N° 1882 - 01 al 07 de Setiembre de 2016
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl presidente Tabaré Vázquez recordó esta semana su rechazo a la reforma que 20 años atrás creó a las administradoras de fondos previsionales (AFAP) como un pilar complementario del aporte al Banco de Previsión Social (BPS). Lo deseable es que esa expresión haya sido solo una salida ante el reclamo de los llamados “cincuentones”, y no la insinuación de una intención de dar marcha atrás con cambios que eran necesarios para hacer frente a un problema fiscal y de otro tipo en el viejo sistema.
Interrogado este lunes 29 en Fray Bentos por el reclamo de una revisión de su situación que hacen trabajadores que por su edad y nivel de ingresos se vieron obligados en 1996 a afiliarse a una AFAP —los “cincuentones”—, el mandatario respondió: “Lo estamos estudiando. Pero quienes integramos este gobierno, cuando se propuso la reforma de la seguridad social, recorrimos el país de punta a punta, de norte a sur, de este a oeste, advirtiendo que esto iba a pasar. Abogamos para que realmente no se modificara el sistema”. Y agregó: “La ciudadanía quiso soberanamente que se cambiara y se cambió. Ahora podemos decir que lamentablemente teníamos razón en las ideas que teníamos de que esto no iba a ser lo mejor para el país y para los uruguayos. Más allá de eso estamos trabajando para ver qué solución le encontramos, que no es fácil”.
El mismo día y también en el marco del Consejo de Ministros que sesionó en Fray Bentos, el titular de Economía, Danilo Astori, aseguró a la prensa que atender el planteo de los “cincuentones” no está actualmente en la agenda del gobierno. Hacerlo tendría un costo elevado que la situación fiscal actual —un déficit anual que ronda el 3,5% del Producto Bruto Interno— no soporta.
Más allá del problema de los “cincuentones”, el comentario de Vázquez acerca de la reforma previsional de 1996 parece extemporáneo.
El régimen con dos pilares —el del ahorro individual en manos de las AFAP y el de solidaridad intergeneracional gestionado por el BPS— fue aprobado en el Parlamento en setiembre de 1995 con votos de los partidos Colorado y Nacional, además del Nuevo Espacio. Según sus impulsores, se pretendió cambiar un régimen desfinanciado, que además enfrentaba una “ruptura del pacto intergeneracional” porque los jóvenes pagaban cada vez menos —ante la perspectiva de cobrar una jubilación magra—, la informalidad aumentaba, lo mismo que la actividad de las empresas unipersonales.
Pasados 20 años, el pilar de las AFAP, aunque tiene aspectos perfectibles (como el descalce de monedas asociado a la renta previsional que hoy afecta al Banco de Seguros del Estado), está entrando en su etapa de madurez. A fines de julio las administradoras tenían 1.323.838 afiliados y manejaban ahorros previsionales por el equivalente a U$S 11.680 millones, como surge de datos publicados por el Banco Central.
También puede ser perfectible el otro pilar, administrado por el BPS, que en los recientes años de crecimiento vigoroso de la economía fue mejorando sus finanzas, pero arrastra fallas en las certificaciones por enfermedad o en la liquidación de licencias y vacacionales de jornaleros de la construcción que generan gasto.
Los cuestionamientos desde el Frente Amplio a las AFAP siguieron en años más recientes. Pero lo cierto es que Vázquez, en su primer gobierno, mantuvo la reforma, lo mismo que José Mujica en su período. Con eso, implícitamente reconocieron que el sistema previsional de los años noventa necesitaba cambios y resolvieron seguir adelante. Sería muy bueno que esa línea de acción se mantuviera y evitar incertidumbres que solo sirven para generar más desconfianza y dificultades económicas.