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Infidelidad financiera: un engaño frecuente y silencioso que puede destruir una pareja

Ocultar una deuda, esconder bolsas de compras y otras tantas prácticas más o menos cotidianas se engloban dentro del concepto de infidelidad financiera, un fenómeno muy frecuente en las parejas del que poco se habla, pese a que puede llevar a la separación o al divorcio

Editora de Galería

Martina se pregunta si hubiera preferido que su pareja le fuera infiel, físicamente hablando. El engaño que sufrió jamás había figurado en su larga e imaginaria lista de posibles causas de separación.

No hubo una tercera persona en discordia. En cambio, su proyecto de vida en pareja se vino abajo cuando llegó una notificación a su puerta, la de ambos. Así se enteró de que la persona con la que había compartido cama todos los días de los últimos años arrastraba una deuda, y que esa deuda cambiaría por completo los planes y la dinámica de la pareja, desde la idea —ahora casi inviable— de comprar juntos una casa hasta las salidas a comer, las próximas vacaciones y los pequeños excesos de fin de semana.

La relación, sin dudas, ya no sería la misma. Pero el verdadero golpe no tuvo que ver directamente con la deuda, sino con el secreto y todo lo que eso implica: la mala o nula comunicación y el daño irreparable de haber proyectado sobre una base carente de confianza, su cimiento principal.

Ocultar una deuda es apenas una de las tantas manifestaciones que se engloban dentro de un fenómeno muy frecuente del que poco se habla: la infidelidad financiera, dos palabras que juntas dan nombre a todo engaño dentro de una pareja que suponga mentir u omitir sobre cualquier tema asociado al dinero. Un reciente estudio (enero del 2025) de la empresa de servicios financieros Bankrate revela que un 40% de los estadounidenses que viven en pareja comete o cometió alguna vez infidelidad financiera, una cifra muy superior a la de la infidelidad sexual, que suele rondar entre el 10% y el 20% de las personas casadas, y que en algunos estudios alcanza a un 30% de las parejas que conviven.

Entre las formas más comunes de infidelidad financiera, Bankrate cita cuatro: gastar más de lo que la pareja aceptaría (33%), ocultar deudas (23%), usar una tarjeta de crédito secreta (17%) o una cuenta de ahorros secreta (15%). Pero esta forma de traición también puede estar detrás de actos mucho más cotidianos, como esconder bolsas de compras, mentir sobre el precio que se pagó por un producto o un servicio, omitir un aumento de sueldo o bono o decir que algo se compró en oferta cuando en realidad se pagó el precio completo. “Va desde el marido que no le cuenta a su esposa cuánto gana hasta lo de esconder bolsas, que para mí es la mínima infidelidad financiera más comúnmente aceptada: te comprás algo, llegás a tu casa y lo guardás sin mostrarlo. O te ponés algo, tu pareja te pregunta si es nuevo y respondés ‘no, no, es viejazo’. El problema ahí está en querer esconder lo que se gasta”, comenta la economista Carolina Sur.

No soy yo, es mi billetera

La psicóloga clínica María José Soler observa la raíz de este fenómeno en su consultorio. El manejo del dinero, lejos de ser un tema secundario, “siempre aparece como problemático” en algún momento de la terapia de pareja, además de ser uno de los motivos de consulta más frecuentes.

Pero no es lo mismo el desacuerdo económico que la infidelidad financiera. Lo primero en general es negociable y puede resolverse con un bajo costo emocional. La infidelidad, no obstante, implica un ocultamiento de cierta dimensión y duración, y es capaz de causar un daño emocional “muy importante”. “Puede involucrar información relevante y se vive como una traición, con pérdida de confianza, porque revela algo que en el vínculo no pudo sostenerse a la luz del otro”, señala la psicóloga.

Pareja. Infidelidad financiera

Los estudios la comparan con la infidelidad sexual porque ambas problemáticas suman componentes perjudiciales para toda relación, como el engaño, la falta de confianza y el secretismo. En ambas, también, se rompe un pacto. Así como en la infidelidad sexual se quiebra el acuerdo de exclusividad o monogamia, el engaño financiero comienza cuando lo que se oculta es información que de diferentes maneras perjudica el proyecto en común. Ese acuerdo, muchas veces, no se explicita. Al igual que en una pareja que se asume monogámica salvo que se establezca lo contrario, en una relación amorosa —sobre todo si hay convivencia— se da por hecho que existe un proyecto compartido, y “los proyectos en común tienen una dimensión financiera”, sostiene Rodrigo Álvarez, creador de la plataforma Neurona Financiera.

Las consecuencias de este tipo de infidelidad dependen de cada caso. A veces la pareja se limita a una discusión, pero la mayoría de las veces esta infidelidad desgasta la confianza y reduce la sensación de intimidad en la relación. Y en el 16% de los casos, según un informe del Fondo Nacional para la Educación Financiera (NEFE, por sus siglas en inglés), la pareja termina en separación o divorcio.

La punta del iceberg

En general, es la magnitud del ocultamiento o la mentira lo que determina el impacto de la infidelidad financiera sobre la relación. No es lo mismo un gasto menor y excepcional que una omisión o una mentira sostenida, como una cuenta secreta o una deuda significativa. “Depende de qué tan grave se perciba la infidelidad: capaz que no tanto de los montos, sino de la repetición de la conducta”, indica Álvarez. De todos modos, como señala la psicóloga María José Soler, la infidelidad es apenas “la punta del iceberg”. Bajo la superficie están los motivos que llevan a que una persona decida no transparentar cierta información por considerar que, de ser conocida, provocaría un conflicto que no sería capaz de sostener ni manejar. “Puede tratarse de una adicción, una compulsión a las compras o gastos que el otro no aprobaría, o de ayudas económicas que el compañero no entendería”.

En cualquier caso, se utiliza dinero común o propio de una forma que el otro desaprobaría, explica Soler.

Finanzas en pareja

En general, difícilmente alguien sospeche que su pareja le está escondiendo información económica relevante. El infiel, por su parte, puede parecer un libro abierto y no tener problema de exponer su vulnerabilidad en varios ámbitos.

Pero el dinero toca otras fibras. Para empezar, muchos ni siquiera saben cuánto ganan sus parejas. Para esta nota, Rodrigo Álvarez les preguntó a sus seguidores a través de una encuesta en Instagram. De los 3.000 que respondieron, un 18% dijo que no. ¿Será que ese porcentaje tampoco sabe cuál es su comida favorita, qué canción no soporta o cómo toma el café?

En la raíz del fenómeno está el tabú que todavía existe con respecto a hablar de dinero, que también se extiende a las parejas. Más allá de aspectos superficiales que denoten el nivel socioeconómico de una persona dentro de un vínculo, lo económico, en concreto, suele quedar relegado a un segundo plano en una relación durante sus primeras etapas.

“Hay autores que hablan de perfiles financieros: en un extremo, el gastador compulsivo, y en otro, el ahorrador aprensivo. Muchas veces esos perfiles se atraen en la etapa de enamoramiento”, explica Álvarez. En ese período, hablan de todo menos de plata, y todo es color de rosas hasta que empiezan a convivir y salen a la luz sus estilos financieros incompatibles.

Para el creador de Neurona Financiera, posiblemente las cifras de infidelidad financiera se reducirían significativamente si el dinero fuera un tema de conversación más durante el comienzo de una relación: cómo obtuvieron el dinero que tienen, cómo se perciben como consumidores, cómo se quieren jubilar, cuáles son sus valores financieros.

En esa línea, Carolina Sur pregona que debería importar mucho más el historial crediticio que el amoroso, aunque en los hechos, en general, ocurre lo contrario. El dinero es lo que a fin de cuentas “define si alquilar o comprar, a qué colegio mandar a los hijos o las vacaciones”. La economista sugiere, en primer lugar, estar atento a los hábitos de pago de la otra persona desde el día uno: “Siempre digo que en la primera cita miren el momento del pago, cómo se maneja, si le da plata al señor que cuida los autos. Todo eso habla del otro”, subraya.

Cargado de historia

El dinero no solo tiene un componente emocional vinculado a la seguridad, la proyección y la estabilidad, sino que también está cargado de historia. Atraviesa cómo se vivió en la infancia, si hubo escasez o abundancia. El dinero pudo haber sido o bien motivo de conflicto o de valoración social, apunta Soler, y “todo eso influye en cómo cada uno lo maneja en la adultez”.

Sea como sea, está ligado a la autoestima, al poder, a la recreación; puede producir culpa, sensación de inferioridad o necesidad de control. En definitiva, el dinero “despierta emociones intensas”. “Descalificar la forma en que el otro maneja el dinero equivale a descalificar su historia y su identidad. Por eso es tan frecuente que el dinero sea motivo de conflicto en las parejas. No solemos tener el mismo manejo ni las mismas creencias, porque venimos de contextos distintos”.

Entre las formas más comunes de infidelidad financiera, Bankrate cita cuatro: gastar más de lo que la pareja aceptaría (33%), ocultar deudas (23%), usar una tarjeta de crédito secreta (17%) o una cuenta de ahorros secreta (15%).

Las diferencias y los desacuerdos no siempre desembocan en una infidelidad, pero son un detonante en la mayoría de los casos. Por si fuera poco, no sorprende que la prevalencia de este tipo de infidelidad sea tan alta si se parte de la base de que los opuestos financieros se atraen. Según los especialistas, es frecuente que en un vínculo amoroso los miembros tengan relacionamientos totalmente distintos con el dinero. “Hay autores que hablan de perfiles financieros: en un extremo, el gastador compulsivo, y en otro, el ahorrador aprensivo. Muchas veces esos perfiles se atraen en la etapa de enamoramiento”, explica Álvarez.

En ese período, hablan de todo menos de plata, y todo es color de rosas hasta que empiezan a convivir y salen a la luz sus estilos financieros incompatibles.

A esto se le suma que la gestión financiera en matrimonios o relaciones de convivencia tampoco es una típica charla de amigos, dice Sur. “Con amigos se habla más de la frecuencia sexual que de cómo se administran los gastos en pareja, así que tampoco aprendés de otros, no sabés cómo lo hacen”.

Lo importante es actuar ni bien se detecte el desequilibrio financiero en la relación. Para Álvarez, eso implica “volver a los proyectos en común”, sean cuales sean. “Cuando podés reconectar con esos proyectos y hacer una planificación, definís prioridades de gasto. Eso genera una alineación hacia donde conducir el consumo”.

Parte de centrarse en el proyecto en común incluye adquirir hábitos que, pese a que parezcan poco románticos, son los que harán la diferencia, como sentarse a organizar las prioridades y a buscar el equilibrio entre ambas formas de manejar el dinero.

Dentro de esa planificación, resulta clave contemplar los “gastos libres de culpa” para evitar ocultamientos. “La pareja define un monto que cada uno puede usar sin que el otro diga nada, sin siquiera registrar el gasto. El monto dependerá del acuerdo”, detalla Álvarez. Y, si se llega a romper el pacto, comunicarlo cuanto antes, dice Sur. “Lo último que hay que hacer es esconder, y menos a tu pareja, que quizás te podría ayudar”.

En lugar de pedir ayuda, quien está endeudado o alcanza con frecuencia el límite de una tarjeta de crédito muchas veces evita contarlo bajo la excusa de que pronto lo solucionará. Pero la mentira financiera tiene patas cortas. “La persona no lo cuenta y se mete más en el pozo. Además, cuando entra en cobranzas, empieza a llamar a parientes; la pareja se va a terminar enterando”, asegura el creador de Neurona Financiera.

Reconocer una infidelidad financiera no será fácil, pero el costo de no hacerlo siempre será mayor. Dependiendo de la magnitud del ocultamiento, Soler subraya que la confianza puede reconstruirse si se habla con sinceridad, desde la vulnerabilidad y sin recurrir a la recriminación. Resulta clave reflexionar sobre por qué se llegó a ese punto, qué dinámicas de la pareja lo favorecieron. “¿Cómo está el respeto para con la debilidad del otro que lo llevó ocultar esto? ¿Qué tengo yo que hizo que el otro me lo ocultara? ¿Cómo soy para manejar los disensos, el no estar de acuerdo?”. Solo así puede restablecerse la confianza y fortalecer una relación que podría arruinarse por algo tan simple pero tan peligroso como el silencio.