La carrera de una referente de Hollywood
Casi se licenció en Filosofía y Letras, pero su meta era ser actriz. Rowlands renunció a la Universidad de Wisconsin en su tercer año para seguir su sueño en Nueva York en la American Academy of Dramatic Arts, en donde conoció a su futuro esposo. Comenzó actuando con compañías de teatro y dramas televisivos a principios de la década de 1950, debutó en Broadway en 1956 con Middle of the Night, cambió su nombre por el Gena Rowlands y su carrera despegó con su primer largometraje The High Cost of Loving (1958), que fue una comedia. A partir de ahí su carrera no pisó el suelo, especialmente en los años 60 y 70, cuando colaboró en varias películas independientes dirigidas por Cassavetes, consolidándose como una actriz versátil y poderosa, ganadora de varios premios Emmy y Globos de Oro.
Obtuvo ocho nominaciones al Emmy, llevándose a casa tres: en 1987 como actriz principal en The Betty Ford Story de ABC, en 1992 como actriz principal en Face of a Stranger, y en 2003 como actriz de reparto en Hysterical Blindness de HBO. También ganó un Emmy en 2004 por The Incredible Mrs. Ritchie, de Showtime. Pero no solo trabajó con Cassavtes; en 1962, por ejemplo, protagonizó Lonely Are the Brave, del director estadounidense David Miller, con Kirk Douglas y Walter Matthau.
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Con los años, Rowlands volvió a posicionarse por su papel en The Notebook (2004), película dirigida por su hijo, Nick Cassavetes, quien continuó la tradición artística familiar hasta la fecha. Además de The Notebook, película en la que trabajó junto a Ryan Gosling y Rachel McAdams, Rowlands seguirá siendo especialmente recordada por sus dos Oscars, que obtuvo garacias A Woman Under the Influence, con su papel como Mabel Longhetti, una esposa y madre hundida bajo el peso de la vida doméstica; y Gloria, sobre una mujer que ayuda a un niño a escapar de la mafia.
También estuvo en otras películas como Night on Earth (1991) o Something to Talk About (1995), protagonizada por Julia Roberts. En 1998 interpretó a la madre de Sandra Bullock en el drama Hope Floats, formó parte de repartos con Angelina Jolie, Ellen Burstyn y Sean Connery, y trabajó con Sharon Stone en The Mighty. Pero The Notebook fue la más taquillera de su filmografía, con 115 millones de dólares recaudados internacionalmente.
La lista de participaciones se vuelve demasiado larga, pero se resume fácilmente en que en 2005 Rowlands fue galardonada con un Premio honorífico de la Academia por su legado en Hollywood. ”¿Sabes qué es lo maravilloso de ser actriz? No solo se vive una vida”, dijo en el podio durante su discurso de agradecimiento. “Reconozco que soy más instintiva que intelectual. Aunque siento mucho respeto por los grandes actores ingleses que trabajan de manera muy intelectual y que consiguen maravillosos resultados. No tengo nada en contra de eso. Sencillamente, yo no trabajo así. En cuanto a la inspiración, cada uno de nosotros, y no sólo los actores, lleva todo eso dentro. Todos tenemos dentro al personaje que nos toca representar. La cuestión es saber qué puerta vamos a tener que abrir”, contó.
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Rowlands, feliz con su hijo Nick y su nieto.
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Rowlands no estuvo entre las actrices que se prodigan porque siempre le aterraba "rodar por rodar": “Una de las cosas buenas que aprendí de mi marido fue escoger bien los guiones que me ofrecían, así como el director. Me he dejado la piel para llegar hasta aquí con un nombre y el respeto del público, por lo tanto tengo que mantenerme en el puesto que me han asignado”.
La herencia suya y de Cassavetes se vuelve palpable a través de sus tres hijos, Nick, Zoe y Alexandra. Otra de las mejores cosas que le ocurrió en la vida, había dicho, era celebrar sus 70 años con el estreno de la película de su hijo, que explora temas dramáticos como el primer amor, un amor perdido, las diferencias sociales y el amor a través de las generaciones.
La musa de Cassavetes
Profesionalmente, Rowlands definía a su esposo como "un director que siempre prefirió trabajar con amigos y siempre decía que tenía dos familias, nosotros y sus compañeros de rodaje. Era muy exigente con sus actores, e intentaba que sacaran a flote lo más profundo de su ser. En casi todas sus películas existe la ruptura, el miedo, las confusiones o equivocaciones, pero narradas con su mirada más íntima. Llegar al rodaje era su gran felicidad, nunca he conocido a nadie que lo disfrutara como él. Tenía una enorme preocupación por el tema del amor, era vital en su obra. Sentía un gran respeto y fascinación hacia las mujeres".
La suya era una romántica búsqueda artística y una arrogante forma de desafiar a la industria, desde el amor y la improvisación. Ambos consiguieron una autenticidad muy fuerte, y en los rodajes lograban una relación de director-actriz a la perfección, puesto que los dos eran muy independientes y, sobre todo, muy profesionales. Jamás mezclaron los sentimientos de pareja con el trabajo.
"De Hollywood sólo tengo una queja: que cree más en los efectos especiales que en los buenos guionistas", decía cada vez que encontraba la oportunidad en los festivales de cine.
Rowlands y Cassavetes
Gena Rowlands y John Cassavetes en Torrentes de Amor (1984)
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Cassavetes y Rowlands se conocieron cuando sus carreras estaban comenzando y se casaron cuatro meses después, en 1959. En 1960, Cassavetes utilizó lo que ganó con la serie de televisión Johnny Stacatto para financiar su primera película juntos, Shadows. Fue en parte improvisada, rodada con luz natural en locaciones de Nueva York y con un presupuesto de 40.000 dólares, y aún así, su crudo realismo se llevó el aplauso de la crítica. Hicieron 10 películas a lo largo de cuatro décadas juntos, incluyendo Faces en 1968, Minnie and Moskowitz en 1971, Opening Night en 1977 y Love Streams en 1984. Con eso, el dúo dinámico se llevó puesto al mundo del cine independiente de la época, retratando los problemas comunes.
Uno de los personajes que más la marcó fue el de la actriz Myrtle Gordon en Opening Night, formando pareja con su esposo, y del que más ha citado los diálogos, entre ellos, con el que inicia su intervención: “El mundo entero... todo el mundo quiere ser amado. A los 17 años podía hacer cualquier cosa. Era tan fácil. Mis emociones estaban tan a flor de piel. Cada vez me cuesta más y más estar en contacto con mis sentimientos”.
Cassavetes murió en 1989 por una cirrosis hepática, y Rowlands se refugió en la actuación para aliviar su dolor y no faltó nunca a festivales y sociedades de cine para las proyecciones de Cassavetes: “Quiero que todo el mundo vea sus películas”, dijo en el Festival de San Sebastián en 1992. “Espero que nuestro hijo sea su continuación. De su espíritu libre y su legado personal e indeleble”, afirmó Rowlands.
Durante el Festival de Deauville en 1996, Rowlands contó que entre Nick y su padre "existía muy buena relación, incluso solían discutir durante horas sobre los guiones. Hoy me enorgullece verlo convertido en un excelente director. Tienen el don de la humildad, es comunicativo y mantiene una relación muy abierta con los que le rodean. Sabe lo que quiere, condición heredada de su padre”. En The Notebook, ella interpreta a una mujer con Alzheimer. El personaje de Rowlands decide grabar la historia de su vida y amor en un cuaderno, y sus memorias le infunden vida a la historia de una joven pareja (Gosling y McAdams) separada por la famiia de ella y reunida siete años después. Más de una década más tarde, Rowlands se enfrentó a la misma condición que su personaje hasta su fallecimiento el 14 de agosto en la tranquilidad de su hogar en Indian Wells, California.
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La actriz saluda al público durante su visita al Festival de Cine de San Sebastián.
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Aunque no se conoce exactamente cual fue la causa de muerte, ambas noticias, la del Alzheimer y la de su muerte, fueron dadas por su hijo Nick. En una entrevista al programa Entertainment Weekly, el director reflexionó sobre el papel de su madre en The Notebook: "Conseguí que interpretara a Allie mayor y pasamos mucho tiempo hablando sobre Alzheimer y queriendo ser auténticos al respecto, y ahora, durante los últimos cinco años, ha tenido Alzheimer. Es una locura: lo vivimos, ella lo actuó y nos tocó a nosotros".
En cuanto a la inspiración, cada uno de nosotros, y no sólo los actores, lleva todo eso dentro. Todos tenemos dentro al personaje que nos toca representar. La cuestión es saber qué puerta vamos a tener que abrir En cuanto a la inspiración, cada uno de nosotros, y no sólo los actores, lleva todo eso dentro. Todos tenemos dentro al personaje que nos toca representar. La cuestión es saber qué puerta vamos a tener que abrir
Rowlands siempre aceptó papeles exigentes, reflexivos y reivindicativos. En el drama de Woody Allen Another Woman (1988) interpretó a una escritora que evita sus emociones. En An Early Frost (1985), de John Erman, interpretó a una madre que se enfrenta al SIDA de su hijo. Siempre dijo que todos sus personajes permanecían en su memoria: “A veces, en esas noches blancas en las que no duermo y tengo mucho tiempo para pensar en todo, examino las diferentes posibilidades de los diferentes personajes y lo que podrían estar haciendo ahora”, contó en una entrevista. Hoy, cualquiera podría estarse preguntando lo mismo de Gena.