En una arena internacional cada vez más compleja, el gobierno de Yamandú Orsi recibió buenas noticias y tomó una decisión correcta. De todos modos, hay pasos y señales que exigen mayor cautela y un debate político serio.
El Mercosur dio una buena noticia a Uruguay, aunque el gobierno debería avanzar con cuidado en su acercamiento con los Brics
En una arena internacional cada vez más compleja, el gobierno de Yamandú Orsi recibió buenas noticias y tomó una decisión correcta. De todos modos, hay pasos y señales que exigen mayor cautela y un debate político serio.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa última Cumbre del Mercosur, desarrollada la semana pasada en Buenos Aires, comenzó con una novedad positiva para Uruguay. El bloque regional y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés) anunciaron la conclusión de las negociaciones bilaterales para alcanzar un acuerdo.
Al igual que en el caso del posible acuerdo Unión Europea-Mercosur, las negociaciones con el EFTA —integrada por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein— cerraron por primera vez en 2019, pero luego quedaron congeladas.
Es una buena señal que los socios del Mercosur hayan culminado —otra vez— las negociaciones con los dos bloques europeos. Ambos procesos son fruto, en el caso de Uruguay, de la consolidación de una política exterior que se mantiene gobierne quien gobierne. Esa es una noticia positiva, porque la apertura de mercados es clave para el desarrollo de Uruguay.
Es deseable que el proceso avance finalmente y ambos tratados sean firmados y ratificados antes de fin de año. El gobierno de Orsi ha dicho que ese es su objetivo, y ojalá que no aparezcan los palos en la rueda desde la interna del Frente Amplio.
El presidente aprovechó su viaje a Buenos Aires para reunirse con su par argentino, Javier Milei, lo que es, sin duda, otra buena noticia. Mantener una buena relación con Argentina, más allá de las diferencias ideológicas entre sus gobernantes, es importante para Uruguay, dada la relevancia como cliente para la exportación de bienes y servicios y como origen de inversión directa.
La agenda internacional de Orsi tuvo una parada en Río de Janeiro, donde participó en la cumbre de los Brics, un bloque fundado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica al cual luego se fueron sumando otros países del denominado “sur global”. El mandatario aceptó la invitación de Luiz Inácio Lula da Silva y aprovechó la oportunidad para tener reuniones con otros jefes de Estado.
Asistir a la reunión de los Brics no parece, a priori, una mala decisión. Permitió al presidente mantener reuniones bilaterales con otros mandatarios y eso puede alimentar futuros acercamientos. De todos modos, es importante que Uruguay discuta qué nivel de involucramiento quiere tener con ese espacio. El gobierno de Luis Lacalle Pou dejó sentadas las bases para el ingreso a su banco de desarrollo, pero no dio los pasos finales para acceder.
Acercarse a ese bloque puede tener implicancias complejas, dado el incierto clima internacional y a las amenazas explícitas planteadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero, más allá de esa situación relativamente circunstancial, sería bueno ir más a fondo en la discusión.
En una entrevista con Búsqueda en mayo el ministro de Relaciones Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, dijo que su país miraba “con interés” la expansión de los Brics, que ahora incluye a varios vecinos de esa ciudad-Estado. De todos modos, añadió que todavía no estaban pensando en pedir el ingreso con el siguiente argumento: “No tengo una idea muy clara de si el Brics es una organización policial, económica o ideológica. ¿Qué es? ¿Cuál es su principio organizador central?”, se preguntó.
Balakrishnan dio en el clavo. Es necesario despejar qué son los Brics, cuáles son sus objetivos y exigencias antes de resolver el grado de relación que Uruguay pretende tener. El país tiene motivos para estar alerta ante las aventuras integracionistas con una mirada netamente política, una falla recurrente del Mercosur a lo largo de su historia y un error fatal de otros intentos como la Unión de Naciones Suramericanas.