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La potencia de la humildad

Aquellos que realmente hacen las cosas bien, gozan de la tranquilidad de que sus proyectos llegan y sus sueños se realizan. Se esfuerzan, sí, pero no para alcanzar una meta, sino para hacer lo mejor posible su tarea. Las consecuencias luego vienen solas.

Editora Jefa de Galería

Una vez más, aparece un nuevo ejemplo de que la grandeza y el talento crecen desde la humildad; y como humildes son quienes portan esas virtudes, pretenden conceder sus logros a la fortuna.

Aquellos que realmente hacen las cosas bien, gozan de la tranquilidad de que sus proyectos llegan y sus sueños se realizan. Se esfuerzan, sí, pero no para alcanzar una meta, sino para hacer lo mejor posible su tarea. Las consecuencias luego vienen solas.

“Soy tranquilo, voy por la sombra y si las cosas tienen que suceder y llegar, llegan y suceden”. Así es como Tavo García le adjudica a la suerte parte de su éxito. No le gusta andar atrás de las cosas ni aparentar algo que no es.

Pero puesto en perspectiva, después de leer su propio relato de sí mismo (no hay mejor manera de ver a una persona en perspectiva que en una entrevista, pues esa es una de las grandes cualidades de ese género periodístico, y que el propio García llega a reconocer en la charla), nada tiene que ver la suerte en el fantástico camino que ha hecho en su carrera de modisto. No se siente del todo cómodo con llamarse diseñador, prefiere considerarse artesano textil.

Aunque ha vestido para el escenario a figuras como Lali Espósito, Julieta Venegas, Natalia Oreiro, Ca7riel y Paco Amoroso, Ale Sergi y Juliana Gattas de la banda Miranda, y a la gran Moria Casán, en Uruguay no todos conocen a Tavo García. Claramente, ese bajo perfil responde a una personalidad un tanto tímida, que es feliz detrás de una máquina de coser. Porque él es quien cose cada puntada de cada traje que entrega.

Sus verdaderos atributos, que unidos y combinados hacen a su gran talento, se pueden listar.

La vida se divide entre los que salen a buscar las oportunidades, luchan, pelean, insisten, y los que dejan que las cosas sucedan de manera natural, por obra del universo.

El estrés y los nervios no lo afectan. Los controla y usa a su favor (lo aprendió con el tiempo). De hecho, se somete a la pulseada con el reloj porque sabe que de esa manera va a sacar su mejor elixir creativo. Y sentencia una verdad contundente: “A veces, cuando tenés tanto tiempo le vas buscando la vuelta. A mí las cosas nunca me terminan de convencer del todo y lo que las define es el tiempo, y si tenés mucho tiempo, quizás hasta las termines odiando”. Conocerse de esa manera para manejar el autocontrol es un gran punto a favor. Pero también lo hace porque confía.

Otro punto a favor es su enorme capacidad de trabajo, que lo impulsa a proponer más. Le pidieron tres vestidos para Natalia Oreiro, hizo 10 (y ella usó los 10). Lali quería un vestido corto, le hizo un vestido corto y también un catsuit, siguiendo su inspiración (y ella eligió el catsuit).

La vida se divide entre los que salen a buscar las oportunidades, luchan, pelean, insisten, y los que dejan que las cosas sucedan de manera natural, por obra del universo. Aunque puesto así parece que la postura correcta es una sola, nunca me quedó muy claro realmente cuál es la mejor actitud. Con el perfil de Tavo, a quien le cuesta la exposición y el reconocimiento, es fácil adivinar cuál es la suya. “Las cosas se dan cuando se tienen que dar. Yo veo gente que anda atrás de la fama y elijo ser lo contrario”.

Y uno más de los aciertos de este artesano de las telas en su manera de llevar su carrera tiene que ver con la esencia de su origen, uruguayo y del interior (Tacuarembó): adaptarse a las opciones que hay. “Es ahí donde en gran parte está el diseño, en resolver con lo que tenés y tratar de hacer lo mejor posible. (...) Siempre me resolví con poco. De ahí viene mi impronta de las cosas simples”.

Tavo García sigue cosiendo él mismo cada una de las puntadas porque sabe que los demás conocen su trabajo por lo que ven y porque­ en la realización de una idea está también la capacidad de crear cosas nuevas, la interpretación y la subjetividad de las manos que ejecutan. Esa es la esencia de la humildad, no dejar de trabajar con las manos para no perder la capacidad intelectual de crear. Para él, eso es parte del camino, “ir por la sombra, sin quemarse”.