acción recuperadora se centraría en la Administración, con foco inicial en las áreas de dirección institucional. La idea reconoce que las organizaciones públicas necesitan un gran esfuerzo de reconstrucción administrativa para ponerse al servicio de los habitantes del país.
Se trata de un proyecto de largo alcance que debe avanzar por aproximaciones sucesivas. Habrá que secuenciar etapas en las que se irá actuando sobre algunas instituciones concretas, para formar una masa crítica que luego servirá de benchmark a otras entidades, buscando un efecto multiplicador que potencie el proceso de mejora de la gestión.
En esta dinámica la dirección de las organizaciones públicas debe acudir a las raíces de la ciencia de la administración, inculcando en los directivos la cultura del bien común y desterrando por completo la satisfacción de sus intereses personales.
Razonan en el error los líderes políticos cuando opinan que sus representantes conducirán con nivel profesional1 las entidades, dado que para ello basta con tener sentido común y ser personas honestas. Esto no es correcto; a lo sumo podría aceptarse que dichas cualidades son condiciones necesarias, pero de ninguna manera suficientes para lograr un buen nivel de desempeño. Lo esencial para dirigir profesionalmente es que quienes ocupen los cargos hayan acumulado formación y experiencia en la dirección de organizaciones.
Si las entidades públicas pretenden mejorar la gestión, sin la menor demora deben comenzar a profesionalizar su gobernanza. El enfoque es proveer los cargos directivos aplicando las mejores prácticas de selección del personal. Esto excluye los hábitos tradicionales del reparto por cuota política, la militancia partidaria o el fracaso en algún intento anterior de acceder a cargos elegibles.
¿Por qué ahora es oportuno? La respuesta más concisa, contundente y efectista podría ser: porque es inadmisible que un uruguayo haya muerto por hipotermia, tirado en la calle, debido a que en el sector público existen problemas de gestión. Este solo hecho traspasa todos los límites.
Pero hay más. Según mis expectativas, la oportunidad de profesionalizar la gestión en las instituciones públicas está frente a nosotros. Veamos algunas razones para que así sea:
Durante 2019 una investigación realizada en la Udelar, referida al impacto de los desastres sobre las estructuras del sector público, concluyó que las grandes catástrofes vividas en la historia de Uruguay favorecieron cambios estructurales en su institucionalidad con impactos en el largo plazo.2
En marzo de este año se instaló entre nosotros la pandemia del coronavirus, provocando una convulsión sin precedentes en el comportamiento de la población uruguaya. Aún hoy son considerables las alteraciones que se registran en el área de la salud y en el sector económico-social.
Varios hechos del pasado inmediato abonan la tesis de que ahora es el tiempo para que el gobierno nacional inicie el cambio estructural en las instituciones públicas. Listemos algunos de los acontecimientos:
Durante la última campaña prelectoral, quienes hoy son gobierno declararon su firme voluntad de mejorar la gestión pública.
En noviembre de 2019 los líderes de la coalición multicolor reiteraron el mismo propósito al firmar su Compromiso por el País.
El 13 de marzo de 2020 se decretó la emergencia sanitaria en Uruguay y se montó con rapidez una unidad de proyecto encargada de dirigir el combate a la pandemia del Covid-19. Desde la óptica de la gestión, la organización propuesta incorporó criterios y procedimientos que explican en buena medida los logros alcanzados. Existe acuerdo en que el diseño organizacional, la puesta en marcha de un modelo de dirección, el liderazgo, el conocimiento especializado, el trabajo en equipo, la visión de sistema abierto, la comunicación de calidad y la cohesión social fueron pilares de los auspiciosos resultados logrados hasta la fecha.
Esta experiencia de gestión conducida por el señor presidente de la República con la activa participación de integrantes del gabinete presidencial y el GACH es una fuerte evidencia para sostener la importancia de que las acciones a cargo de instituciones públicas cumplan con las mejores prácticas que ofrece la ciencia de la administración.
En días recientes, la prensa informó que los especialistas del gobierno están elaborando un Presupuesto Nacional propio de una economía de guerra, en el sentido de que se extreman esfuerzos para abatir el gasto público. En ese contexto, la conducción profesional de la Administración permitiría mejorar la productividad del sector público, generando reducciones de costos y mejores prestaciones.
En este punto de la propuesta, es necesario preguntarse:
¿Qué debemos hacer hoy para forjar el mañana? Una somera reflexión respecto a la ciclópea tarea implícita en la contestación a esta pregunta da vigor a ciertas ideas y criterios que se deben tomar cuenta:
A menos que se haga un firme compromiso político de promover la gestión profesional en las organizaciones y se trabaje duro de inmediato, solo tendremos promesas y esperanzas, pero no planes en ejecución.
El sector público requiere una enorme regeneración administrativa para que sus instituciones sirvan con eficiencia y eficacia a los habitantes del país.
La Dirección es el órgano que convierte una multitud en una organización y los esfuerzos humanos en acciones dirigidas a objetivos.
A los directivos y gerentes no se les retribuye por hacer lo que les gusta, se les recompensa por hacer las cosas correctas.
La jerarquía no confiere privilegios ni poder discrecional, impone responsabilidades.
El problema del personal no es la falta de saber qué hacer, sino la falta de hacerlo.
Aunque debe incorporarse desde el inicio una perspectiva de largo plazo, es imprescindible programar las actividades de modo que se verifiquen logros inmediatos que ofrezcan evidencia de que la mejora en la gestión se ha iniciado.
Por último, cierro mis reflexiones con optimismo compartiendo esta ferviente esperanza:
La ciencia de la administración y su aplicación profesional en la gestión de las instituciones públicas de Uruguay será, en el corto plazo, un factor clave para lograr un mayor nivel de bienestar en la sociedad uruguaya.
Julio César Porteiro
CI 792.451-8
Nivel profesional: refiere al más alto nivel de excelencia que se puede alcanzar en el ejercicio de una práctica determinada
Véase: Los desastres como factores de cambio institucional; Jorge P. Brugnoni - Facultad de Ciencias Sociales.