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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¡Finalmente, la ilusión terminó!
Tal vez sea el momento de iniciar otra mucho más importante que el fútbol, y que incluya al fútbol: entre todos reconstruyamos Uruguay. Todos deberíamos ser responsables de ese proyecto.
Pocos años atrás quise escribir sobre los fenómenos Óscar Tabárez y Julio Bocca. Fui a la casa que Julio Bocca arrendaba en la rambla y me informaron que se había mudado. Me subí al auto y me fui a lo del maestro Óscar Tabárez.
Lo encontré en el jardín y hablamos un par de minutos a través del portón de entrada. Le dije que quería escribir algo sobre el proceso que estaba llevando adelante con el fútbol porque a mi entender trascendía el fútbol.
Seguramente no me supe explicar, le dejé una carta diciendo quién era y pidiéndole una entrevista de una hora para hablar del tema. Tal vez pensó que yo era alguien que quería aprovechar la oportunidad con algún interés personal, tal vez no pude explicar la importancia que le daba al tema. Me dijo que no tenía tiempo, que tenía una agenda muy apretada. Le dejé la carta y me retiré.
Nunca me llamó.
Sin el fútbol, que es lo que todo el mundo entiende, desistí de ir a ver a Julio Bocca porque todo el mundo iba a pensar que los éxitos del ballet se debían a que era gente diferente, con una cultura diferente.
Yo antes habría pensado así, ¿por qué la reacción de la gente habría de ser diferente a la mía?
Pocas palabras sobre mi persona para que podamos entender lo que sigue. Fui gerente general de una multinacional en Uruguay y en varios países y regiones de Latinoamérica.
En una oportunidad participé en un seminario organizado por la empresa, para gerentes latinoamericanos, sobre liderazgo y logro de objetivos. Éramos todos gerentes generales de distintos países de una empresa de alta tecnología que estaba considerada, en su momento, como líder mundial en gestión de negocios.
La sorpresa fue mayor cuando nos presentaron al principal orador del evento que tendría dos días de duración: ¡Era el entrenador de un cuadro de fútbol! Pensamos que el que lo había invitado se había vuelto loco.
¿Qué podría enseñarnos un entrenador de un cuadro de fútbol sobre liderazgo y gestión a gerentes generales de una de las principales empresas del mundo?
Se quedó con nosotros medio día contestando preguntas e intercambiando experiencias. Tenía los mismos problemas que nosotros, complicados muchas veces por el nivel cultural de sus dirigidos.
Sin saberlo, porque por supuesto lo ocultamos, le dio un baño de humildad a nuestra arrogancia.
Cambiar la cultura de un grupo de personas, crear un equipo de alto desempeño, motivar a los buenos, separar a los malos, fijar objetivos y trabajar para lograrlos no estaba ligado a la complejidad del producto que se vende (fútbol, computadoras, automóviles), sino a los planes que se harían para producirlos, la capacidad de liderazgo para ejecutarlos, la creación del equipo con el que lo haríamos y el profesionalismo que tuviéramos para llevarlos adelante.
Los ejemplos de Tabárez y Bocca no es algo de elegidos, no hicieron algo sobrenatural, son líderes que tuvieron un plan y crearon un equipo profesional para llevarlo adelante. Y toda su gente estuvo comprometida con ese plan y luchó para que fuera exitoso.
Después, la perfección es muy difícil de lograr, y cuando se logra no es permanente; pero si se sigue en el mismo camino, los éxitos serán mayores que los fracasos.
Para hacerlo a escala nacional se necesita lo mismo, alguien que tenga un plan que pueda explicar claramente donde nos llevaría y un equipo que sepa llevarlo adelante. ¿Parece imposible? Si pudimos tener un cuadro de fútbol que dio que hablar, si pudimos tener un ballet que era impensado que alguna vez pudiésemos haber tenido, ¿por qué no luchar para tener un país del cual podamos enorgullecernos?
Wilmer Gueçaimburú