Nº 2208 - 12 al 18 de Enero de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEs algo archisabido que en nuestro medio los torneos se definen en los períodos de pases. Y si fuera necesario un ejemplo, lo ocurrido el año anterior fue harto elocuente. En tanto Nacional —a la postre el triunfador en toda la línea— reforzó convenientemente sus filas, su tradicional rival Peñarol no hizo lo mismo, por lo que su poderío se vio mermado notoriamente, en relación al de la temporada anterior. A lo que luego se sumó que varios de sus mejores futbolistas dejaron sus filas en los meses siguientes, buscando mejores horizontes; debilitando aún más, su ya limitado poderío. Aun ante ese disímil panorama, ambos equipos están hoy empeñados en reforzar sus filas del modo más adecuado; uno para poder consolidar lo hecho anteriormente, y el otro para cambiarlo radicalmente.
En ese proceso casi rutinario, se ha originado en estos últimos días una situación de aristas poco comunes: la contratación, por el equipo aurinegro, del futbolista Leo Coelho, apenas concluida la temporada anterior, en la que este defendiera la blusa tricolor. Este hecho singular ha despertado furibundas reacciones por parte de algunos hinchas de Nacional (en especial a través de las redes sociales) criticando duramente la actitud del futbolista, y también la de quienes —desde tiendas aurinegras— llevaron adelante dicha gestión. Al tiempo de repudiar esas cobardes actitudes, nos ocuparemos de recordar varias situaciones similares (o sea, la de futbolistas que han jugado en uno y otro equipo grande) ocurridas con anterioridad. Y que, por lo demás, comprenden trayectorias que son ciertamente muy superiores a la de este modesto zaguero brasileño.
Y bien. Algún colega (que se tomó el trabajo de ubicar una a una las situaciones de este tipo) estima que ha habido ya casi un centenar de casos, en un sentido u otro. Y, contra lo que era dable suponer, ello ha ocurrido ya desde los albores mismos del fútbol en nuestro país. Así, por ejemplo, el legendario Juan Pena jugó en Peñarol (o CURCC, si se prefiere) desde el año 1901, para pasar luego a Nacional en 1910. Y en sentido inverso, Germán Arimalo —que jugó en Nacional desde 1900— pasó a defender la casaca aurinegra en 1905. Pero la sorpresa es aún mayor, al comprobar que uno de los íconos de la mejor historia tricolor, nada menos que Carlos Scarone (hermano del más famoso Héctor), llegó a Nacional en año 1914, tras haberse iniciado en el año 1909 en tiendas aurinegras. Como lo es también el caso del legendario Ángel Romano (para el siempre recordado maestro del periodismo deportivo, el Dr. César L. Gallardo, el mejor futbolista uruguayo que viera en su vida) quien, tras jugar en Nacional, pasó a Peñarol en el año 1911.
Dando un salto en el tiempo, en el correr del siglo pasado hubo muchos otros casos similares que involucraron a futbolistas de singular nivel, con el detalle a destacar, de que no fueron transferencias directas de un equipo grande al otro (como lo ha sido este caso de Coelho), sino que, en el interín, habían jugado en otras instituciones. Así, Julio César Britos —que se iniciara en Peñarol en 1946— pasó a Nacional en 1955; y en el sentido contrario, el golero Walter Taibo, que defendiera el arco tricolor desde 1954, llegó a Peñarol en 1967. Algo más tarde hubo un par de casos que merecen una especial atención, por lo que fuera la trayectoria en esos futbolistas en las dos instituciones. El primero de ellos, fue el de José Pepe Sasía, quien —iniciado en Defensor unos años antes— arribó a filas aurinegras en 1961, tras un discreto pasaje anterior en el fútbol argentino. Se transformaría desde entonces en una pieza vital del equipo que obtuvo la Copa Libertadores de América de 1961, y también la Copa Intercontinental del mismo año, anotando goles decisivos en la finalísima ante Benfica. Sin embargo, unos años después, en 1968, su ulterior recorrido le llevó a jugar en Nacional, aunque sin el brillo que tuviera en su anterior pasaje por Peñarol. El otro caso de muy especiales características es el de Luis Cubilla. Iniciado en filas aurinegras en el año 1959, proveniente de su departamento natal Paysandú, se proyectó muy rápidamente al equipo principal. En este compartió con Sasía las conquistas de la Copa Libertadores e Intercontinental antes mencionadas, y tras actuar en otros importantes clubes del continente (es recordado su pasaje por River argentino, y su participación en las finales de la Copa Libertadores de 1966, que perdiera precisamente ante su exequipo) recaló sorpresivamente en Nacional en el año 1969. Y lo singular de su caso es que, en esta institución, fue nuevamente campeón de la Copa Libertadores en el año 1971, ante Estudiantes de la Plata, y también de la Intercontinental, ante el Panatinaikos de Grecia. O sea que se da en su caso, la rara singularidad de haber conquistado —en el lapso de 10 años— en nuestros dos clubes grandes, los lauros máximos a nivel continental y mundial.
En esa segunda parte del siglo pasado hubo varios futbolistas de gran nivel, que jugaron en uno y otro equipo grande. De entre quienes lo hicieron primero en Peñarol y luego con el tiempo en Nacional, podemos citar los casos de Pablo Forlán, Juan Masnik, Venancio Ramos, Ernesto Vargas, Marcelo Tejera, Luis Romero, Sergio Martínez, Alfonso Domínguez, José Luis Zalazar, Luis Aguiar, Ignacio Lores y más recientemente Juan Izquierdo. En sentido contrario, o sea jugando primero en filas tricolores y posteriormente en las aurinegras, aparecen entre otros, figuras de la talla de Antonio Alzamendi, Carlos “Pato” Aguilera, Marcelo Otero, Ildo Maneiro, Rúben Pereira, Carlos Valdez y el hoy técnico de la Selección Diego Alonso; más cerca en el tiempo Brian Lozano y, por último, en el actual período de pases, Sebastián Rodríguez.
Esta enumeración —incompleta, y quizás hasta fatigosa— apunta a significar que lo del brasileño Coelho no es un caso aislado, y que un recorrido similar (en un sentido u otro) lo han hecho, a su debido momento, un montón de futbolistas de renombre y reconocidas capacidad y trayectorias. Quizás, lo único distinto sea que, en la presente oportunidad, el pase de un equipo grande al otro se ha hecho en forma directa y sin transición; e incluso con la duda de si las gestiones que realizara la dirigencia de Peñarol para lograr su concurso, no se iniciaron cuando el futbolista estaba aún ligado contractualmente con Nacional. Pero, aun cuando fuera este el caso, nada justifica las gruesas amenazas o cuestionamientos a su moral que se le han hecho. En todo caso, nos permitimos reivindicar el derecho que este futbolista tiene, como cualquier otro profesional, para elegir la propuesta que más le convenga. Como tantos otros ya lo han hecho o habrán de hacerlo en el futuro.