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¿Por qué la decisión tan personal e íntima de alguien de cambiar de sexo despierta tanta bronca en otro? ¿Qué le importa? ¿En qué le afecta? ¿Cuál es la maldad que ha hecho?
En un bar de un barrio de Madrid, un televisor encendido anunciaba la gran noticia: por primera vez una mujer trans lograba una nominación al Oscar en la categoría Mejor actriz, y era española; la protagonista de la película Emilia Pérez, que cuenta con otras 12 candidaturas al premio. Un hombre mostraba su enojo e indignación con insultos y comentarios transfóbicos. Otro, que se encontraba a su lado, le dijo: “No sabes la mala suerte que acabas de tener, porque soy su hermano. Te vas a comer el filete y todas las palabras que estás diciendo”. El primero, avergonzado, pidió perdón. Claramente, las disculpas eran solo una vía de escape a una situación incómoda por demás, pues las creencias y opiniones de ese hombre no iban a cambiar solo porque las dijo en voz alta frente al hermano de la actriz en cuestión.
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Karla Sofía Gascón, a quien Federica Chiarino entrevistó para este número e ilustra nuestra tapa, amanece todos los días con una chorrera de mensajes de odio en su Instagram. Insultos, amenazas y hasta deseos de que se muera. ¿Por qué? ¿Por qué la decisión tan personal e íntima de alguien de cambiar de sexo despierta tanta bronca en otro? ¿Qué le importa? ¿En qué le afecta? ¿Cuál es la maldad que ha hecho? ¿Desacreditar al género masculino? ¿Renegar de él? ¿Ofenderlo? Qué pensamientos tan anticuados.
Igualmente, esos pensamientos, que como tales son libres y cada uno puede opinar lo que quiera, no habilitan a la violencia. A someter a una persona al sufrimiento de vivir cada día de su vida bajo el manto del odio, recibiendo esa energía espantosa del resto de la humanidad. A hacerla sentir vergüenza por quien es, o quiere ser. No hay derecho que los asista.
Karla sin duda tiene la valentía necesaria para seguir adelante con su vida sin permitir que esto le robe salud mental, modifique sus decisiones o cambie el rumbo que se ha marcado. Y lo ha conseguido. Antes de ser nominada a los Oscar ganó el premio a Mejor actriz en el Festival de Cannes del año pasado, y en su discurso dijo: “Esta publicación mañana estará llena de comentarios de gente terrible diciendo las mismas cosas de siempre”.
Ella hace un comentario y encuentran la manera de que se vea como un asco de persona; y si no, salen a buscar cualquier trozo del pasado que pueda ser falseado, manipulado Ella hace un comentario y encuentran la manera de que se vea como un asco de persona; y si no, salen a buscar cualquier trozo del pasado que pueda ser falseado, manipulado
Las mismas cosas de siempre es tergiversar, dar vuelta opiniones, propósitos, intenciones, logros y todo lo que sea necesario para llevar agua hacia el molino del odio. “Todo lo que digo se utiliza en mi contra constantemente”, le dice Karla a Federica en la entrevista. Da igual si la nominan o no. Si la nominan o si gana, les duele más y atacan más todavía. Si no la nominan o no gana, argumentan que se lo merece porque es una mierda. Ella hace un comentario y encuentran la manera de que se vea como un asco de persona; y si no, salen a buscar cualquier trozo del pasado que pueda ser falseado, manipulado y deformado o simplemente inventado con el único propósito de criticarla. Todo esto contado por ella misma, que ha llegado a una triste forma de resistencia. “Me da lástima tener el odio tan asimilado que no me haga daño. Me da lástima que sea una cosa que me dé igual, tenerlo integrado a mi propia existencia”.
Y uno se pregunta por qué la sociedad tiene este costado tan malo hacia una persona que no ha hecho mayor daño. Si buscamos en internet rápidamente, encontramos que las causas de la transfobia tienen que ver con una resistencia a romper con la tradición, una percepción de las personas trans como peligrosas, y con el miedo a lo desconocido. De hecho, la fobia es miedo, aversión. Queda claro que quienes experimentan esa fobia son los que tienen un problema a resolver, los que no están bien y deberían pasar por el consultorio psicológico.
Afortunadamente, el otro lado de la sociedad es el que avanza y entiende que una mujer trans es merecedora de una nominación y por consiguiente de un premio, el mayor al que puede aspirar una actriz. Parecen ser dos caras de una misma sociedad. Dicen que no hay bueno sin malo, ni malo sin bueno. O tal vez estamos retrocediendo, como cree Karla, que lo vive todos los días en carne propia. Pero si fuera así, no estarían su rostro y su nombre en la lista de los nominados al Oscar. Habrá que ver si las agallas de la parte buena de la sociedad alcanzan para ponerle la estatuilla en la mano.