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    Romance y matufias del fútbol

    N° 1977 - 12 al 18 de Julio de 2018

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    Los vínculos entre política y fútbol son tan viejos como ese deporte. El invento inglés sepultó la filosofía del pulgar hacia abajo con el que el mandamás político ordenaba en Roma la muerte del derrotado. Con el paso de las décadas apareció el pulgar de los mafiosos para despejar su camino, aumentar su fortuna personal y untar las arcas de sus cómplices. Algunos políticos.

    La romántica historia del fútbol uruguayo —la de la emoción pura, camisetas compradas a escote, olor a linimento, colectas para los sueldos y espíritu de servicio— fue escrita con el corazón hasta que la corrupción se extendió.

    Una mirada hacia esa etapa romántica permite observar que el presidente Tabaré Vázquez fue presidente de Progreso y el expresidente Julio María Sanguinetti, vicepresidente de Peñarol. Wilson Ferreira Aldunate se desempeñó como secretario de Nacional y luego como vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). El abogado blanco Eduardo Pons Etcheverry —protagonista junto a Enrique Tarigo del debate de 1980 que aplastó a los dictadores— fue presidente de Nacional.

    Hay más. Luis Tróccoli, diputado colorado, fue presidente de Cerro; Washington Cataldi, también diputado colorado, presidió Peñarol, y César Batlle Pacheco, hijo de José Batlle y Ordóñez, presidió la AUF después del Mundial de 1930.

    Todos participaron en años en los que la adhesión afectiva estaba por encima de los intereses económicos. En todo caso, buscaban notoriedad para su proyección política. A partir de 1974, cuando João Havelange llegó a la presidencia de la FIFA, se desató una corrupción que se consolidó durante los 24 años de su mandato. En Uruguay la ejerció Eugenio Figueredo como presidente de la AUF, primero, y de la Conmebol, después. En 2015, la Justicia de Estados Unidos desnudó una trama mafiosa cuando volteó a Joseph Blatter y a dirigentes de varios países. Todos se llevaban su tajada. Pero no todos cayeron. (*)

    Si hoy se equipara el fútbol con un país sería la decimoséptima economía mundial. Muchos de sus actores (jugadores, técnicos y empresarios) son multimillonarios inspirados en la filosofía de Mafalda: “Nadie amasa una fortuna sin hacer harina a los demás”. Mandan más que sus empleadores, salvo que sean árabes o chinos.

    Veamos comparaciones arbitrarias: Cristiano Ronaldo tiene un jet privado de US$ 21 millones y uno de sus autos (Bugatti Veyron Gran Sport) cuesta US$ 2 millones; su pase del Real Madrid a la Juventus será de 100 millones de euros. Menos que los 180 millones que el PSG pagó por Kylian Mbappe.

    En 1975, Pelé era jugador libre y cobró del Cosmos de Nueva York, por un contrato por tres años, US$ 2,8 millones. Hace dos años, el PSG fichó a Neymar en 222 millones de euros. En 1986, River argentino vendió a Enzo Francescoli al Matra-Racing francés en US$ 4 millones. River lo había comprado en Uruguay por US$ 310.000.

    La actual topadora del dinero no tiene límite. Solo por clasificar al Mundial de Rusia las selecciones recibieron casi US$ 2 millones, 500.000 más que en el Mundial de Brasil 2014 y un millón más que en Sudáfrica 2010. Algunos de los equipos que accedan a cada fase recibirán cifras que jamás imaginaron. En total se repartirán US$ 400 millones. Los patrocinadores aportaron US$ 225,4 millones.

    Son ejemplos inspirados por el razonamiento del diputado del Movimiento de Participación Popular (MPP) Alejandro Sánchez. En el programa Todo Pasa de Océano FM fue consultado sobre la citación al expresidente José Mujica a la comisión investigadora del Parlamento sobre la financiación de empresas en las campañas electorales entre 1999 y 2015. La comisión tiene como objetivo hacer una disección a la decisión de Mujica de 2013 de perdonar una deuda de casi US$ 10 millones de Tenfield con la DGI. También se citó a los responsables de Tenfield, aunque Francisco Casal y Néstor Gutiérrez respondieron que no van (Búsqueda Nº 1.976).

    La deuda que le atribuía la DGI era por evasión del Impuesto a la Renta y al Patrimonio derivada de la venta de jugadores.

    En noviembre de 2010, el poderoso presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, recibió a Mujica y a una comitiva en una visita no oficial. Pérez es uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada en 1.125 millones de euros. Casal sostiene que él es el empresario más rico de Uruguay.

    Pérez selecciona rigurosamente a quien recibe. El gobierno lo sabía a través del entonces embajador en España, Carlos Pita. Por eso, Mujica le pidió a Casal que gestionara esa visita. Pita aclaró luego que la Embajada no tuvo nada que ver con la gestión. El encuentro nada le dejó al gobierno. Tal vez a Mujica.

    Sánchez sostiene que a Mujica “le hizo daño” la cercanía con Casal por muchas cosas, por lo que tiene que ver con todo lo que viene de adentro del fútbol uruguayo, que es un tema muy complicado. “Las matufias y las negociaciones que hay ahí adentro” deberían estar al margen de la actividad política. En cambio, cada vez lo están más.

    Mujica pidió que en la investigación parlamentaria se agregaran informes de que Tenfield les pagó a varios abogados, todos favorables a su posición. También solicitó agregar los informes de los fiscales de gobierno del momento, Daniel Borrelli y Miguel Toma. Casal ganó una acción en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo por haber sido erróneamente embargado y, en consecuencia, tenía derecho a ser indemnizado.

    En el libro Una oveja negra al poder, de Andrés Danza y Ernesto Tulbovitz, Mujica declaró que en el caso de la DGI cualquier decisión que tomara “era una cagada” porque “Paco le podría hacer un agujero al Estado” en un juicio civil, en el caso de que no se archivara la pretensión de la DGI. Reveló que para cerrarlo consultó a Vázquez. Ya no era el presidente emocional de Progreso, sino el ex y futuro presidente de la República. Las campañas son cada vez más caras.

    En la comisión investigadora del Parlamento —como ocurre en la mayoría de estos casos— seguramente nada se probará. Los fuegos artificiales son mayores que los hechos.

    De cualquier manera, es fundamental que quede constancia documental y detallada de todo el proceso porque formará parte de la historia. Esa historia que según el diputado Sánchez afecta a los políticos por “las matufias y las negociaciones” dentro del fútbol.

    (*) FIFA. La trama secreta de la mafia, Raúl Ronzoni, Ed. Fin de Siglo, 2016.