• Cotizaciones
    lunes 09 de diciembre de 2024

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Tabaré Vázquez es el favorito en una carrera que tiene cuatro escenarios posibles para las elecciones nacionales del 2014

    El año que viene incluye dos, tal vez tres elecciones. En junio, con voto no obligatorio, las “internas” partidarias. En octubre, elecciones (con voto obligatorio) presidenciales y parlamentarias. Eventualmente, si en octubre ninguno de los candidatos presidenciales obtuvo la mitad más uno de los votos (en cuyo caso gana directamente la presidencia), en noviembre hay una “segunda vuelta” (balotaje) entre los dos candidatos más votados; gana el que recibe más votos.

    Las elecciones de octubre pueden verse como el centro de este proceso electoral. Junio prepara la cancha, eligiendo las Convenciones de los partidos y (directa o indirectamente) sus respectivos candidatos presidenciales. Noviembre, si es necesario, completa el trabajo de octubre, asegurando que el nuevo presidente sea votado por una mayoría absoluta de votos válidos. Ya no es posible, como en el pasado, ser presidente con una mayoría relativa. Sanguinetti fue presidente en 1994 con el voto de un tercio del electorado, pero desde 1999, cuando comenzaron a aplicarse las reglas actuales, todos los presidentes (Batlle en 1999, Vázquez en 2004 y Mujica en 2009) fueron elegidos por una mayoría absoluta de votos válidos; Vázquez directamente, sin balotaje, y Batlle y Mujica con balotaje.

    La mayoría de los observadores profesionales asumen que Tabaré Vázquez es “el favorito”: hoy, con la información disponible hasta principios de diciembre, sería el que tiene más chances de ser el próximo presidente de los uruguayos. En lo que sigue se examinan las razones por las cuales ese juicio parece correcto. La discusión se ordena de esta manera:

    —¿cuáles son los posibles resultados del año electoral?

    —al menos en términos relativos, ¿cuán probables son esos resultados?

    —¿en qué se basan esas probabilidades? (o, dicho más claramente, ¿por qué Vázquez es favorito?)

    —las cautelas: ¿la oposición “realmente” puede ganar?

    Las respectivas respuestas (más bien sus titulares) son:

    —En el año electoral pueden pasar muchas cosas, pero no cualquier cosa. Las posibilidades van desde una “repetición” de 2004 (Vázquez presidente en octubre, con mayoría parlamentaria propia) hasta una “repetición” de 1999 (Vázquez es el más votado en octubre, sin mayoría absoluta ni mayoría parlamentaria, y pierde en noviembre); en todos los casos Vázquez es el más votado.

    —El resultado más probable hoy, partiendo de la información disponible, es Vázquez presidente en noviembre, sin mayoría parlamentaria. Este es el resultado más probable; no es una certeza.

    —Este juicio resulta de tener en cuenta, simultáneamente, las encuestas de 2013, la evolución de las encuestas durante la última década, y (en algunos aspectos muy generales) la historia electoral de los últimos sesenta años.

    —Sí, efectivamente, la oposición tiene posibilidades reales de ganar la presidencia.

    Los resultados

    posibles

    (“escenarios”)

    Las encuestas y la historia electoral sugieren cuáles son los posibles resultados o “escenarios”, y también, aproximadamente, sus probabilidades relativas. Por un lado, las encuestas muestran las intenciones de voto, y su evolución en el tiempo dice mucho sobre el “clima” de la opinión. Por otro lado, la historia electoral permite identificar tendencias y factores que ayudan o lastran a los distintos competidores. Como se discute más abajo, encuestas y tendencias examinadas en conjunto pueden identificar posibles resultados (“escenarios”) y estimar sus probabilidades relativas.

    Los encuestadores profesionales y la mayoría de los analistas políticos piensan que en el año electoral 2014 muy probablemente (o “casi seguramente”) ocurrirá lo siguiente:

    (a) Vázquez y Bordaberry, que hoy aparecen como amplios líderes de sus respectivas internas, serán los candidatos presidenciales de sus partidos. La única interna competitiva sería la blanca, aunque las encuestas muestran a Larrañaga con ventaja;

    (b) salvo cataclismos extraordinarios el FA seguirá siendo el partido más votado del país, y por lo tanto es el único que podría gobernar por sí solo, con mayorías parlamentarias propias;

    (c) el “país partidario” que surgirá de octubre de 2014 seguirá mostrando dos mitades de tamaño comparable. Una mitad es el Frente Amplio, y la otra mitad incluye los partidos fundacionales, blancos y colorados; estos tres partidos seguirán siendo los más votados. Se puede discutir si el cuarto partido con representación parlamentaria, el Partido Independiente, debería ser visto en una posición intermedia propia, o sumado al bloque opositor;

    (d) no es claro cuál de esas dos mitades será la mayor en octubre de 2014. Si el FA es la mitad mayor (comparado con la votación de blancos y colorados), puede no haber balotaje (no necesariamente: hubo en 2009, pero no en 2004). Si la mitad mayor es la otra, como en 1999, entonces habrá balotaje, porque ni blancos ni colorados pueden tener mayoría absoluta en octubre de 2014 (salvo, otra vez, eventuales cataclismos imprevisibles). En ese balotaje competirían el FA y el más votado de los dos partidos fundacionales. Por último,

    (e) es prudente recordar que cuando las diferencias electorales son muy pequeñas, como lo fueron en 2009 y también parecen serlo ahora, los detalles de la discusión anterior se pueden complicar. Por ejemplo: el FA fue la mitad mayor en 2004, y en 2009 también logró mayoría parlamentaria propia. Pero comparado con la suma de votos de los otros tres partidos con representación parlamentaria (blancos, colorados, independientes) en 2009 el FA fue la mitad menor. Esto llevó al balotaje que finalmente eligió a Mujica, aunque los detalles de las reglas electorales le concedieron mayoría parlamentaria al FA a pesar de ser la mitad menor (y por eso hoy esas reglas electorales son criticadas) (1).

    Como se ve, estas premisas compartidas por los observadores no surgen solo de las encuestas. A diez meses de octubre esta clase de afirmaciones solo pueden considerarse “casi seguramente” correctas, porque se apoyan en juicios (que la formulación anterior no explicita) sobre ciertas características del sistema de partidos y del comportamiento de los votantes. Esas afirmaciones, especialmente (b), (c) y (d), no podrían hacerse en otros países con cuatro partidos y resultados de encuestas iguales a los uruguayos. Lo que las hace muy razonables en Uruguay son las características de los partidos y sus votantes, tal como se las aprecia en su historia político-electoral.

    Si se aceptan las premisas anteriores, quedan solo cuatro escenarios posibles: (I) Vázquez es elegido presidente en octubre, con mayoría parlamentaria propia, como en 2004; (II) Vázquez presidente en noviembre, no en octubre, manteniendo su mayoría parlamentaria (como Mujica en 2009); (III) Vázquez presidente en noviembre, pero sin mayoría parlamentaria propia (como Batlle en 1999), y (IV) Vázquez pierde la presidencia a manos del candidato de la oposición (como ya le ocurrió en 1999: en octubre fue el más votado, pero perdió en noviembre).

    Las probabilidades

    relativas de los

    distintos escenarios

    Más allá de la identificación de esos escenarios, las opiniones profesionales no necesariamente coinciden. A juicio de Cifra, en el estado actual de la opinión, por las razones que se presentan más abajo, entre los cuatro escenarios el más probable es el tercero, Vázquez presidente en noviembre, sin mayoría parlamentaria propia. Cada uno de los otros tres escenarios (el primero, como el propio Vázquez en 2004; el segundo, como Mujica en 2009, y el cuarto y último, la oposición gana la presidencia) es menos probable que el tercero. Las probabilidades de cada uno de esos tres escenarios serían gruesamente similares. En suma: Vázquez es el favorito, el que hoy tiene más probabilidades de ganar, porque es el ganador en tres de los cuatro escenarios, incluyendo el más probable de los cuatro. Pero en este esquema es más probable que su gobierno no tenga mayoría parlamentaria, porque ese es el resultado del escenario más probable (el III, y también de uno de los otros tres escenarios que tienen aproximadamente la misma probabilidad (el IV).

    ¿Cómo se llega a esta asignación de probabilidades relativas para los distintos escenarios? Esto se hace, como ya se observó, combinando un análisis de los resultados de las encuestas de hoy con las tendencias electorales de los últimos años. En la discusión que sigue las “dos mitades” se definen como el FA por un lado, y blancos, colorados e independientes por otro, porque ésa es la división que “normalmente” determinaría si el FA consigue o no mayoría parlamentaria (a pesar del caso excepcional de 2009).

    Comenzando ahora por las encuestas, en 2013 están mostrando una ligera ventaja para el FA o un empate entre las dos mitades (“empate” es una diferencia entre ellas de menos de un punto porcentual). También sugieren que los indecisos son más favorables a la oposición que al oficialismo. Para las encuestas, entonces, las cosas están “en el filo de la navaja”, como lo estuvieron a fines de 2008 y principios de 2009. Estos resultados, por sí solos, no pueden asignar probabilidades ni siquiera relativas a los distintos escenarios. Para eso es necesario apoyarse en otra clase de información.

    Los resultados electorales desde mediados del siglo pasado, cuando el sistema de partidos era todavía bipartidista, muestran una regularidad empírica vigorosa formulada por Adolfo Garcé del siguiente modo (2): en el Uruguay de los últimos sesenta años “gobernar cuesta votos”. En efecto: sin tomar en cuenta 1984 (por razones que se explican a continuación), desde 1950 hasta el presente hubo once elecciones (1950, 54, 58, 62, 66, 71; 1989, 94, 99, 2004, 09). En ellas los partidos que gobernaban ganaron votos por comparación con la elección inmediatamente anterior solo en dos casos (los colorados en 1950 y nuevamente en 1999). En este análisis no se tiene en cuenta la elección de 1984 (salvo como punto de partida del período 1984-89) porque el gobierno pre-1984 no era democrático ni competitivo; no surgió de elecciones, y no había “partido gobernante”, sino un gobierno militar surgido del golpe de Estado de 1973. Las elecciones de 1946 también se consideran solo como punto inicial del gobierno colorado 1946-50.

    En las otras nueve elecciones del período los respectivos oficialismos (colorados, blancos, frentistas: los tres partidos mayores) perdieron votos por comparación con los que habían obtenido en la elección anterior. Esto significa que en el 82% de los casos (nueve elecciones en once) gobernar hizo perder votos a los respectivos partidos de gobierno. La serie histórica, dice Garcé, “muestra que cuando un partido gobierna con viento en contra (como el Partido Colorado en 1955-1958 o en 2000-2004) pierde más apoyo que cuando sopla viento a favor (Luis Alberto Lacalle 1990-1994 o Vázquez 2005-2009)”. Pero sea cual sea la dirección del viento, normalmente pierde votos. Durante esos años, los partidos de gobierno perdieron en promedio siete puntos porcentuales del electorado durante su gestión (su votación al final del período cayó siete puntos). Desde 1950 hasta hoy la regla ha funcionado correctamente en el 82% de los casos. Esa, entonces sería la probabilidad del FA de volver a perder votos en 2014, como ya los perdió en 2009.

    Este argumento puede llevarse un paso más adelante. Durante esos años hay cinco ciclos de tres elecciones consecutivas en los cuales la tercera elección juzga la gestión de gobierno de un mismo partido durante dos períodos consecutivos (los colorados en 1946-50-54, y nuevamente en 1950-54-58; los blancos en 1958-62-66; los colorados en 1994-99-2004, y el FA en 2004-09-14). El resultado del quinto ciclo (el FA, gobiernos Vázquez y Mujica) recién lo sabremos a fines de 2014. Pero en los cuatro ciclos anteriores la regla es absoluta y sin excepciones: en todos los casos el partido de gobierno perdió votos en su segunda reelección, tanto con respecto a la elección que lo llevó al gobierno como a la elección que le ganó su segundo mandato consecutivo. Si el FA ganara votos en 2014, estaría quebrando esta regla (o “regularidad empírica”) hasta ahora sin excepciones (3).

    Aunque las encuestas recientes por sí solas nos dejen “en el filo de la navaja”, estas últimas consideraciones inclinan la balanza. La elección de 2009 realmente estuvo “en el filo de la navaja”: las diferencias entre las dos mitades fueron muy, muy pequeñas (solo así se explica la mayoría parlamentaria propia obtenida por la mitad menor). Si para octubre de 2014 se espera que el FA pierda votos respecto a 2009, entonces, si la pérdida es pequeña, perdería la mayoría parlamentaria pero habría segunda vuelta y ganaría Vázquez, escenario (III). Porque si la pérdida es pequeña, en octubre Vázquez estará muy cerca de la mitad, y en esas condiciones lo más probable es que en noviembre finalmente alcance esa mitad. La información disponible, y muy especialmente la estabilidad de las encuestas durante el año 2013 (que son, además, similares a las de 2008), y del comportamiento electoral durante los últimos diez años (en términos de las preferencias de los uruguayos por una u otra de las dos mitades), sugieren que la pérdida debería ser efectivamente pequeña, y por eso este escenario (el III) es el más probable de los cuatro.

    Si la pérdida no es pequeña Vázquez probablemente perdería la presidencia, escenario (IV), y si la pérdida fuera grande, como el promedio histórico calculado por Garcé, entonces el candidato de la oposición “casi seguramente” ganaría. Pero estos resultados son relativamente menos probables por la misma razón anterior: la estabilidad de las encuestas y del comportamiento electoral de los uruguayos durante los últimos diez años.

    Finalmente: el primer escenario (Vázquez presidente en primera vuelta con mayoría parlamentaria propia) es poco probable porque implica mejorar la votación de Mujica, contrariando claramente la tendencia histórica, y el segundo escenario (“como Mujica en 2009”) también es poco probable, por la misma razón.

    Aunque estas consideraciones no cuantifican las probabilidades de cada uno de los cuatro escenarios, sí establecen sus probabilidades relativas: el más probable es el (III), Vázquez presidente en noviembre, sin mayoría legislativa propia. Los otros tres escenarios son todos ellos menos probables, y sus probabilidades son aproximadamente similares (4). Esto es suficiente para el propósito actual.

    Encuestar y

    pronosticar

    Aunque las encuestas por sí solas no sean suficientes para estos fines, los encuestadores deben publicar sus resultados, por razones de ética profesional y para que todos puedan llegar a sus propias conclusiones. Pero en el estado actual de la profesión y de la academia, pronosticar a mediano o largo plazo solo con encuestas es básicamente suicida. Esa es la situación actual: en una campaña electoral, diez meses (lo que nos separa de octubre de 2014) es más bien muy largo plazo.

    En la práctica esa clase de pronósticos largos “a pura encuesta” ya no se hacen, ni siquiera entre nosotros, aunque no siempre lo veamos así. Recuérdese que las “convergencias” desde (a) hasta (e) resumidas más arriba implican algunos supuestos sobre el comportamiento de los votantes que no pueden surgir de las encuestas.

    El panorama en los países que en estas materias tienen tradiciones de investigación académica y aplicada mucho más extensas que la nuestra es más claro, aunque hay algunas polémicas. Las mejores predicciones en las campañas electorales recientes suelen ser de esta clase: combinan encuestas y otros tipos de información (5). Por otra parte, si pronosticar bien requiere algo más que encuestas, también es cierto que no es posible pronosticar bien sin encuestas. Los contraejemplos conocidos en otros países (modelos predictivos relativamente exitosos sin encuestas) tienen una vida útil limitada; solo funcionan bien durante un período relativamente breve. En Uruguay también hubo un modelo de esta clase, sorprendentemente sencillo, que funcionó bien durante una década (1994-2004) (6).

    Cautelas y

    perspectivas

    Estos escenarios parecen depender poco de los acontecimientos de corto plazo, pero eso es más bien una ilusión óptica. Parece que dependen poco porque los resultados de las encuestas son muy estables. La ilusión se rompe si las encuestas empiezan a cambiar, cosa que puede ocurrir, por muchas razones. Sin pretensiones de exhaustividad, no sabemos cómo evolucionarán los procesos judiciales relativos a Pluna, ni qué clase de consecuencias tendrán sobre el electorado; la historia de la central sindical en la construcción de viviendas para trabajadores por ahora es menos espectacular, pero podría tener mucho impacto sobre el FA (aunque el desarrollo público de esa historia recién está empezando, ya se puede anticipar que será accidentado); sin olvidar que el electorado está percibiendo carencias importantes en materia de seguridad y educación públicas.

    Aunque Vázquez tenga mucha influencia real sobre el gobierno, todos estos problemas son complicados, resultan de una acumulación de tensiones, desajustes y errores a lo largo de varios años, y no tienen soluciones a corto plazo. En menos de un año el gobierno no los puede resolver, tal vez menos aún en un año electoral. Durante la campaña, Vázquez y el FA, en suma, estarán expuestos a problemas que no pueden controlar (“se fueron de las manos”). Todo lo que pueden hacer es minimizar daños y crear un clima de avance en las direcciones correctas. Es posible, pero no es sencillo.

    Con cautela y los pies en la tierra, se puede concluir que los escenarios presentados aquí muestran el estado inicial de una campaña que probablemente entrará en calor (no solamente por el verano) recién en la segunda mitad de enero. Vázquez arranca favorito, pero no hay certezas, y la oposición puede ganar.

    (1) Guillermo García Costa y Rodolfo González Rissotto, “El fin de la inocencia: la representación proporcional integral falseada” (Montevideo, Ediciones de la Plaza, 2013)

    (2) En una columna de “El Observador”, “El candidato o la gestión”, 21 de noviembre de 2012.

    (3) Argumento ya expuesto en esta misma columna en Búsqueda, 2 de mayo de 2013.

    (4) En sentido estricto, el primer escenario ((I), “Vázquez, como en 2004”) debería ser menos probable que el (II), “como Mujica”, porque implica una desviación mayor respecto a la tendencia histórica. Esto significa que si Vázquez gana, probablemente llegaría a su segunda presidencia con menos votos que a la primera, como Sanguinetti. También se podría argumentar, más débilmente, que los escenarios (II), “como Mujica” y (IV) “Vázquez pierde” tendrían probabilidades similares, porque los dos suponen apartamientos modestos, aunque de distintas reglas: el (II) se aparta de la tendencia histórica, pero no de las regularidades de las encuestas de los últimos tiempos, y el (IV) requiere lo opuesto: no se aparta de la tendencia histórica, pero sí de las regularidades de las encuestas. Un orden más completo, entonces, establecería al escenario (III) como el más probable, seguido por los (II) y (IV), con probabilidades más bajas, similares entre sí, y finalmente el (I).

    (5) Como las de “FiveThirtyEight”, un muy citado blog político del “New York Times”.

    (6) El modelo original, anticipando resultados electorales de 1999, fue propuesto por L.E.González en “Los partidos establecidos y sus desafiantes”, en González y otros, “El sistema de partidos uruguayo en tiempos de cambio” (Montevideo, Universidad Católica - Fundación Banco de Boston, 1999), y actualizado y expandido a 2004 por González y Rosario Queirolo en “Las elecciones nacionales de 2004: posibles escenarios”, en Elecciones 1999-2000 (Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental - Instituto de Ciencia Política, 2000)

    © Luis E. González. Derechos reservados (especial para Búsqueda).