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La emblemática catedral de Notre-Dame de París cerró sus puertas al público el pasado sábado 25 de octubre para celebrar una boda poco común: Martin Lorentz, uno de los carpinteros que trabajó en la restauración de la catedral tras el incendio de 2019, contrajo matrimonio en su interior.
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El incendio había destruido gran parte de su icónica “flecha” (la aguja central que coronaba la catedral) y dañado severamente la estructura de madera del techo, conocida como “foresta” por la densidad de sus vigas.
Durante tres años, Lorentz y su equipo trabajaron minuciosamente en la reconstrucción, empleando técnicas tradicionales que datan de hace más de 800 años. “Cada pieza de madera tiene su historia; sentir que formé parte de devolverle la vida a Notre-Dame fue una experiencia única”, contó Lorentz.
Su dedicación no pasó desapercibida: el obispado de París le otorgó un permiso excepcional para celebrar la ceremonia en la catedral, un privilegio que rara vez se concede para eventos privados.
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La boda fue oficiada por el arzobispo de París, el monseñor Laurent Ulrich, quien dirigió unas palabras a los novios: “Jade y Martin, sean bienvenidos a esta catedral. Martin, la conocés bien, la conocés desde lo alto”.
La novia también compartió su emoción, según informó France Info. “Ver a Martin trabajar cada día en Notre-Dame me hizo admirarlo aún más. Poder casarnos aquí es un sueño hecho realidad para los dos”.
La ceremonia reunió a unos 500 invitados, en su mayoría colegas que también participaron en la restauración. Como homenaje a su oficio, los carpinteros formaron una guardia de honor, alzando sus hachas en señal de respeto y camaradería.
El evento no solo celebró el amor de una pareja, sino que también marcó un hito en la historia reciente de Notre-Dame: después de tres décadas sin matrimonios privados, la catedral volvió a ser testigo de un enlace.