Nº 2101 - 10 al 16 de Diciembre de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Estoy donde tengo que estar”, comentó el expresidente Tabaré Vázquez a los periodistas de Búsqueda, que le agradecieron su visita a la sede del semanario el 26 de julio de 2017. Apenas dos días antes lo habíamos invitado a él como presidente y a los expresidentes a que participaran en la entrega de un premio que la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) le dio a nuestro exdirector Claudio Paolillo. Vázquez no contestó ni que sí ni que no. Simplemente, a la hora señalada, tocó el timbre de la puerta de Búsqueda. Después del homenaje, abrazó con convicción a Paolillo y realizó declaraciones a todos los medios presentes. En esa oportunidad, fue la primera vez que dejó entrever la posibilidad de la renuncia de su entonces vicepresidente, Raúl Sendic. Eligió hacerlo ese día, en una instancia de celebración del periodismo. Paolillo falleció unos meses después como consecuencia de un cáncer de páncreas y Vázquez fue de los primeros en concurrir a su velorio.
Vale la anécdota para destacar una de las principales características de la vida de Vázquez: siempre estuvo donde tenía que estar. Así lo recordará la historia, que ya lo tiene entre los elegidos. Dirá que fue dos veces presidente, intendente de Montevideo, oncólogo reconocido, dirigente de fútbol y muchos otros méritos. Que fue el encargado de llevar al Frente Amplio primero a gobernar la capital y después todo el país. En definitiva, lo pondrá en el selecto grupo de los protagonistas de su tiempo.
Porque Vázquez hizo historia. Y, otra vez, la hizo porque eligió siempre estar en los lugares en donde tenía que estar. Fue un símbolo de aquel Uruguay de oportunidades que ha ido quedando atrás y aprovechó cada una de ellas. Nació en una familia de clase media baja, en un barrio popular, cursó los estudios primarios y secundarios en la enseñanza pública y luego se recibió de médico en la Universidad de la República. Así logró mejorar su situación económica, a base de estudio y esfuerzo personal. El país en el que creció se lo permitía.
Fue presidente del equipo de fútbol de su barrio, Progreso, y logró que fuera campeón uruguayo en 1989. También tuvo militancia en otras organizaciones sociales y dijo que sí cuando lo fueron a buscar desde el Frente Amplio para que fuera candidato a intendente de Montevideo en 1989. “No vas a ganar. Es para ayudar y después volvés a lo tuyo”, le dijeron algunos, pero él estaba convencido de lo contario. Y tenía razón: ganó. Una vez más: estaba donde tenía que estar, en el momento que tenía que estar.
El desafío lógico posterior era llegar a la presidencia de la República. Lo intentó varias veces. En 1994 perdió por unos pocos votos, en 1999 volvió a ser derrotado, pero en la segunda vuelta después de la reforma constitucional de 1996, y en 2004 ganó con mayoría absoluta. Tenía claro el objetivo y se fue acercando a él de a poco, paso a paso. Como era su costumbre, nunca abandonó el lugar en el que tenía que estar.
En el camino tuvo algunas alegrías y penas, peleas, distanciamientos y hasta renuncias. Tomó buenas decisiones y otras equivocadas, que le valieron duras críticas inclusive desde estas páginas. Tuvo disputas importantes con el líder histórico del Frente Amplio Liber Seregni y compitió y se distanció de otro de los referentes de la izquierda, Danilo Astori. Pero recurrió a ellos cuando era necesario, cuando la victoria se acercaba. Fiel a su tradición, se mostró con ellos cuando era allí donde tenía que mostrarse.
Lo mismo ocurrió durante su gobierno. Tuvo aciertos y errores, llevó adelante reformas importantes y también de las otras. El primero fue mucho más fructífero que el segundo, sin lugar a dudas. Pero igual o más importante que todo eso es lo que él mismo se encargó de resaltar en la última entrevista que dio con vida, para el programa El legado, de Canal 10. Allí destacó su condición de gobernante serio y responsable y agregó que con su llegada al poder se cayeron varios mitos, referidos a la inestabilidad que podría causar el Frente Amplio si ganaba las elecciones. Es cierto y él tiene mucho mérito en eso. Es probable que no hubiera ocurrido así sin su moderación una vez arribado al poder. También en esos tiempos estuvo donde tenía que estar en el momento indicado.
Hoy nos toca a nosotros estar junto con él, con su familia, con sus amigos y con sus compañeros, y acompañarlos en su dolor. Es donde tenemos y queremos estar.