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Los beneficios de no hacer nada y algunos consejos para lograrlo

La cultura actual valora la ultraproductividad y subestima el descanso, cuando en realidad parar, e incluso aburrirse, es clave para fortalecer las defensas y prevenir el agotamiento físico y emocional

“No hacer nada también es en sí hacer algo: permitirse descansar, parar y cuidarse, una idea sencilla, pero que muchas personas han olvidado”, dice Carlos Caudet, profesor de Psicología de la Universidad Europea (UE), con sede en Madrid.

Caudet explica que “cuando el cuerpo reduce el estrés y descansa, se activa nuestro sistema nervioso parasimpático (responsable de regular una variedad de funciones corporales en condiciones de descanso o de recuperación), poniendo en marcha procesos clave que limpian, reparan y regeneran nuestras células”.

En el plano emocional, nuestro cuerpo libera serotonina y dopamina, neurotransmisores (moléculas químicas que transmiten señales entre las células nerviosas) fundamentales para el bienestar, la motivación y la salud mental, explica este profesor e investigador, y recalca: “Vivimos en una cultura que premia la ocupación constante y subestima el descanso, cuando en realidad parar es clave para proteger nuestra salud y prevenir el agotamiento físico y emocional”.

Pausas que fortalecen nuestras defensas naturales

Caudet añade que “el descanso prolongado también mejora significativamente la función inmunológica o defensas naturales del cuerpo, ya que dormir bien o reducir el estrés aumenta la producción de linfocitos T y natural killers (las células asesinas naturales), dos tipos de glóbulos blancos que son esenciales para combatir infecciones y células tumorales”.

En este sentido, el sueño profundo y reparador, especialmente en fases REM (o de movimiento ocular rápido), ha sido vinculado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas.

“El descanso reparador se relaciona con menor estrés oxidativo (desequilibrio que puede dañar las células) e inflamación celular (respuesta biológica que puede ser nociva si se vuelve crónica), así como una mayor longevidad y funcionamiento fisiológico y psicológico”, afirma el profesor de la UE.

hermosa-mujer-con-camisa-minimalista No hacer nada

Incluso lo que muchas personas etiquetan como “aburrimiento” puede tener efectos beneficiosos si se interpreta como una pausa consciente. “Hay una tendencia creciente a intentar estar siempre haciendo cosas. Nos cuesta tolerar el aburrimiento, cuando en realidad es un espacio fértil para la creatividad, la autorreflexión y la reorganización emocional”, afirma Caudet.

El experto explica que, durante los momentos de desconexión que se producen al aburrirnos, se activa una red neuronal vinculada a la introspección y la planificación futura, lo que permite al cerebro procesar emociones y consolidar recuerdos.

Vacaciones sin planes

Por ejemplo, una excelente recomendación es a la hora de plantear unas vacaciones realmente reparadoras, evitar la trampa de la sobreplanificación. “Tener tiempo libre no significa que haya que llenarlo. De hecho, muchas personas vuelven más cansadas de sus vacaciones después de intentar ‘aprovechar’ cada minuto libre”, señala el psicólogo.

Para que las vacaciones sirvan realmente como una pausa regenerativa, se aconseja cambiar de entorno, reducir la exposición a distintos estímulos y evitar que se repita la lógica del trabajo consistente en tener una agenda cargada de tareas y actividades.

“Un buen punto de partida para escapar del exceso de planificación y de actividades consiste en preguntarnos honestamente si lo que estamos haciendo nos recarga o nos agota”, sugiere Caudet.

Sin embargo, el descanso no debe limitarse a los períodos vacacionales, ya que, si aprendemos a incorporar pausas reales durante nuestras jornadas laborales o académicas, a lo largo del año, seremos más eficientes y creativos, y estaremos en un mejor estado emocional.

“No todo consiste en aumentar nuestra productividad; también necesitamos sostenernos física y mentalmente”.

Estrategias para descansar y aburrirse sin culpa

No obstante, ante este planteo surge la profunda interrogante sobre cómo podemos desactivar la tendencia a estar siempre ocupados y quitarnos el sentimiento de culpa por no hacer nada para poder disfrutar del descanso y del aburrimiento, tanto en vacaciones como a lo largo del año. “El primer paso es cuestionar la creencia implícita de que solo ‘hacer algo’ tiene valor”, propone Caudet.

Para conseguirlo “podemos repetirnos a nosotros mismos ideas como, por ejemplo, la de que descansar no es no hacer nada, sino que es hacer algo vital para mi salud”.

“Al repetir frases como estas conseguiremos modificar nuestro diálogo interno y por lo tanto la construcción de nuestra realidad”.

Por otro lado, es de vital importancia exponerse progresivamente al “no hacer nada”, forzándonos a permanecer unos minutos al día sin estímulos (sin usar el teléfono móvil, sin realizar tareas…) y observar nuestras sensaciones corporales, nuestros pensamientos, nuestras emociones como la culpa o la incomodidad.

“Debemos aumentar paulatinamente la duración de estos períodos diarios de prueba en que ‘no hacemos nada’ para poder, poco a poco, tolerar mejor las sensaciones desagradables que puedan provocarnos”, sugiere.

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Para este psicólogo también es importante trabajar con nuestro sentimiento de culpa, que a menudo aprendemos en la infancia y luego es reforzado por los entornos laborales o educativos altamente competitivos.

Este tema muchas veces es abordado en las sesiones de terapia psicológica en las que se trabaja con esa voz crítica interna del paciente, que la hace sentir culpable, para reconstruir esa narrativa y reemplazarla por una con la que no sienta culpa.

En definitiva, “necesitamos aprender a tolerar el aburrimiento, hacerle espacio en el día a día y reformular determinados pensamientos que todos tenemos en cierta medida automatizados y que son reforzados por la sociedad y el entorno cercano”. Esta habilidad no se adquiere por arte de magia y, de hecho, aprenderla puede compararse en cierta medida con ir al gimnasio, ya que necesita repetición, atención y entrenamiento, al igual que en ocasiones también puede requerir la ayuda de un profesional.

En base a EFE