Andrés Masoller, director de la Asesoría Macroeconómica y Financiera del Ministerio de Economía (MEF), opina que ese estatus se alcanzará gracias a un crecimiento económico mucho más vigoroso y sostenido que en el siglo pasado, y a la pujanza de sectores agroindustriales tradicionales, a la logística, al turismo y a la minería como nuevo “motor”. Admite, no obstante, que el país presenta cierto rezago en su infraestructura y, más grave todavía, a futuro su capital humano es un “cuello de botella”, por la baja calidad de la educación.
Reconoció, sin embargo, que la actividad se está moderando: “Para este año pensamos en un 4%, pero puede que sea un poco menos por efecto de la crisis internacional”. De todos modos, esa tasa es el nivel de crecimiento potencial que se proyecta para el mediano plazo, para un período de “5 o 10 años”.
El director de la Asesoría Macroeconómica del MEF analizó luego los rubros que apuntalarán esa expansión.
La agroindustria “tiene ventajas competitivas” importantes y “perspectivas de crecimiento muy fuerte”, por la demanda de alimentos desde China, argumentó. “Hay sectores tradicionales —carne, lácteos, de la industria forestal, los granos— cuyas perspectivas para los próximos años, y yo diría décadas, son muy fundamentales, y van a constituir un motor de crecimiento” de Uruguay.
También mencionó la logística, el turismo y, como parte de un cambio estructural, la minería: “Es posible que Uruguay se transforme en un país minero, que tenga 20-25% de su exportación en minerales de hierro (...). Es una realidad totalmente diferente a la del pasado”. El hierro se transformará en un “motor de crecimiento a futuro” y el descubrimiento de stock de ese recurso “le va a cambiar la matriz productiva del país. Es uno de los acontecimientos económicos más importantes del país”, sostuvo.
En suma, según Masoller, Uruguay cuenta con “sectores con muchas potencialidades” e “inversiones atrás que están convalidando este modelo de crecimiento”. En base a eso dijo que se configura un “escenario diferente al del pasado”, por ejemplo en los años 90, cuando el país “tenía una perspectiva más negra”.
En cambio, algunos rubros fabriles se están apagando de a poco. “No van a ser motores del crecimiento. Ya por la vía de los hechos el sector textil ha ido desapareciendo, el de vestimenta también. El subsidio (que les otorga el Estado) de alguna forma ha contribuido a hacer menos traumática esa reestructuración y ese achicamiento. (...) Son sectores en los que Uruguay no tiene ventajas comparativas y competitivas, y no creo que las vaya a tener en el futuro”, comentó.
Desarrollo.
Si bien no existen definiciones o parámetros específicos que definan con precisión el concepto de país desarrollado, existe relativo consenso en cuanto a que ese estatus se alcanza al lograr un elevado nivel de ingreso por habitante y la población tiene estándares de vida relativamente altos, con baja pobreza y desigualdad, entre otras variables. A esas economías se las menciona muchas veces como industrializadas, lo que encierra a su vez una explicación del grado de avance que consiguieron: son en general fabricantes de manufacturas, lo que las diferencia de aquellas que básicamente producen y exportan materias primas con escaso valor agregado.
Masoller asoció el concepto de desarrollo al bienestar de las personas y a sus oportunidades. “Estamos aún lejos de eso... La distribución del ingreso es un aspecto importante. Economías desarrolladas tienen una distribución mucho más equitativa que lo que lo tiene Urugauy, si bien (...) se está avanzando a niveles más igualitarios”, afirmó.
En su visión, la expansión de la economía “es un medio para lograr el bienestar de los uruguayos. Y bueno, ayuda (...); no es lo mismo alcanzar el crecimiento con una economía creciendo y que distribuye los frutos del crecimiento. En un horizonte de 15 o 20 años, Uruguay podría considerarse un país desarrollado si continúan las tendencias que hemos visto en los últimos años”.
“¿Le hacemos firmar hoy el papel de que en 2030 somos un país desarrollado?”, le preguntó Marichal en otro pasaje de la entrevista. “Hoy me animaría a decir que sí. Si se dan las circunstancias, vamos a alcanzar niveles de desarrollo para los que menos tienen. Porque para los sectores de altos ingresos Uruguay ya es un país desarrollado, pero para los de bajos ingresos todavía nos falta”, respondió el jerarca.
El PBI per cápita se toma como una medida que muestra en cierta forma el bienestar económico de los habitantes de un país. En 2011, el PBI de Uruguay creció 5,7% en términos reales respecto al año previo y la nueva producción generada fue de U$S 46.736 millones, lo que situó su Producto por habitante en unos U$S 14.350 anuales, según cálculos de Búsqueda.
Luxemburgo, con casi U$S 90.000 anuales, Noruega con unos U$S 56.600, Estados Unidos con poco más de U$S 47.000 y Suiza con aproximadamente U$S 46.500, son los de mayor PBI per cápita de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos —OCDE—, un club de 34 países, muchos de ellos de los más poderosos.
En el contexto del actual ciclo favorable que atraviesa la economía uruguaya, el gobierno evaluó como una hipótesis un posible acercamiento a la OCDE. De hecho, la Cancillería elaboró un análisis que concluyó que la adhesión del país a ese grupo “sería altamente berneficioso en términos de credibilidad ante los principales actores del desarrollo económico” y que permitiría consolidar los flujos de atracción de inversión extranjera así como mejorar las políticas públicas en diversas áreas (ver Búsqueda Nº 1.651).
Los “desafíos”
Masoller identificó algunos “desafíos” en infraestructura de energía y transporte.
Dijo que se han hecho “muchas inversiones” que produjeron un “cambio significativo”.
La mejora en la red ferroviaria “va avanzando”, pero “es una inversión que ha venido rezagada”. Y agregó: “Estamos en falta como país, (por) no haber podido desarrollar antes el modo ferroviario”.
También admitió problemas en la infraestructura carretera. “Ahí sí hay que reconocer, cuando hay un déficit grande, es notorio: solo el 50% de las rutas nacionales están en buenas condiciones. En las rutas secundarias y terciarias el 70% u 80% están en mala o muy malas condiciones”, comentó. Explicó que se ha triplicado el tránsito por carretera y resulta “muy difícil acompañar ese crecimiento”, lo que a su entender constituye un “desafío” para la inversión pública y la privada en esta área.
Para Masoller, el puerto de aguas profundas en Rocha que impulsa el gobierno “puede ser clave para posicionar al país como polo de distribución regional de productos”.
En su opinión, el “debe más fuerte es la educación”. En esa área “hay claramente una disconformidad con los resultados (...), a pesar de los recursos que se le han dado. Ahí está el desafío fundamental que tiene este gobierno en los próximos años”.
Razonó que el “incremento del capital humano es uno de los determinantes del crecimiento económico del país a largo plazo. Uruguay en los últimos 20 años no ha tenido acumulación significativa de capital humano, y, por lo tanto, constituye uno de los cuellos de botella” hacia el futuro.
Con optimismo, añadió: “A diferencia de otros países que tienen que enfrentar otros problemas mucho más acuciantes de corto plazo —miremos a Estados Unidos y Europa, donde existen problemas financieros, fiscales, de pobreza—, Uruguay de alguna forma esos temas ya los ha solucionado o no son las prioridades. Ahora los problemas de Uruguay son más estructurales, problemas sociales, mejorar la educación. (...) Ahí está el gran desafío”.