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    Revertir la inseguridad

    Sr. Director:

    Sin caer en la demagogia estoy convencido de que se puede dar un vuelco importantísimo a la actual situación de inseguridad generalizada en todo el país. ¿Cómo?

    Hace años planteo sin suerte que una de las medidas que generarían un cambio sustancial en el tema delictivo sería optimizar los recursos humanos que tiene el país creando una fuerza integrada por militares con experiencia en las misiones de paz que coordinara con efectivos policiales y se les votara un estatuto que regulara sus intervenciones.

    Hoy hay cientos de efectivos militares destinados a la custodia perimetral carcelaria de varios establecimientos de reclusión, a la custodia de nuestras fronteras para controlar el contrabando y la introducción de drogas —todas con especial resultado y éxito.

    Leía notas de medios brasileros que informaban que la presidenta Rousseff había ordenado la utilización de efectivos militares en coordinación con efectivos policiales para recuperar la segunda favela en importancia —algo así como 100.000 habitantes— que cobija a miles de narcos, y delincuentes de toda clase y que la Policía no había podido sanear.

    A Dilma —que al igual que Mujica tiene antecedentes como guerrillera—, que estuvo años presa y torturada, no le ha temblado la mano para disponer que las fuerzas armadas colaboren en la lucha contra la delincuencia.

    Acá navegamos en el mar de los preconceptos y prejuicios, los militares no quieren asumir dicha misión y la Policía —en general en ambas instituciones— tampoco quiere la intervención de aquellas. ¿Por qué?

    Seguramente viejos prejuicios como que los militares no tienen la formación del policía y a estos les resultaría casi imposible coordinar tareas. Es verdad, no la tienen, pero ¿qué pasa en el Congo, Haití y en otros destinos?

    Quién puede negar que los tiempos han cambiado y mucho; un país como el nuestro no puede darse el lujo de desaprovechar la enorme experiencia que tienen los efectivos militares que han participado en las misiones de paz donde luego de muchos años lo más que han hecho desde el punto de vista militar es tirar tiros al aire para resolver alguna situación y destacarse por el formidable trabajo de integración social que han concretado.

    ¿Y estamos dispuestos a seguir prescindiendo de esa experiencia cuando en nuestro país crecen los asesinatos, las rapiñas, los robos, las violaciones, los copamientos?

    No es sensato y de suma irresponsabilidad de parte de quienes tienen la responsabilidad de preservar nuestras vidas, nuestros bienes y sobre todo nuestro tradicional estilo de vida, que disfruto de vivir con tranquilidad, sin angustias, sin temores como los viven miles y miles de compatriotas, de no intentar algo distinto a lo que se viene haciendo.

    Se invirtió mucho dinero porque hoy tienen lo que nosotros y anteriores a nosotros nunca tuvimos, se cambian estrategias, se renuevan jerarquías y el resultado es casi nulo… todo sigue creciendo en materia delictiva.

    Un gran ejemplo de madurez política y de audacia transformadora sería experimentar una solución que apuntara a devolver —no a los cientos de muertos que la delincuencia viene dejando— a la ciudadanía de nuestro país la calidad de vida que fue ejemplo en el mundo—.

    Esc.Guillermo Stirling

    CI 1.061.057-0