Mucho más que al bullicio de las ciudades, los humanos pertenecemos, en esencia, a esos lugares en los que se escucha el mar, se respira aire puro y se siente el aroma de las hojas mojadas después de la lluvia. El año pasado, un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud demostró —aunque ya sobraba evidencia— que pasar tiempo en entornos naturales mejora el estado de ánimo y la salud mental, y aumenta la sensación de bienestar general.
En los últimos años, varios factores impulsaron la búsqueda de estos beneficios, razón por la que los destinos naturales vieron un incremento en su cantidad de visitantes. En Sudamérica, uno de los más elegidos por este tipo de viajeros es la reserva natural de Imbassaí. Ubicada al nordeste de Brasil, entre Costa do Sauipe y Praia do Forte, a 45 minutos en auto del aeropuerto de Salvador de Bahía, se trata de un área protegida en la que predominan las dunas, pantanos, ríos y una gran diversidad de animales. Todo esto sobre la costa de una playa que parece ser infinita.
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Grand Palladium Resort & Spa
El gran responsable de que se haya multiplicado la llegada de turistas a la zona es el Grand Palladium Imbassaí, un resort cinco estrellas all inclusive que se convirtió en el más vendido en Latinoamérica de la empresa Palladium Hotel Group. A solo 10 minutos de caminata del poblado Imbassaí, las cuatro hectáreas del hotel están enclavadas en medio de la reserva y, sin embargo, mantienen la armonía con su ecosistema, uno de los grandes desafíos del grupo hotelero español desde el comienzo. “Es innegable que con una estructura como esta el impacto es real. Sin embargo, tenemos un entendimiento muy amplio de que debemos respetar, tenemos nuestros límites, entonces, en todo momento cuidamos de no entrar en determinadas zonas donde tenemos demarcaciones”, asegura el director general de Grand Palladium Imbassaí Resort & Spa, Paulo Fernandes.
Conectar y desconectar
La estadía en el resort permite conectar con la naturaleza y al mismo tiempo desconectarse completamente de las responsabilidades de la vida en la ciudad. Las decisiones en un all inclusive pasan a ser otras: ¿Playa o piscina? ¿Almuerzo en el restaurante japonés, en el de barbacoa brasileña o en el de cocina italiana? ¿Caipiriña clásica o de maracuyá?
Entre las villas y piscinas predominan las parejas y familias con niños, quienes tienen opciones de sobra para entretenerse, como un kids club con actividades para todas las edades y un parque acuático.
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Grand Palladium Resort & Spa
Las habitaciones, distribuidas en edificios de tres pisos de estilo colonial, denominados villas, son amplias, luminosas y, pese a sus comodidades cinco estrellas, uno nunca deja de sentir que está en medio de una reserva. Desde la ventana y más aún desde el balcón acompaña una vista hacia el paisaje de palmeras y vegetación, sumado a la sensación de humedad típica de los climas tropicales, el canto de las aves por la mañana y el de los grillos, las cigarras y algún búho por la noche.
Lo mismo aplica a todo el recorrido por el extenso resort. Dirigirse hacia alguno de los restaurantes es aventurarse a la posibilidad de cruzarse con monos tití jugueteando entre ellos, animales con los que se insiste mediante carteles en no interactuar ni alimentar; de esta manera se logra que no alteren su dieta basada en frutas, insectos y savia de árboles, y que no pierdan su comportamiento natural, lo que al fin y al cabo promueve su conservación. Entonces, es posible observarlos merodeando por las instalaciones, aunque difícilmente presten un mínimo de atención a las personas que circulan a su alrededor. También, dependiendo del momento del día y el lugar, el visitante se puede topar con zorros, búhos y lagartos haciendo de las suyas en los alrededores del hotel y en la imponente reserva. “Claramente, tenemos muchas especies salvajes aquí, por lo que tenemos todo un entrenamiento de rescate para devolver a la selva a estos animales. Son cosas que, a ojos de algunos, asustan. Pero al mismo tiempo se ve que es una naturaleza que está ahí, presente, consolidada y preservada”, indica el director del resort a Galería.
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Grand Palladium Resort & Spa
El camino hacia la playa es un paseo en sí mismo. Toma unos 10 minutos llegar a pie por una extensa pasarela que atraviesa arbustos y ríos donde a diario los turistas practican kayak. Tras la pasarela se cruzan hileras de cocoteros, una gran duna y, recién entonces, aparece el mar.
En esta región siempre cálida —la temperatura ronda los 28 grados todo el año—, el mar es tibio y turquesa. Como el Caribe, pero de gran oleaje. El resort no utiliza luz artificial durante la noche, lo que permite que la extensa playa siga siendo elegida por tortugas marinas para colocar sus nidos. Es posible ver varios de ellos en una caminata, además de diferentes tipos de aves y algún que otro naufragio.
Restaurantes, 11 bares temáticos y de coctelería de autor, piscinas con actividades de entretenimiento y deportivas y shows nocturnos cada noche son solo algunos de los servicios a los que se puede acceder con una tarifa de aproximadamente 270 dólares la noche.
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Grand Palladium Resort & Spa
Por otra parte, quienes busquen ir más allá pueden contratar la experiencia The signature level, que incluye el acceso al spa, al bar de playa (con camarero, bebidas y snacks), a un lounge con café de especialidad, menú de almohadas, servicio de niñera y televisión con plataformas de streaming, entre otras comodidades. Como tantos all inclusives, la oferta es más que suficiente como para no tener que salir —ni querer hacerlo— en toda la estadía.
Praia do Forte
Tienta tanto quedarse en el complejo como explorar los destinos que están alrededor. A media hora de distancia está Praia do Forte, un pueblo de pescadores que conserva su rusticidad al tiempo que se ha convertido en un importante destino turístico de Brasil.
La colorida peatonal es el corazón del pueblo. Rodeada de palmeras, sus tiendas y bares mantienen un estilo bohemio, y allí se pueden encontrar artesanías, ropa y accesorios de playa, joyas y souvenirs. De nuevo, los monos tití están por todas partes. Sobre los cables, en los techos o árboles, es muy fácil detectar a un turista cautivado por sus movimientos, a diferencia del local que se sorprende más bien del comportamiento del humano hacia el animal.
Uno de los principales atractivos de Praia do Forte es Proyecto Tamar, una reserva que se dedica principalmente a la protección de tortugas marinas, muchas de ellas en peligro de extinción debido a actividades humanas, como la contaminación u ocupación de las áreas utilizadas para soltar sus huevos. Además de asegurar que los huevos de las tortugas puedan incubarse de forma segura y que sus crías lleguen al mar, esta organización se dedica a la investigación, educación y difusión, y trabaja en la conservación de otros tipos de animales, como ciertos tipos de tiburones y peces tropicales.
Centro de formación Imbassaí
Instalarse en medio de una reserva natural no puede ser una simple casualidad, indica la directora de Responsabilidad Social y Sustentabilidad de Palladium Hotel Group, Gloria Juste. Teniendo en cuenta los desafíos que esto implica, ¿cómo la existencia de un complejo de estas dimensiones puede cambiar la vida de los vecinos del poblado Imbassaí?, se pregunta la ejecutiva. Con ese objetivo, junto con la puesta en marcha del resort, el grupo hotelero comenzó a colaborar con el Instituto Imbassaí, una ONG que facilita a la población local el ingreso al mercado laboral. “La mejor ayuda social que le podemos dar a la comunidad es empleo”, dice Juste. En el hotel trabajan 1.050 personas (todas ellas del pueblo Imbassaí, ubicado a 10 minutos de caminata del hotel), pero el impacto, dice Juste, se multiplica también a sus familias no solo a través del empleo, sino también de las capacitaciones y hasta la formación universitaria, ya que la empresa cuenta con un programa de becas para los hijos de sus empleados.