Seguir adelante

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Editorial

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Nº 2157 - 13 al 19 de Enero de 2022

El gobierno resolvió priorizar las medidas que promuevan la recuperación económica, tan demorada por estos casi dos años de crisis sanitaria por la pandemia de Covid-19. La semana pasada informamos en Búsqueda que debido a que la cepa ómicron está muy presente y creciendo en Uruguay “el Poder Ejecutivo procura conciliar opiniones entre aquellos proclives a adoptar medidas de mayor control y quienes se resisten en dar pasos atrás que puedan frenar la recuperación económica”. Finalmente optó por los segundos, y es una buena noticia.

Algunas voces desde la oposición vuelven al ataque con sugerencias y exigencias de más restricciones que seguramente demorarían ese crecimiento, apostando a que un posible enlentecimiento económico pueda ser favorable a sus intereses políticos. Más allá de los detalles específicos de las medidas que se puedan tomar, hoy no cabe duda de que el 2022 debería ser prioritariamente el año de acomodar el barco de la actividad económica.

Tenemos muy en cuenta que esta cepa se está propagando rápidamente pero los científicos empiezan a mirar más bien las cifras que tienen que ver con un efecto grave, que son las hospitalizaciones en los CTI y los casos de muerte. La diferencia entre la suba de los contagios y la gravedad de los enfermos es notoria. Siempre apuntamos que cuando se escribe de este tema debemos tomar en cuenta a las familias que sufrieron pérdidas irreparables en este último tiempo a causa del virus, pero también hay que tener en cuenta a las víctimas por derivaciones en la posibilidad de producir ingresos suficientes, que nos consta que las hay.

J.P. Morgan anunció a principios de diciembre que 2022 sería el año de la vuelta a la normalidad de la economía global y el fin del coronavirus. Hoy sigue de cerca la información consultando permanentemente a destacados científicos. En uno de esos encuentros celebrado los últimos días, el director del International Infectious Disease del Hospital General de Massachusetts, Edward Ryan, marcó algunas pautas.

Primero: casi el 100% de los casos positivos son por ómicron, es decir, que ya casi no hay delta. Segundo: la nueva variante provoca un pico de contagios que dura dos semanas aproximadamente y luego baja radicalmente en un tiempo similar. Tercero: los casos positivos pueden estar entre 20% y 50% de la cantidad de test realizados. Cuarto: en Massachusetts esperan que febrero sea un mes de limpieza y en marzo se vuelva a la normalidad. Quinto: la variante ómicron se instala en la parte superior del sistema respiratorio y por eso es tan contagioso, pero no baja como otras variantes (lo que lo hace menos peligroso). Sexto: el aumento de casos de hospitalización hay que tomarlo con pinzas, porque en general a todos los ingresados por cualquier enfermedad se le realizan test. Séptimo: no se va a necesitar vacuna específica para esta cepa porque para cuando esté pronta ya habrá desaparecido y el masivo contagio va a producir la inmunización necesaria. Octavo: el Covid-19 pasará a ser uno de los cuatro coronavirus que provocan las infecciones comunes. Noveno: el 40% de los casos serán asintomáticos. Y décimo: no vale la pena el seguimiento de contactos porque casi todos vamos a cursar la enfermedad.

“No hay necesidad de quedarse en casa, salvo inmunodeprimidos y personas de más de 85 años de edad, pero recomendamos no participar en grandes agrupamientos”, señala el destacado científico, y finaliza con lo que nos interesa a nosotros: “Estamos dando la última batalla al Covid, deberíamos reenfocarnos hacia una vida normal, pero la sociedad no está pronta para eso”. En nuestro país, ¿estamos prontos para seguir adelante? Ojalá que sí, porque es imprescindible.