Con la exquisita intervención de la interiorista uruguaya Joanne Cattarossi, esta chacra esteña se convierte en un culto al buen gusto y la atención al detalle, fusionando elementos clásicos con una visión contemporánea del diseño de interiores.
A pocos minutos de Manantiales, rodeada de naturaleza y con vistas al mar, una chacra es la síntesis perfecta entre arquitectura, diseño y arte
Con la exquisita intervención de la interiorista uruguaya Joanne Cattarossi, esta chacra esteña se convierte en un culto al buen gusto y la atención al detalle, fusionando elementos clásicos con una visión contemporánea del diseño de interiores.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáA pocos minutos de Manantiales, rodeada de naturaleza y con vistas al mar, Villalagos es una síntesis perfecta entre arquitectura, diseño y arte. Con 2.000 metros cuadrados construidos, la vivienda representa el enfoque único de la interiorista uruguaya Joanne Cattarossi que —en colaboración con la arquitectura de Juan Diego Vecino— ha creado espacios funcionales y estéticos elevados por el carácter de obras y piezas de arte contemporáneo.
Con una sólida formación en Diseño de Interiores e Historia del Arte en Estados Unidos, la experta dirige su estudio JCE con oficinas en Uruguay y Argentina. Entre sus valores más destacados está la integración del arte en proyectos site-specific (pensada para ese sitio) y una estética auténtica con especial atención al detalle.
Los interiores de Cattarossi siempre responden a las necesidades funcionales de los dueños de casa: el proceso de diseño no es solo una cuestión de decoración, sino una oportunidad para crear espacios que cuenten historias y se conecten con las personas que los habitan.
En el caso de Villalagos, el proyecto fue concebido para una familia extensa, con siete hijos de distintas edades, que buscaba un hogar espacioso, acogedor y disfrutable durante todo el año. El propósito, entonces, fue crear una residencia cómoda para una familia numerosa, que se adaptara a las exigencias de las cuatro estaciones del año, pero sin perder la sensación de refugio vacacional.
La visión de Cattarossi para esta chacra se centra en la funcionalidad sin sacrificar la estética. Como en todos sus proyectos, la interiorista prioriza el confort y la armonía, escogiendo materiales nobles como la madera, el lino, el travertino, el cuero y las fibras naturales que aportan una atmósfera cálida y relajante.
La paleta cromática potencia esta idea a través de tonos neutros y suaves como beiges, grises y blancos en los espacios comunes. Sin embargo, en las áreas privadas, se exploran matices más profundos y vivos. En los dormitorios, las pinceladas de color se hacen presentes en una cuidada selección de telas de procedencia inglesa y de sillas trenzadas colombianas que aportan vitalidad y personalidad al escritorio de los niños.
Con una estética atemporal e inspirada en los aires de la Toscana, el resultado es un mix de tradición, naturaleza y actualidad que alterna una impronta clásica, aunque reinterpretada en un lenguaje contemporáneo. La atención se centra en los detalles, las texturas y las obras artísticas que potencian cada rincón. Desde la elección de las luminarias hasta las tramas de las alfombras, el diseño del mobiliario y la curaduría de arte, todo es una suerte de complot hacia una impronta única.
La particular selección de mobiliario y objetos es un denominador común en los espacios de este proyecto. Cattarossi, siempre en busca de lo auténtico, ha incluido artesanías y objetos antiguos que aportan historia, como una mesa de un monasterio del siglo XIX, adaptada para ser utilizada como escritorio, y otra mesa de una antigua fábrica de cerveza, que se transformó en una pieza central del comedor.
En Villalagos, el arte tiene una presencia destacada a través de la colaboración de artistas contemporáneos. La participación del ingeniero industrial y artista argentino Cristián Mohaded significó un agregado de especial valor. A él se lo convocó en la etapa de obra para definir una serie de esculturas que hoy dan la bienvenida al hogar, siguiendo la premisa de cuán importante es realizar una obra a medida que dialogue profundamente con el espacio para el que fue concebida.
La interiorista no solo se dedicó a convocar a los artistas, sino que trabajó estrechamente con ellos para que cada pieza fuera un reflejo del espacio que la rodea, creando una integración perfecta entre el arte y el diseño.
Las Torres Flotantes de Mohaded son un diferencial exquisito y conforman una composición vertical de tres columnas construidas por volúmenes de fibra vegetal. Estas piezas fueron tejidas a mano por artesanos, basándose en una técnica de cestería tradicional del norte argentino.
Además, se agregaron esculturas de Agostina Bianchi en el corredor de entrada y una gran instalación de fibra de Claudia Santanera en el comedor, ambas creadas para Villalagos.
Los espacios exteriores también fueron cuidadosamente diseñados para complementar el interiorismo. Un patio central es el punto de encuentro para reuniones sociales, donde desembocan grandes ventanales de los espacios interiores que permiten disfrutar de bellas vistas y luz natural. La zona de la piscina, por su parte, tiene varios rincones de livings para el descanso y las charlas familiares.
Dirección de arte: Silvina Bidabehere y Mariana Rapoport.