Sr. Director:
Sr. Director:
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAtaques en París; cuestión de la humanidad. Días pasados la ciudad de París fue víctima de múltiples ataques terroristas en varios sitios, como es de público conocimiento, dejando un muy importante y lamentable saldo de víctimas; pero lo que es más grave, intimidando, al menos por algún tiempo, la propia cotidianeidad de ciudadanos del mundo todo.
Ante el asombro y enorme preocupación de los Estados y sus habitantes, desgraciadamente, con bastante frecuencia, continúan desfilando amenazas y ataques terroristas de distinto calibre pero con igual mensaje (desestabilizar la vida en sociedad), sin que las autoridades de turno, al parecer, en los distintos Estados logren conjugar sus esfuerzos conjuntos para combatir proactivamente este flagelo. Es que quizá a la hora de poder armonizar sus respectivas labores de inteligencia, viven el escollo de ver debilitado su propio espectro de seguridad nacional (vinculada a los principios de soberanía y no intervención). Esto es, el límite a la misma salvaguarda de las vidas humanas que se pierden en cada atentado sumado a las amenazas de quienes se vean expuestos a vivirlos, parece no ser suficiente para que los Estados bajen sus propias barreras de tutela a su autodeterminación en pro de evitar delitos de lesa humanidad, como es el terrorismo.
La vulnerabilidad que estos sienten cuando se enfrentan al conflicto de tener que compartir información de inteligencia, que si bien puede ayudar a neutralizar la amenaza terrorista como tal, podría a su juicio disminuirles su posicionamiento frente a sus pares, hoy nos expone a las poblaciones civiles a quedar a merced del terror.
No creo que deba polarizarse entre los fines personalistas de la humanidad viviendo en sociedad, funcionando y realizándose en ella, y la preservación de los Estados como instituciones que miran por su propia integridad y continuidad y con recelo vedan información interna, en el sentido expresado. Al contrario, la madurez institucional de los Estados y su verdadera fortaleza estará dada, en todo caso, por el hecho de poder unir los conocimientos e información, inicialmente fragmentarios que cada uno obtenga, en pro de una estrategia conjunta que defienda a tiempo a la humanidad en su conjunto.
Cada ataque nos vuelve menos humanos a los victimarios y a las víctimas, en la medida que logra paralizarnos e inhibir el desarrollo normal de la civilización. Todo lo que pueda hacerse para evitar su ocurrencia, no sólo nos dignifica sino que supone un enorme compromiso ético frente a las generaciones venideras.
Ojalá que este no sea el comienzo de una nueva era en la que salir a la calle sea una quimera y que sí se busque que los Estados puedan cumplir su principal función: velar por el bienestar de sus ciudadanos y en este caso su propia integridad física. Ojalá que para cuando comprendan que estos ataques son contra su propia razón de ser, no sea demasiado tarde.
Moira Cohen