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Desde hace un tiempo los analistas del Instituto de Finanzas Internacionales (IFI) —la mayor asociación mundial de entidades financieras— vienen prestando atención a la realidad económica y política en Uruguay. Su informe más reciente plantea un diagnóstico desmejorado y receta correctivos: es “tiempo de cambiar curitas por medicina estructural”.
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Así se titula el análisis, fechado el jueves 10, redactado por Ramón Aracena y Todd Martínez. El primero es un chileno con un posgrado en la Universidad de Chicago que se desempeña como economista jefe en el Departamento para América Latina del IFI. El segundo es asistente de investigación en esa oficina, formado en estudios internacionales en la Universidad de Denver, y también en finanzas en la Johns Hopkins School.
Señalan que el crecimiento de la economía uruguaya “se ha desacelerado a un ritmo inferior a la tendencia, lo que refleja el aumento de las dificultades externas, las deficiencias estructurales y una combinación de políticas” que se traducen en un “debilitamiento”.
Además, la “alta inflación se ha convertido en endémica, minando la competitividad internacional, mientras que el modesto ajuste monetario está entrando en conflicto con la política fiscal expansiva”.
El jueves 10 el Banco Central (BCU) anunció que intentará enlentecer un poco más el ritmo de crecimiento de los medios de pago en la economía uruguaya. Su objetivo es que en este tercer trimestre en curso el aumento de la emisión de dinero en poder del público, los depósitos a la vista y las cajas de ahorro —que componen el M1 ampliado— sea de entre 9% y 12% respecto a julio-setiembre de 2013. En teoría, un menor crecimiento de esos agregados monetarios actúa restringiendo el gasto privado en los mercados de bienes y servicios, lo que debería mitigar las presiones sobre la suba generalizada de precios.
Aracena y Martínez sostienen que la inflación se mantiene “muy por encima” del rango establecido como objetivo por las autoridades económicas del país y atribuyen ese desvío a la rigidez en la política de ajustes salariales y al gasto público. Opinan que los “esfuerzos monetarios para frenar la inflación han sido modestos y están obstaculizados por una indexación generalizada y un sistema financiero dolarizado y poco profundo”.
“La preocupación por la competitividad del peso llevó a las autoridades a establecer fuertes controles de las entradas de capital a mediados de 2013. Un verdadero reforzamiento de la competitividad, sin embargo, requerirá de reformas más profundas en la educación, la política salarial y la infraestructura que mejoren la productividad” de la economía, plantean.
“El manejo prudente de la deuda pública, la diversificación de las exportaciones, y un sistema bancario sólido han reforzado la resistencia a los shocks externos. La volatilidad de la economía Argentina sigue siendo un riesgo externo clave, sobre todo en el sector turístico, mientras que otros canales de contagio se han reducido considerablemente”, afirman los economistas del IFI.
En su opinión, la contención de la inflación y el “creciente” déficit fiscal son los “principales retos políticos” que enfrentará el gobierno que deberá instalarse en marzo de 2015.
“A raíz de las elecciones de octubre, creemos que la próxima administración debe reequilibrar la combinación de políticas y adoptar una agenda de reformas proactiva para reforzar la inversión y el crecimiento de tendencia. Sin embargo, existen riesgos de que un panorama político cambiante pueda interponerse en el camino de una corrección del curso requerido, aumentando la probabilidad de una mayor desviación” de las políticas.
El IFI, con sede en Washington DC, tiene como misión dar soporte para el manejo prudente de los riesgos a la industria financiera. Cuenta con más de 500 miembros de más de 70 países —entre bancos y sus asociaciones, compañías aseguradoras, administradoras de fondos, firmas asesoras, agencias calificadoras y bolsas de valores, entre otras instituciones—; de Uruguay el único asociado es el BCU.
Riesgos.
En su monitor sobre la economía global difundido la semana pasada, el IFI dice que sigue esperando una aceleración del crecimiento en la segunda mitad del año; para todo 2014 prevé una expansión de 2,6%.
Redujo sus proyecciones especialmente para todos los países latinoamericanos, salvo Colombia, ante la expectativa de un debilitamiento en la demanda interna. En promedio,estima que el Producto Bruto Interno de esta región crecerá 1,6%.
Ese instituto augura que Argentina registrará una contracción de 2% este año y 1% el próximo. Un impago de la deuda de ese país —como derivación del litigio que mantiene con inversores por los bonos que declaró en default en 2001— “sería muy perjudicial para una economía ya en estanflación”, advierte.
Identifica seis riesgos principales para la economía mundial; el de mayor probabilidad (40%) es un repliegue acelerado de la política monetaria expansiva que aplica Estados Unidos. De ocurrir eso, según el IFI, los más afectados serían los países emergentes con “grandes déficit” de cuenta corriente y dependencia del financiamiento externo ante una probable retracción de los flujos de capitales.
Otros peligros potenciales son una “intensificación de los problemas específicos” de los países en un “período de aversión al riesgo global” por parte de los inversores (probabilidad de 35%) y una crisis en el mercado de vivienda y el sector bancario “en las sombras” que se desarrolló en los últimos años en China (25%). Menos probables son una estanflación en Europa, un alza en el precio de los energéticos y una crisis extendida en torno a Crimea.