Nº 2248 - 25 al 31 de Octubre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDe las más perturbadoras obras del mundo clásico De rerum natura, de Lucrecio, es la que acaso despierte las más discontinuas efusiones de admiración y rechazo al mismo tiempo. Es la primera objeción orgánica hacia el sentido de la trascendencia y hacia la inmortalidad del hombre, si se exceptúa lo poco que nos queda de su admirado Epicuro y lo mucho de su fama que ha podido sobrevivir. Nadie como Lucrecio, entonces, de manera completa se propuso encerrar en un vasto poema lírico el formato enciclopédico para demostrar el posible extravío, así lo quería, de las creencias de sus contemporáneos. El solo orden de la ponencia ya es una invitación que captura el interés y en cierta forma también la imaginación.
El libro primero, tras la invocación a Venus y el elogio a Epicuro, formula los dos axiomas centrales: nada procede de la nada, nada retorna a la nada. Trata acerca de la ilimitada vastedad del universo y de cómo en el mundo no hay más que materia. La materia está constituida por unas pequeñas partículas, eternas, indivisibles e invisibles llamadas átomos. Tras la descripción de las propiedades y la naturaleza de esas partículas, argumenta contra las doctrinas de antiguos filósofos, como Heráclito y Empédocles.
Expone luego el continuo movimiento de los átomos, a partir del cual se originan todos los cuerpos compuestos, y discute acerca de las cualidades secundarias de estos cuerpos. Los átomos solo tienen cualidades primarias de tamaño, forma y peso; únicamente adquieren las cualidades secundarias de sonido, color temperatura y olor al unirse para formar cuerpos compuestos. Finalmente establece que en el universo no existe solo este mundo, sino otros infinitos, que al igual que el resto de los objetos están sometidos al nacimiento y al inevitable fin.
El siguiente par de libros trata de la psicología epicúrea. A la naturaleza del alma y del ánimo se refiere en el libro tercero. El anima o principio vital y el animus, espíritu o mente, están íntimamente ligados entre sí. La naturaleza de ambos es corpórea y material, por lo tanto, mortal. Luego de formular varios argumentos contra la inmortalidad del alma, afirma que del alma y del espíritu nada queda después de la muerte. Ellos mueren con el cuerpo. Por lo tanto, resuelve, el miedo a la muerte no tiene razón de existir.
Se ocupa después de la teoría de la sensación, que se realiza mediante una especie de efluvios, materiales y sutiles, a los que denomina simulacrum. Estos se desprenden de las cosas (cuerpos compuestos), y luego de pasar por los órganos sensoriales llegan hasta el alma. Gracias a ellos percibimos todas las sensaciones, las formas, los sonidos, los colores, los sueños y el amor. Explica que la veracidad de los sentidos no puede refutarse, y aunque a veces dé lugar a ensueños y engaños, la sensación es en sí misma infalible. La que a menudo se equivoca y crea falsa ilusiones es la mente, captando cualidades que no están ni en los objetos ni en las imágenes.
A nuestro mundo y sus fenómenos están dedicados los libros quinto y sexto. El quinto trata de los orígenes del mundo y su fin, habla de la naturaleza y los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas. Acaba con la exposición de la historia del género humano. El tema del sexto son los fenómenos atmosféricos y telúricos como, por ejemplo, las nubes, el viento, los meteoros, los granizos, las piedras magnéticas, las lluvias, etcétera. Finalmente expone las causas de las enfermedades contagiosas y describe, de manera solemne, la peste que asoló a la ciudad de Atenas en el 430 antes de nuestra era.
El poema está dedicado a Cayo Memmio, personaje de ilustre familia romana, que fue pretor en Bitinia en el año 58 y después tribuno. Su participación en la vida pública y política fue incesante; y en repetidas ocasiones, a causa de sus costumbres desordenadas, se vio envuelto en escándalos y peleas. Algunos suponen que la dedicatoria de Lucrecio a Memmio se basa en la intención de lograr la protección de un hombre político e influyente. En verdad creo que esta dedicatoria es la probable consecuencia de una amistad, además de ser un gran desafío para Lucrecio y su poema, teniendo en cuenta su naturaleza didáctica, enseñarle la salvación a un espíritu tan innoble como se dice fue el de Memmio.