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    Un libro lanzado por Secundaria advierte dificultades “extra” de adolescentes gays y lesbianas ante la violencia de pareja

    El documento alienta a derribar los “estereotipos”, según los cuales “una mujer no puede violentar a otra por su debilidad inherente” y “un varón puede defenderse de otro por su propia fortaleza innata”

    El Consejo de Educación Secundaria (CES) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) presentó la semana pasada una publicación destinada a docentes y alumnos que instruye sobre los problemas “extra” —como el denominado “doble closet”— que enfrentan los adolescentes que tienen parejas del mismo sexo ante situaciones de violencia, y plantea recomendaciones en el marco de una sociedad “heteronormativa y patriarcal”.

    “Hacia vínculos afectivos libres de violencia. Aportes para el abordaje educativo de jóvenes y adolescentes” se titula la publicación lanzada el jueves 25 por Secundaria, con el apoyo de la Embajada de Canadá y la colaboración de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDHH), la Dirección de Derechos Humanos de la ANEP, la Dirección de Educación del Ministerio de Educación y de la Asociación civil Casa de la Mujer de la Unión.

    Se trata de un compilado de artículos y normativa que se distribuirá de forma gratuita en el marco del proyecto “Prevención de la violencia de género en el noviazgo en Educación Secundaria”.

    “Los liceos pueden elegir ser instituciones reproductoras del statu quo o transformadoras de la matriz cultural, interpretándola. (…) También deben ser espacios para detectar las relaciones de violencia ya existentes y actuar para interrumpir en un vínculo negativo que daña a los integrantes de la pareja”, afirmó la directora general de Secundaria, Celsa Puente, en el prólogo del libro.

    Durante la presentación, Puente explicó que la publicación, respaldada por la ANEP, es una “herramienta” para debatir en clase y fuera de ella. “Pretendemos que llegue a todas la comunidades educativas. Les vamos a pedir la complicidad para que lo lean y lo conversen con sus familias, con sus amigos, que los docentes los lleven a sus instituciones —y ojalá que ocupe espacios importantes en las coordinaciones docentes—, porque acá hay insumos potentes que interpelan el concepto de educación que trabajamos cada día”.

    “Abyectas y burdas copias”.

    El Estado uruguayo reconoce desde hace 10 años la legitimidad de las parejas integradas por personas del mismo género. Desde entonces, los colectivos LGTBI (lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales) han colocado en la agenda pública sus reivindicaciones para revertir la “discriminación histórica”, dice el libro.

    Sin embargo, continúa, pese a los avances jurídicos y sociales, “aún existen fuertes resistencias” que limitan el ejercicio de la ciudadanía plena de estos colectivos.

    “Por ello, al hablar de norma y normatividad se estará hablando de heternorma y heteronormatividad”, precisan Maia Calvo (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República) y Diego Sempol (Colectivo Ovejas Negras), en el apartado “Violencia y heteronormatividad en parejas del mismo género”.

    Puente decidió incluir este artículo en el libro porque “si ya es difícil denunciar la violencia en el marco de una pareja heterosexual, una persona homosexual tiene primero que asumir con fuerza un lugar todavía discutido y discriminado socialmente —y ni hablar en las instituciones educativas— y, además, denunciar la violencia. Es un esfuerzo duplicado”, dijo, y añadió que “los centros educativos tienen la oportunidad excepcional de detectar e intervenir” en estos casos.

    El documento define la “heteonormatividad” como “un régimen normativo y político que gobierna los cuerpos y asegura la hegemonía heterosexual al identificar esta identidad con lo plenamente humano, (…) mientras el resto de las combinaciones posibles son consideradas como abyectas y burdas copias de lo heterosexual”.

    Los autores abordan allí los principales problemas que afectan a gays y lesbianas adolescentes “en situación de violencia en sus parejas”.

    “Las parejas integradas por dos varones o por dos mujeres se enfrentan con dificultades ‘extra’” al momento de identificar expresiones de violencia en los “vínculos erótico-afectivos” y acceder a recursos para ponerles fin a esas relaciones o incluso procesar el daño que les causan, según el artículo.

    Precisa que no existe acuerdo respecto a la denominación que corresponde a este ejercicio de violencia. Algunos expertos la consideran como “una de las expresiones de violencia de género, y otros argumentan que es “intragénero”.

    Mitos.

    Al abordar los “mitos” sobre la violencia en parejas del mismo género, Sempol y Calvo sostienen que el más cuestionado es aquel que define a las relaciones homosexuales en términos de igualdad. En esa concepción, afirman, se basan las expresiones del tipo: “un hombre siempre se puede defender de otro hombre” o “una mujer es demasiado débil para abusar a otra mujer”.

    Explican que la reproducción de estos “estereotipos”, según los cuales “una mujer no puede violentar a otra por su debilidad inherente” y “un varón puede defenderse de otro por su propia fortaleza innata”, desconoce “la enseñanza cultural de los roles de género y las múltiples maneras en que se ha logrado flexibilizarlos”.

    “Sostener ese mito hace que la violencia en las parejas del mismo género sea difícil de identificar para quienes podrían advertirlas en su trabajo con adolescentes y jóvenes, así como para quienes se encuentran en esa situación”, afirman.

    Calvo y Sempol señalan que bajo el supuesto de que en las relaciones entre personas del mismo género uno “tiene una expresión de género femenina” y otro “una expresión masculina”, se “refuerza la idea” de que en los casos en que ocurra una situación de violencia en la pareja, esta es ejercida por quien tenga la supuesta inclinación “masculina”.

    “Este hecho es especialmente grave —continúan—cuando se utiliza para deslegitimar a quien relata estar siendo violentado/a en función de que su expresión de género no se adecua al estereotipo socialmente impuesto de cómo tiene que ser una ‘victima’”.

    “Doble closet”.

    Para las personas que explicitan que son violentadas por una pareja del mismo género “se hace presente una figura que se denomina como ‘doble closet’”, explica el texto. “Implica que gays y lesbianas que relatan una situación de violencia en la pareja deben, primero, explicitar que no son heterosexuales —lo que comúnmente se conoce como ‘salir del armario’— y  además enunciar que sus parejas los violentan”.

    En el libro se afirma que eso supone “una dificultad adicional” para los adolescentes, porque “muchas veces desconocen si, al hacer pública su situación, se exponen a otras formas de violencia”. Quien denuncia ser víctima de agresión a un servicio institucional o a un referente “pone en juego la pertenencia” a su grupo de pares.

    Y agrega: “El rechazo de la comunidad por la ‘traición’ en la acusación de otro integrante, podría resultar en agravar situaciones” por discriminación social.

    “La vigencia del armario —sostiene— particulariza el ejercicio de la violencia que se materializa en el intento de convencer a una persona de que su orientación sexual le resta legitimidad al momento de denunciar y/o explicitar públicamente” su condición.

    Advierte que las consecuencias de eso pueden ser “tan severas como el desamparo familiar, el rechazo de la comunidad de pertenencia —barrio, compañeros de clase, cuadros deportivos, etcétera—, la violencia social sistemática y el aislamiento”. Los autores recomiendan “una intervención sistemática que desnaturalice la figura del armario como válida” entre los adolescentes y “profundizar en los protocolos de violencia de género” del sistema educativo.

    Además, consideran “muy importante producir folletería inclusiva” para los centros educativos y los servicios de salud en los que se aluda explícitamente a las parejas del mismo género, con un mensaje que apunte a “desnaturalizar” estas formas de violencia y en donde se señalen lugares concretos para pedir ayuda.

    Por último, instan a cuestionar “el universal implícito heteronormativo, manifestado en forma continua y en todos los dispositivos (formularios, discursos institucionales, carteleras, baños)” y alientan “la pluralidad de arreglos sexoafectivos” y “programas” focalizados en “problematizar el armario de las personas LGTB”.