Inspirado por bodegas locales de autor como Marqués de Riscal, el diseñador francés creó un singular edificio para la producción de aceite que también incluye un restaurante, un museo y un espacio para catas.
Ubicado a unos dos kilómetros de Málaga, España, el museo cuenta con un coqueto mirador, un pequeño auditorio y un restaurante que sirve tapas y vinos
Inspirado por bodegas locales de autor como Marqués de Riscal, el diseñador francés creó un singular edificio para la producción de aceite que también incluye un restaurante, un museo y un espacio para catas.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Museo La Almazara está ubicado en Ronda, Málaga, y es uno de sus trabajos más recientes. Se trata de un cubo rojo que se levanta en medio de un olivar y cuyo perfil está inspirado en el de un toro: de sus paredes lisas sobresalen un cuerno de acero corten y una enorme aceituna del mismo material, además de una terraza que ejerce de boca del animal.
La finca de 26 hectáreas en la que se encuentra este singular edificio se ubica a poco más de dos kilómetros de la ciudad malagueña. Tanto el paraje como la almazara son el resultado de un proceso que empezó en 2010 durante una visita a las bodegas Marqués de Riscal. En ese entonces, Philippe Starck era socio y encargado del diseño de envases de Álava, una compañía de producción ecológica en Ronda. Un lustro después, en 2014, nació la sociedad La Almazara.
El establecimiento cuenta con un coqueto mirador, también rodeado de olivos y encinas, que regala una imagen completa de la almazara diseñada por Starck y que él mismo define como “un lugar insólito, increíble y milagroso”.
Su imagen es poliédrica, cubista. La influencia de Picasso se deja notar, como también la del surrealismo español, con ese ojo del que sale humo blanco cada vez que se enciende una de las chimeneas que calientan el interior.
La almazara ejerce como tal, pero en ella solo se realiza la parte más noble de la producción de aceite. Las aceitunas llegan ya lavadas a la tolva gracias a un enorme tubo que se adentra en el edificio para llegar a la prensa, ubicada en la planta baja.
El interior del recinto, además de tener un gigantesco estoque y una enorme lona ideada por la hija de Starck, cuenta con un museo que repasa los usos históricos del aceite —de conservas a iluminación, elaboración de jabón o incluso para la suspensión hidráulica del Citroën DS— y muestra cuestiones como los tipos de cultivo actual, el peso en la gastronomía mediterránea o su valor para la economía de España, donde se produce el 45% del aceite de oliva del mundo, según el Ministerio de Agricultura.
También hay un pequeño auditorio y un restaurante donde se sirven tapas y raciones acompañadas de vinos rondeños. Junto a este espacio está la terraza, sujetada por tres enormes cadenas procedentes de un barco petrolero, que enmarca una espectacular vista a la sierra de Grazalema.
La experiencia oleoturística (por 25 euros) se completa con un paseo por la finca para dar a conocer otros procesos como la recogida de la aceituna o el trabajo con los olivos, cultivados ecológicamente sin fertilizantes ni pesticidas.