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En 2020, Mariana Vidart y Nicolás Pereira emprendieron una aventura. Hacía un tiempo que venían buscando una casa a la que mudarse, más amplia que el departamento frente al Parque Rodó en el que vivían. Un cartel anunciando la venta de una casa en la calle Joaquín de Salterain les llamó la atención. Era antigua y estaba muy deteriorada, pero algo la hacía irresistible para una diseñadora textil y un diseñador industrial y artista visual: tenía la firma del arquitecto Mauricio Cravotto. Cuando se quisieron acordar, la casa, que hacía un año estaba en venta, tenía nuevos dueños.
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En los 100 años que habían pasado desde su construcción, cambiaron las modas, cambió la sociedad y cambió la forma de vida. Y todo esto se reflejaba en la disposición de la casa. Necesitaba una reconstrucción a fondo para adaptarla a la vida de un matrimonio joven con mellizos de 10 años. “Fue una aventura porque era una casa muy grande y había que hacerle mucha cosa”, cuentan los propietarios. “Cambiamos el layout de la casa”.
Nuevos espacios
Para que la cocina fuera el corazón de la casa hubo que hacer una serie de movimientos. En la planta original, la cocina se ubicaba junto a la zona abierta donde ahora es la barbacoa; bajando unos escalones y algo apartada. “La distribución respondía al modo de vida”, cuenta Mariana. Estaba ligeramente “más abajo, donde se ubicaba el servicio”. Ahora ese espacio es un taller en el que se trabaja la cerámica, un lugar donde celebrar el cumpleaños de los niños y un futuro segundo living al que todavía le faltan algunos detalles. Además, tiene un ventanal que se abre por completo, integrando el parrillero y convirtiendo así a esa excocina también en una barbacoa.
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La barbacoa y el patio (espacio que se le ganó a una habitación tipo living que desapareció en la reforma) se unen para crear un amplio espacio abierto comunicado, por un lado, con el estar y, por otro, con el taller
Mauricio Rodríguez
La cocina de esta familia de cuatro, entonces, tenía que tener un lugar central, y así fue. Para integrarla de manera armoniosa con el estar, se buscó una estética sobria y se ubicaron los electrodomésticos grandes dentro de muebles hechos a medida. La idea era que la cocina no pareciera una cocina.
La integración continúa hacia el fondo de la casa, por sugerencia del constructor y las arquitectas, Cecilia y Ana Faget (de La Mar en Coche), con un ventanal de piso a techo y de pared a pared que une el estar/cocina con el patio. De ellas fue también la idea que dio origen a este patio que no existía, para lo que tuvieron que tirar abajo una habitación.
Un toldo en el patio cumple la función fundamental de dar sombra en verano para disfrutarlo incluso en las horas en que el sol golpea a pleno.
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El living se une con el estar a través de dos puertaventanas que se abren por completo
Mauricio Rodríguez
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En una de sus excursiones a la feria de Tristán Narvaja, Nicolás adquirió una lámpara Guzzini de colección por 500 pesos. “Me importa también la historia del objeto, entonces, me puse a googlear y descubrí que era de los años 70, y encontré que en Amazon o en e-Bay costaba algo así como 700 euros”. En el fondo, sobre el parador, la protagonista es la foto de un niño tomada por Jorge Vidart, fotógrafo y padre de Mariana
Mauricio Rodríguez
Narciso Estudio se encargó del diseño del jardín, en una etapa posterior. En un sector del patio, cedrón, una pindó, dos tipos de jazmín y una planta pajarito aportan el verde al espacio.
Hacia el frente de la casa está el living, que da a la calle Salterain. Como puerta divisoria se colocó una de las aberturas que separaban el estar del patio originalmente. A su vez, agregar esta puerta con hojas de vidrio y la posibilidad de abrirla de par en par sigue la línea de comunicar la casa, al punto que desde el frente de la casa puede verse el fondo.
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En la planta superior se extienden cuatro habitaciones espaciosas. Las de los niños se comunican a través de un pequeño balcón
Mauricio Rodríguez
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Mauricio Rodríguez
En la planta superior se encuentran las cuatro habitaciones y un baño que acompaña las dimensiones de la casa. “Nos habían ofrecido hacer un vestidor y un baño más chico, pero preferimos mantener un baño grande, práctico y que pudiéramos usar en simultáneo”, explica Mariana. Por eso, la mesada tiene dos piletas, que a la hora de la mañana en que los niños, Luisa y Pedro, se preparan para la escuela, no hay conflicto para lavarse los dientes.
Las habitaciones de los niños, consecutivas, tienen un encanto particular: se comunican a través de un balcón.
Todo está en los detalles
La casa de Mariana y Nicolás es una casa de detalles. La profesión de ambos definitivamente incide en el estilo ecléctico de la decoración, con gran protagonismo del arte pop y piezas con historia. “Me gustan los remates, me gusta mucho la feria”, confiesa Nicolás, fanático de descubrir tesoros entre objetos sin valor aparente. “Les veo el potencial para desarrollarlos”.
Además de mucha feria y mucho remate, en la casa destaca la herencia familiar. El abuelo de Mariana, Raúl, era radioaficionado, y la casa le rinde homenaje con dos cuadros de esos tiempos. Uno de ellos, ubicado en el taller, incluye los códigos correspondientes a Raúl y al radioaficionado que le regaló el cuadro.
El otro recuerdo es un mapamundi, cubierto de alfileres de colores pinchados en todos los lugares del mundo en los que el abuelo hizo contacto, que los dueños de casa decidieron colgar en el estar.
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Nicolás y Mariana con los mellizos Luisa y Pedro
Mauricio Rodríguez
Los globos terráqueos son un objeto recurrente de la casa. “Cuando Pedro y Luisa eran chiquitos, Nico viajaba pila, entonces cuando me preguntaban: ¿dónde está papá?, yo les marcaba en donde estaba e íbamos siguiendo el viaje”, recuerda Mariana.
En la biblioteca del living conviven recuerdos de viajes y ferias. Además de globos terráqueos, hay pequeñas máquinas de coser y algunos ítems peculiares, como una lata antigua de galletas chinas. “Estaba en un viaje de trabajo en Shanghái, salí a almorzar y vi a un veterano en una motito que tenía esta cajita atada en la parte de atrás de la moto”, cuenta Nicolás. “Estaba hablando con otro veterano, me acerqué y no hablaba nada de inglés; le señalé la latita y se la compré”.
También hay una figura del papa comprada en Bavastro con una contextura y material comparable con un muñeco de acción. Una de las piezas de arte pop que hacen al estilo singular de la decoración.
La familia ocupa la casa desde octubre de 2021, cuando aún quedaba trabajo por hacer. Según sus propietarios, todavía falta completar algunos ambientes para terminar de habitar esta casa, funcional y con una impronta bien personal.