N° 1955 - 01 al 07 de Febrero de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Estén vigilantes”, dijo el sábado 27 el cardenal Daniel Sturla en la rambla Armenia durante el Séptimo gran rosario de bendiciones para la familia: “Hay que estar atentos a la ideología de género que se quiere imponer”. Con los rosarios en las manos, el público estalló en aplausos. Sturla se refirió a la ley de despenalización del aborto como un “atentado a la familia”, y consideró a los contenidos de la guía de educación sexual de las escuelas como una “locura que va contra el Dios creador”.
Hace ya algún tiempo que la expresión “ideología de género” se viene escuchando en nuestro país, pero no se trata de una exclusividad uruguaya: desde hace algunos años, la expresión ha aparecido en los discursos conservadores de varios países de América Latina. A fines de 2013 el entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, dedicaba uno de sus programas semanales de televisión a hablar en contra de la “ideología de género”, por ser “una herramienta” para “destruir a la familia”. En 2016, durante el plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia, las fuerzas opositoras basaron sus argumentos en que los acuerdos pretendían imponer la “ideología de género” en el país. En 2017, comenzaron a circular en México y Chile los “ómnibus antigénero” (en el contexto de la reforma constitucional de Ciudad de México y de la ley sobre el aborto en Chile). En el mismo año, en Perú, tenía lugar la marcha “Con mis hijos no te metas”, en contra del uso de la “ideología de género” en la educación básica, apenas unos meses antes de la manifestación “A mis hijos no los tocan”, organizada en Uruguay contra la guía de educación sexual de Primaria. En noviembre de 2017, la filósofa feminista norteamericana Judith Butler fue terriblemente atacada durante su visita a Brasil por un grupo de personas que se definían como “antigénero”.
Es fundamental tener presente que la expresión “ideología de género” para nada refiere a los estudios de género, sino que se trata de una fórmula creada “para oponerse al activismo de los derechos de las mujeres y de las personas LGBT”, como sostienen en su libro Roman Kuhar y David Paternotte (2017). Las campañas “contra el género”, advierten, están basadas en discursos y estrategias de naturaleza transnacional. Contrariamente a lo que proclaman sus voceros, las campañas antigénero “no se gestaron en las bases de las sociedades, sino en las altas esferas de la política internacional y la elaboración teológica”, señala la investigadora Sonia Corre^a (2017). La idea de género como “ideología” fue introducida en 1997 por el cardenal Joseph Ratzinger (antes de ser el papa Benedicto); su texto era un ataque a las ideas feministas, pero principalmente una respuesta a la Conferencia Mundial de Beijing sobre la Mujer, organizada por Naciones Unidas en 1995, donde el concepto “género” comenzaba a cobrar fuerza.
La lucha contra la “ideología de género” es una forma de resistencia contra los recientes avances que se vienen dando en América Latina en materia de derechos sexuales y reproductivos (como la despenalización del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, las leyes de identidad de género para personas trans o la inclusión de educación sexual en las escuelas). Esta batalla es también particularmente relevante en América Latina, porque varias investigaciones muestran “un paulatino distanciamiento de católicos y católicas en relación con las normas de moral sexual impuestas por el Vaticano” (Miskolci y Campana, 2017). Pero el fenómeno no es exclusivo de Latinoamérica: se ha dado también fuertemente en Europa, principalmente en Italia y España (donde se inventó el ómnibus “antigénero”), pero también en Francia, Alemania, Austria, Croacia, Hungría, Polonia y Eslovenia; siempre presentando estrategias similares.
Aseguran que la “ideología de género” promueve la homosexualidad, que incita a la pedofilia, que arruina a las familias, que es una “dictadura”: simplifican y distorsionan conceptos y hechos para generar miedo y ansiedades en la sociedad. A pesar del vínculo original con la Iglesia católica, las campañas antigénero cuentan hoy con la adhesión de muchos otros sectores religiosos (evangélicos, budistas, musulmanes), así como también de sectores laicos, en particular asociados a la derecha conservadora, pero también a sectores de izquierda.
Concuerdo con Sturla en que hay que estar “vigilantes” ante lo que se nos quiere imponer. Seguir hablando de “ideología de género” desde la ignorancia absoluta puede tener consecuencias para nada deseadas en nuestro país. Desconocer el origen de la expresión, y no comprender su diferencia radical con la profundidad crítica (por oposición a dogmática) de los estudios sobre género, puede generar un efecto reaccionario más grave de lo que creemos. Vivimos en un país con una trayectoria laica reconocida internacionalmente; tenemos las herramientas suficientes como para no terminar afirmando, como el pastor evangélico de Perú Ricardo Medina, que las inundaciones son un “castigo divino” por promover la “ideología de género” en las escuelas. Por favor, no nos permitamos como sociedad llegar a esto. Estemos vigilantes sí, que el miedo y la ignorancia sean siempre nuestros peores enemigos.