• Cotizaciones
    sábado 11 de enero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    En el Museo de las Migraciones se exhiben las muestras ‘Visibles’ e ‘Inambí’, sobre la herencia indígena

    El director del MUMI propuso cambiar el nombre de la institución por Museo de la Movilidad y la Identidad, como forma de contemplar, además de a los pueblos originarios, a los afrouruguayos

    Son 67 grandes fotos en blanco y negro de primeros planos, colgadas del techo, que están impresas en organza, un tejido ligero que el aire mueve con facilidad. Pero lo más impactante son los fuertes rasgos de estos hombres y mujeres que se perciben descendientes de los pueblos originarios, quieren decirlo y formar parte de un mensaje que es a la vez artístico y político.

    Hay dos muestras simultáneas en el Museo de las Migraciones (MUMI, Bartolomé Mitre y Piedras), que se exhiben hasta el 11 de abril. Una es Visibles, la obra de arte visual creada por Rosana Greciet e Ignacio Seimanas, compuesta por fotos y un breve audiovisual, que busca convertirse en “un rastreo identitario, individual y colectivo que desarrolla una acción reparadora sobre la trama indígena de nuestra sociedad”.

    Seimanas, realizador audiovisual e ingeniero en telecomunicaciones, explicó que el proyecto fue transformándose, ya que en principio era solo una obra de arte visual. “Le agregamos conversatorios, performances y tenemos la idea de hacer una película y un libro”. Igual que otras actividades creativas, la idea germinó en medio de la pandemia, pero venía de lejos. Cuando el proyecto estuvo concebido fue presentado a los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura y al Fondo Regional de Canelones. En diferentes versiones, la obra viajó también a Durazno y Rocha.

    Eduarda, la bisabuela guaraní

    Greciet, artista visual, diseñadora gráfica y estudiosa de las constelaciones familiares, contó a Búsqueda que desde niña sabía del origen indígena de su bisabuela, Eduarda Garín, que había nacido en Durazno y murió con más de 110 años.

    Eduarda era la hija más chica de una mujer que tuvo 12 hijos vivos y dos que fallecieron al nacer, pero que, como la mayoría de sus contemporáneos, tuvo que esconder su condición indígena para sobrevivir mejor en la sociedad uruguaya.

    Greciet sabía que era descendiente de guaraníes, pero para estar segura se hizo un examen mitocondrial que confirmó que su bisabuela materna era hija de una india guaraní y un francés.

    El examen de ADN realizado por el Departamento de Antropología Biológica de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República (Udelar) dio un nuevo impulso a la artista, que comenzó entonces a investigar más y más acerca de lo que no le habían enseñado en la escuela.

    El caso de Greciet y su bisabuela Eduarda no es una excepción. Martín Delgado, un antropólogo que trabaja con personas en situación de calle, cuenta algo parecido acerca de su bisabuela, que pasó la mayor parte su vida de manera discreta en una localidad del interior del país y que luego se trasladó a Montevideo para trabajar de empleada doméstica.

    Presente en la inauguración de Visibles e Inambí-El futuro es ancestral, la otra muestra instalada al mismo tiempo en el MUMI, Delgado señala orgulloso la foto de su abuela y cuenta emocionado un poco de su historia familiar, quizás la que lo llevó a convertirse en antropólogo.

    La muestra colaborativa y social Inambí fue curada por Guidaí Vargas y Mónica Michelena, miembros de la Comunidad Cultural Charrúa Basquadé Inchalá.

    “Desde hace más de dos décadas —escribieron las curadoras— quienes integramos la Comunidad Basquadé Inchalá, en conjunto con otras comunidades charrúas, venimos rearmando el Gran Quillapí de la Memoria, uniendo y entrelazando los relatos orales que cada uno trae de sus familias. Este gran manto, cosido por las mujeres charrúas, une pedacitos de cuero que desafían el olvido y el silencio, al igual que nuestra memoria colectiva”. El movimiento ha adquirido relevancia y así lo explican. “Estamos viviendo una crisis de vida y de humanidad, (y) es urgente cambiar la forma en que nos relacionamos con el territorio que habitamos”.

    En la presentación en Internet, el museo explica que se ha hecho un recorrido histórico “para visibilizar la permanencia y resiliencia de los miembros de esta cultura en el territorio y la invisibilización sistemática del Estado”. Inambí (que significa ‘renacer’) “nos enseña también sobre el presente de la comunidad, sus proyectos y trabajos con la identidad, la reconstrucción de la memoria histórica, así como su cosmovisión y vínculos con el entorno, para dejar de ver a la naturaleza como un recurso explotable”.

    visibles-mumi-3.jpg

    Más que migraciones

    Inambí y Visibles cerraron el ciclo expositivo 2024, llamado Montevideo de quien la vive y de quien la sueña. Un ciclo que buscó “visibilizar nuestras principales y más grandes ancestralidades, desde las más antiguas en el territorio hasta hoy”.

    El director, el arqueólogo Luis Bergatta, está convencido de la necesidad de cambiar de nombre al museo. Piensa que de Museo de las Migraciones —conservando la sigla MUMI— debería pasar a Museo de la Movilidad y la Identidad, más coherente con el contenido de las muestras, porque, además de los pueblos originarios, están los afrouruguayos, cuyos ancestros no fueron emigrantes, sino esclavos.

    Hace algunas semanas, Bergatta expuso esta opinión en un congreso en Génova (Italia) en el que participaron representantes de museos de Europa, Estados Unidos y las Américas. Consultado por Búsqueda, recordó que el Museo de las Migraciones fue creado en 2009 en el antiguo Bazar Mitre —donde hoy está el Centro de Fotografía (CdF) de la Intendencia de Montevideo—, respondiendo a una corriente museística atenta al fenómeno de las migraciones, pero que exposiciones como Inambí y Montevideo Muntu, sobre lo afro, demuestran que “la realidad es más rica y que la actual denominación la reduce”.

    Tanto las muestras actuales como otras que se realizaron este año fueron un trabajo conjunto con las comunidades, la intendencia, de la que depende el museo, y otras instituciones, en especial las facultades de Arquitectura y Humanidades de la Udelar.

    Paisito sin indios

    Con modestia, las muestras sobre los pueblos originarios del MUMI quieren hacer patente un tema que la sociedad uruguaya ha negado durante siglos.

    Bergatta, que hasta 2020 fue coordinador de exposiciones en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), insiste en que seguir con el viejo nombre del MUMI refuerza la idea de que Uruguay es un país de inmigrantes y que los pueblos originarios —charrúas, guenoa-minuanes y guaraníes, entre otros— eran poco menos que inexistentes.

    Tanto los últimos censos, en los que se incluyó la autoidentificación, como la realidad regional y las investigaciones de la Udelar, ayudan a visibilizar un poco mejor que —en contra del prejuicio dominante— al menos un tercio de la población del país desciende de pueblos originarios.

    Algunos activistas de los actuales descendientes, como Mónica Michelena, sostienen que la historia se ha falseado desde el 15 de abril de 1831, cuando se produjo la encerrona en Salsipuedes y se impuso el discurso de que el Estado combatió a “una horda salvaje de charrúas” y que fue un “exterminio de bandidos”, algo que, por otra parte, ocurrió no solo en Uruguay, sino también en Argentina, Chile y otros países.

    Embed - El país sin indios - Trailer [The Country with no Indians]

    “Cuando uno estudia una tradición cultural milenaria, histórica y geográficamente localizada como la de los pueblos constructores de cerritos de Uruguay, lógicamente se plantea una pregunta: ¿qué fue de esa gente? La carencia de estudios y la abundancia de prejuicios contribuyeron a crear desde el siglo XIX la idea de una desaparición misteriosa y/o repentina”, sostiene el arqueólogo José López Mazz en un libro reciente, aunque advierte que no eran los charrúas, sino los guenoa-minuanes los más presentes.

    En el documental El país sin indios (disponible en YouTube) los realizadores Leonardo Rodríguez y Nicolás Soto muestran cómo viven en la actualidad algunos de los descendientes de los pueblos originarios y explican la supremacía de una “racionalidad caucásica” que hizo que, a pesar de la reciente creación del Consejo de la Nación Charrúa y otras instituciones, la lengua se haya perdido y sobrevivan apenas unas 70 palabras.

    El sistema político tampoco ha ayudado a que los uruguayos conozcan mejor esa parte de su historia. El expresidente Julio María Sanguinetti ha dicho que quienes reivindican los pueblos originarios padecen de una “utopía regresiva”, pero tampoco los gobiernos del Frente Amplio han logrado avances en principio simples, como por ejemplo, ratificar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Originarios y Tribales, una norma que en Argentina rige ya desde 2002.