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Con una maravillosa exhibición de golf, Tiger Woods, el número uno del ranking mundial, conquistó el domingo 4 el Bridgestone Invitational, torneo perteneciente a la Serie Mundial de Golf. El certamen como es tradición se disputó en la muy buena cancha del Akron Firestone Country Club, en Ohio, Estados Unidos. El ganador empleó 265 golpes para los 72 hoyos, la friolera de quince bajo el par del campo.
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En segundo lugar, con 272 impactos finalizaron el norteamericano Keegan Bradley y el sueco Henrik Stensson. El argentino Ángel Cabrera, único golfista sudamericano participante del torneo, finalizó con 284 golpes en el puesto 38, asegurando así su posición entre los primeros 50 golfistas del ranking mundial y un lugar seguro en el equipo internacional de la próxima Presidents Cup.
El score de Tiger incluye una formidable ronda de 61 golpes que realizó en la segunda jornada disputada el viernes 2. Si bien el golf no es un juego de perfección, los primeros 14 hoyos jugados por Woods en esa ronda se asemejan mucho a lo perfecto. Al final de ese día con ese score Tiger sacó una ventaja de siete golpes, por lo cual a falta de dos rondas el torneo parecía cerrado. Y así ocurrió finalmente, ganando con una clara diferencia sobre sus perseguidores. “Salí a jugar en el par de la cancha, sabía que si hacía ese score ninguno de mis rivales podría llegar a descontar esa ventaja”.
“Reconozco que hoy jugué un golf conservador”, declaró el ganador tras recibir el trofeo Gary Player.
Fue la quinta victoria de Woods en lo que va del año, el octavo triunfo en el Bridgestone, y el campeonato número 18 de la Serie Mundial que obtiene. Además y quizás lo más trascendente, es que llegó a 79 victorias en el PGA Tour, colocándose a solamente cuatro triunfos de superar al mayor ganador de la historia del golf, Sam Snead.
Absoluta supremacía
Bastó que Tiger Woods resolviera sus problemas extra golf y que encarara un retoque en su swing con el profesor Sean Foley para recuperar el liderazgo en el golf mundial. Es que la formidable supremacía que Tiger ejerció por casi una década, marcó a fuego a toda esta generación. Durante el tiempo que sus problemas matrimoniales afectaron su rendimiento, ninguno de sus ocasionales rivales pudo consolidar esa posición de privilegio. Para ello basta repasar la actualidad de Lee Westwood, Martin Kaymer y Rory McIlroy, los tres jugadores que ocuparon el primer lugar del escalafón mundial mientras Woods caía hasta el decimotercer puesto del escalafón.
Se trata sin duda del mejor golfista del mundo con actuaciones espectaculares como las del Bridgestone Invitational, que no hacen más que confirmar las condiciones de uno de los mejores profesionales de todas las épocas.
Es cierto que no gana un Major desde junio del 2008 cuando se impusiera en el US Open en Torrey Pines. Pero también es cierto que en la mayoría de estos torneos que vinieron después de esa fecha, Tiger fue un permanente animador en ellos. Es que los top 10 en estos campeonatos parece que no son buenas actuaciones para quien ya tiene 14 Majors en su haber, acostumbrando al mundo del golf a tenerlo como ganador. Él mismo ha dicho que “no es una buena temporada si no ganas un Major”, adjudicándole una enorme importancia a este tipo de eventos en su carrera.
Último Major
de la temporada
A partir de hoy jueves 8 y hasta el domingo 11 estará en disputa la 95ª edición del PGA Championship, el cuarto y último Major de la temporada. La sede será la reconocida cancha de Oak Hill, ubicada en Rochester, a las afueras de Nueva York. El campeonato tendrá una bolsa de 8 millones de dólares y un cheque por 1,4 millones para el ganador.
A partir de hoy, 156 competidores, jugando en threesomes cada once minutos, buscarán quedarse con el tradicional Wanamaker Trophy, símbolo de victoria en el PGA Championship.
Este campeonato tiene la particularidad de mostrarle al mundo en cada edición, canchas de primer nivel. Y este año no será la excepción, ya que Oak Hill Country Club es uno de los mejores campos de los Estados Unidos que fue diseñado por el legendario Donald Ross.
