El Servicio Veterinario de Codere, encargado de velar por la salud de los caballos en los hipódromos de Maroñas y Las Piedras, es un referente en gestión, prevención de lesiones y control de calidad en Uruguay.
Bajo la dirección de la Dra. Rita Rocca, el Servicio Veterinario de Codere supervisa la salud de los caballos en los hipódromos de Maroñas y Las Piedras
El Servicio Veterinario de Codere, encargado de velar por la salud de los caballos en los hipódromos de Maroñas y Las Piedras, es un referente en gestión, prevención de lesiones y control de calidad en Uruguay.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAl frente del equipo está la Dra. Rita Rocca, quien comenzó hace 22 años como veterinaria de pista y de revisión de caballos, enfrentando el desafío de trabajar en un hipódromo que recién había reabierto tras años de cierre. Con el tiempo se fue especializando en esta exigente disciplina y, desde 2015, lidera el servicio junto al Dr. Roberto Camarotte, su colega a cargo de la operación.
Sobre los procesos, la gestión y los desafíos diarios, habló Rocca.
¿Cómo es un día típico de trabajo en el Servicio Veterinario de Codere?
No hay un único día típico porque depende de si es jornada de entrenamiento o de carreras. Trabajamos los 365 días del año cubriendo los entrenamientos en Maroñas y Las Piedras, y además atendemos las carreras tanto en estos hipódromos como en los del interior.
En un día solo de entrenamiento cubrimos todo el horario de pista. El Servicio Veterinario está atento a los caballos que entrenan —cerca de 900—, y recibimos también a los que llegan por primera vez, a los que les verificamos identidad, control sanitario, vacunas y pruebas de laboratorio.
Además, los primeros días de la semana preparamos toda la información necesaria para las carreras de jueves, viernes, sábado y domingo.
Codere es concesionaria de los hipódromos de Maroñas y Las Piedras, donde cubre toda la actividad veterinaria. Además, forma parte del Sistema Integrado Nacional del Turf, gestionado por la Dirección General de Casinos, que reúne a varios hipódromos del interior (como Paysandú, Colonia, Melo, Florida y Rocha). Allí nuestra participación es puntual: vamos solo el día de la carrera para realizar las revisiones, la atención en pista y el control antidopaje. Llegamos, trabajamos y regresamos el mismo día.
¿Cómo está conformado el equipo veterinario?
Nuestro equipo está integrado principalmente por veterinarios con orientación clínica en caballos deportivos. También trabajamos con estudiantes avanzados de Veterinaria, que ya están en la recta final de la carrera, y contamos con dos herreros. En total somos unas 21 personas.
¿Por qué decidieron certificarse en ISO 9001 y qué impacto tuvo en el servicio veterinario?
En 2016 recibimos en Uruguay la conferencia Icrav (International Conference of Racing Analystics and Veterinarians), un encuentro internacional que reúne cada dos años a los servicios veterinarios y de antidopaje de todo el mundo. Era la primera vez que venía a Sudamérica y eso nos planteó un desafío: cómo demostrar que trabajábamos con procedimientos sólidos y orientados a la calidad.
Ahí surgió la idea de certificarnos en la norma ISO 9001, algo que para los veterinarios no era familiar —a nosotros nos gusta estar con los caballos—, pero que nos abrió un camino nuevo. La norma se centra en la gestión de calidad de una organización y nos obligó a trabajar con procesos claros, mejora continua, capacitación y liderazgo. En definitiva, nos dio orden.
Desde entonces, mantenemos auditorías anuales y la recertificación cada tres años. Durante estos nueve años el Hipódromo de Maroñas estuvo siempre incluido, y este año logramos sumar también al de Las Piedras. Hoy, todo el ámbito donde opera el Servicio Veterinario de Codere está bajo ISO 9001:2015 y, sinceramente, entendemos que es el camino ideal.El equipo está muy adaptado y todo se basa en procesos, objetivos claros y en evidenciar la mejora continua.
¿Qué controles realizan diariamente para asegurarse de que el caballo esté apto para entrenar o competir?
En competencia seguimos un circuito bien definido. Cuando el caballo llega, lo primero que hacemos es verificar su identidad y pesarlo. Luego pasa a la revisión precarrera, que es un examen objetivo general: observamos mucosas, estado general y sensorio, tomamos frecuencia cardíaca y temperatura (esto último es clave en animales jóvenes y en épocas de afecciones respiratorias, para descartar enfermedades subclínicas). Después realizamos un examen específico del aparato locomotor: revisamos miembros anteriores para detectar calor, dolor o lesiones.
Más tarde hacemos una inspección dinámica en la pista. Vemos trotar al caballo con su jockey, y un veterinario permanece en las gateras por si el jockey detecta algo al subir.
Tras competir, los caballos pasan por una revisación ocular poscarrera y luego se derivan al sector de antidopaje.
¿Cómo trabajan en la prevención de lesiones?
Llevamos adelante un programa específico de seguimiento de equinos que sufren lesiones, con dos enfoques. Por un lado, el técnico: hacemos reuniones con especialistas, intercambiamos información, mantenemos vínculos con la facultad y algunos integrantes del equipo han realizado tesis. Todo eso nos ayuda a mejorar la revisión y el análisis de los casos.
Por otro lado, trabajamos con las herramientas tecnológicas disponibles. Si bien Uruguay —y en general Sudamérica— no cuenta con la tecnología más sofisticada que se ve en Australia o Europa, tenemos un programa muy sólido de revisión de lesiones. Allí hacemos estudios patológicos e histopatológicos de fracturas para detectar patrones, publicar los hallazgos y así prevenir futuras lesiones.
Además, Uruguay tiene una ventaja importante: todos los caballos entrenan y compiten en superficies muy similares, a diferencia de países donde se viaja cientos de kilómetros entre hipódromos. Eso nos permite unificar criterios y registrar toda la información en un mismo software, además de mantener un contacto muy fluido con los veterinarios privados. Todo ese seguimiento conjunto nos da una visión más completa y nos ayuda en la prevención.
¿Qué rol juega la tecnología en la gestión veterinaria hoy?
La tecnología es fundamental para el registro de información. Trabajamos con una enorme cantidad de datos todos los días, y hoy cada veterinario cuenta con una tablet que funciona como la historia clínica del caballo. Para cada carrera, el animal ya está precargado y se despliega su ficha con todos los antecedentes, que el veterinario completa en el momento.
Como trabajamos en ocho hipódromos del país, toda la información queda integrada en un mismo sistema. Si un caballo corre en Melo, después en Las Piedras y luego en Maroñas, podemos ver de inmediato todas las revisiones que se le hicieron. Esa continuidad es clave para tomar decisiones y para cuidar al caballo.
Además, la tecnología contribuye mucho a la transparencia. Nuestro trabajo se realiza literalmente frente al público: cuando revisamos un caballo, la gente está a dos metros mirando. Todo lo que hacemos es visible. Y al tener un sistema digital que registra cada control, cada observación y cada antecedente, reforzamos esa transparencia. Lo que decimos que hacemos queda documentado y cualquiera puede vernos haciéndolo. Es una forma muy concreta de demostrar compromiso y responsabilidad.