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    Rigoletto

    Sr. Director:

    Estimados:

    Les escribo esperando que mis críticas y comentarios negativos no les caigan mal. Los hago con el único propósito de que Uds. sepan reconsiderar el alcance de vuestro trabajo y buscar caminos más acertados.

    Esto viene como consecuencia de la lamentable representación de Rigoletto en el Solís el viernes 13/9. Vivo en Montevideo desde el 2016 y ya he sufrido de otra pésima representación hace un año: vuestro Werther.

    Les informo que tengo 85 años, que he presenciado en vivo mas de 1.240 funciones de ópera en todo el mundo, dedicando una parte significativa de mi tiempo y mis conocimientos a esta especialidad. Mi discoteca incluye centenares de grabaciones desde las más veneradas históricas hasta otras realizadas por aficionados con talento.

    No me quejo de haber atendido a dos lamentables presentaciones. Eso —como Uds. seguramente deben saber— puede ocurrir aquí o en cualquier parte del mundo. El arte es así y a veces todo juega en contra de lograr un espectáculo digno.

    Lo que me extraña —y debo admitir me molestia— es que evidentemente los numerosos causantes de presentar tan lamentables resultados son perfectamente salvables con un poco más de profesionalidad. El que trabaja con fondos públicos tiene la obligación hacia sus conciudadanos, hacia su entorno, de realizar un trabajo más profesional.

    He vivido durante largos periodos en Buenos Aires y en Nueva York viajando intensamente para ver óperas en todo el mundo. No niego ni olvido que los medios económicos en este país son limitados. Pero —desde mi punto de vista— esto no explica las evidentes fallas ni de Werther ni de Rigoletto. En estos pocos años aquí he visto un excelente L’Italiana in Algeri en el Sodre y un muy logrado Gianni Schicchi en Ópera Joven. Estas dos instituciones trabajan en el mismo ambiente que Uds. Viven con las mismas limitaciones que Uds. Y, sin embargo, obtienen resultados que están a “años luz” de los vuestros.

    Esto solo puede explicarse (pero jamás justificar) por la falta de criterios profesionales vuestros. Es evidente que la selección de cantantes se debe a factores ajenos a los requerimientos técnicos y artísticos de los papeles que deben cubrir. No es problema mío tratar de entender cuáles son los motivos de tales errores. He conocido y colaborado con varios directores de “casting” de grandes casas de ópera. He presenciado las presiones de todo tipo que a veces sufren por parte de agentes. También conozco el “toma y daca” al cual se prestan algunos (ir)responsables para conseguir contrataciones para ellos mismos o sus amigos.

    Olvidemos que el papel de Werther o de Gilda o del Duque fueron totalmente deficientes. Una noche mala puede ocurrirles a los más afamados cantantes. Pero el problema aquí es que los “artistas”(?) contratados no tienen las mínimas condiciones para hacer frente a su cometido. No solo sus voces no son las adecuadas sino que no tienen la menor noción de las exigencias de sus papeles. No saben cómo cantar su rol.

    En ambos casos la orquesta fue pésima, bien debajo de un nivel mínimo aceptable. ¿Falta de ensayos? En parte, puede ser. Pero también falta de estilo, abandono de toda sutileza, frecuentes errores, etc. Vuestras orquestas uruguayas están frecuentemente muy por encima de estos lamentables resultados. Tienen directores de orquesta más profesionales y con sólidos conocimientos que saben obtener resultados dignos y a veces brillantes. ¿Por qué el Solís no exige eso?

    El Uruguay ha demostrado que, a pesar de la falta de recursos, puede con su cultura, con empuje, con dedicación lograr milagros. Véase el Ballet o la exposición Picasso o la calidad de muchas obras teatrales, la realización de grandes obras sinfónicas.

    Lo que falla aquí no se debe ni se puede atribuir a las limitaciones del medio ambiente. Debemos buscar las evidentes fallas en la calidad del trabajo realizado.

    Cordialmente,

    Jorge Helft

    Al no haber recibido ninguna contestación ni comentario, me permito solicitarle publicar mi mensaje como carta de lectores. Soy convencido de que la vida cultural de Montevideo es excepcional. No obstante muchos aspectos de la misma pueden y deben mejorarse. Me preocupa y me duele cuando los resultados se ven anulados por malas decisiones de los responsables.

    Jorge Helft