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    Retorno eterno

    Terminator: Destino oculto, de Tim Miller
    Colaborador en la sección de Cultura

    La sexta entrega de la saga iniciada en 1984 por James Cameron comienza poco después de los hechos acontecidos en Terminator 2: Juicio Final (1991), también escrita y dirigida por Cameron. Es decir, deja de lado e ignora por completo las tres películas que le siguieron: Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003), Terminator: La salvación (2009) y Terminator: Génesis (2015), en las que Cameron no estuvo involucrado y fueron dirigidas por otros cineastas.

    Para muchos, T2 es la mejor de la franquicia, y una de las más notables obras de acción y ciencia ficción de todos los tiempos. En su momento fue la producción más cara de la historia (US$ 102 millones). Y fue un éxito financiero, llegando a recaudar US$ 520 millones a escala mundial. Provista de algunas secuencias memorables acompañadas o revestidas de una muy bien aprovechada batería de efectos especiales –hasta entonces nunca vistos–, la película caló hondo en la cultura popular. Presentaba una curiosa vuelta de tuerca argumental (un cíborg, idéntico al que no pudo matar a Sarah Connor en la primera, viaja al pasado con la misión de proteger a su hijo, John Connor, de un cíborg letalmente más avanzado), y dispensaba escenas y líneas de diálogos memorables que todavía siguen siendo replicadas y homenajeadas. La secuela consagró a Cameron como un gran director y llevó a Arnold Schwarzenegger a un nuevo nivel como héroe cinematográfico. El modelo T-800 interpretado por Schwarzenegger es el único personaje que forma parte de dos listas bien distintas: ocupa el lugar 48 de los mejores 50 héroes del cine y es el número 22 en el ranking de los 50 mejores villanos según el American Film Institute. La cinta colocó a Sarah Connor, el personaje interpretado por Linda Hamilton, como una de las grandes heroínas del cine, junto a la teniente Ripley, de la saga Alien. T2 también contó con un villano antológico, el robot T-1000 encarnado por Robert Patrick.

    Cameron está de vuelta, ahora en el doble papel de autor de la historia y productor (como director prepara otras cuatro entregas de Avatar, la última de ellas, a estrenarse en 2027). En esta oportunidad, la dirección corre por cuenta de Tim Miller, autoproclamado “nerd de la ciencia ficción”, responsable de la divertida, violenta y fulminante Deadpool. En el guion han trabajado David S. Goyer (El caballero oscuro), Justin Rhodes (RoboCop Returns, aún en preproducción) y Billy Ray (Los juegos del hambre) a partir de una historia creada por Cameron, Charles Eglee (The Shield) y Josh Friedman (de la serie Terminator: The Sarah Connor Chronicles).

    Destino oculto recupera la icónica heroína, a la madre de la criatura, a Sarah Connor, que regresa a la acción después de haber impedido el Juicio Final, la aniquilación de la especie. Y es en México, más de 20 años después, donde entra en contacto con Dani Ramos (Natalia Reyes), una joven que es perseguida por una máquina asesina, un terminator modelo Rev-9 (Gabriel Luna), que fue enviado desde un futuro que al parecer es bastante peor que el que Sarah logró evitar. Este cíborg con cara de papa hervida es una versión mejorada del todopoderoso T-1000. Tiene un endoesqueleto de metal y está recubierto de un oscuro metal líquido, lo que convierte en arma cualquier parte de su cuerpo. A su vez, puede separarse en dos entidades para atacar por dos frentes distintos.

    El Rev-9 no es el único viajero en el tiempo. Grace (Mackenzie Davis, de Blade Runner 2049) es una humana mejorada, una soldado enviada desde el futuro cuya misión es proteger a Dani, que está tan aturdida y desorientada como alguna vez lo estuvo Sarah. Mientras el Rev-9 avanza destruyendo todo a su paso, las tres mujeres se encontrarán, no por casualidad, con un terminator modelo T-800 (Schwarzenegger). Es el mismo modelo, con el mismo hardware y programación, pero al no existir Skynet, algo ha cambiado en él. Mientras esto ocurre hay persecuciones a toda velocidad por calles y autopistas terrestres, por el espacio aéreo y por zonas subacuáticas. También vuelan, se estrellan y explotan vehículos de toda clase.

    Se ha comparado a Destino oculto con El despertar de la fuerza, de la saga de Star Wars. Y algo de eso hay. A pesar de que tienen su propia energía, ambas películas vuelven a contar una misma historia, la historia que lo inició todo. T2 ampliaba, resignificaba y superaba lo visto en la primera Terminator, una obra oscura que desde la ciencia ficción exploraba el horror atávico de los humanos a ser suplantados por máquinas. A partir de T2, todas las producciones que la siguieron cuentan más o menos lo mismo: hay que eliminar al líder de la resistencia humana, ya sea viajando en el tiempo para matar a su madre antes de que él nazca, ya sea aniquilándolo cuando es un niño, un veinteañero o reventándolo cuando haya llegado a la edad adulta. Destino oculto no se sale de ese molde. Es más, en un par de oportunidades la misma Sarah Connor menciona algo al respecto, y, de paso, subraya la analogía de su condición de madre de John Connor y la progenitora del famoso personaje histórico con el que el jefe de la resistencia comparte iniciales.

    El sello de Cameron está presente en la fortaleza de sus personajes femeninos y en ese gusto por la estética militar y la superabundancia de armas y explosiones. Los guionistas parecen haber escrito algunos tramos pendientes de los titulares de los diarios, ya que también aprovechan para dejar algunos apuntes sobre la migración de México a Estados Unidos. También recurren a los guiños y homenajes de rigor. Aquí hay un plano del cráneo humano aplastado por un terminator y por supuesto aparece también la frase “Volveré”. Hay variantes de líneas memorables (“No volveré” o “Ven conmigo o morirías en los próximos 30 segundos”) o simplemente algunas que se postulan como nuevas (“Puede que hayas cambiado el futuro, pero no cambiaste nuestro destino” o “Cuando empiecen a matarme, huye”). Además de las paradojas temporales, las escenas de acción, los aislados pero efectivos momentos de humor, parte del atractivo de esta nueva entrega consiste en ver nuevamente a los personajes de Hamilton y Schwarzenegger en una constante e inevitable tensión, una asociación a la fuerza, provocada por John Connor, el corazón de una historia que ya se contó.