Las palabras importan. Podemos hablar rato largo sin decir nada, podemos hablar sin saber, podemos decir un montón de cosas que suenan bien, pero no tienen ningún efecto. Pero hay momentos y lugares en los que es importante decir.
El presidente Orsi condenó la situación en Gaza, pero faltaron palabras clave; faltó decir que cuando hablamos de terrorismo hablamos de Hamás, y que cuando hablamos de la práctica sistemática del exterminio hablamos de la acción del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sobre la población palestina
Las palabras importan. Podemos hablar rato largo sin decir nada, podemos hablar sin saber, podemos decir un montón de cosas que suenan bien, pero no tienen ningún efecto. Pero hay momentos y lugares en los que es importante decir.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace casi dos años que presenciamos todos los días escenas de violencia que no han parado de crecer en la Franja de Gaza. Imágenes que ojalá nunca tuviéramos que haber visto. En realidad, que ojalá nunca hubieran sucedido. Pero las vemos una y otra vez en televisión, en redes sociales, en medios de todo el mundo, a veces cuando las vemos venir escroleamos rápido el teléfono para evitarlas porque no soportamos ser testigos de tanto sufrimiento. ¿Cómo vivimos todos los días viendo niños mutilados, asesinados, rogando por un pedazo de pan, llorando de hambre? ¿Cómo soportamos que haya familias que aún no saben si los suyos están vivos o muertos porque los tiene secuestrados un grupo terrorista hace 23 meses?
Entonces, cuando tenemos la posibilidad de que el mundo nos vea, decir es importante.
El discurso del presidente uruguayo Yamandú Orsi en la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) no estuvo falto de contenido. Por el contrario, Orsi habló de paz, de nuestra siempre reivindicada tradición democrática, de tolerancia y de contribución a la solución de conflictos, hasta el punto de ofrecer al país como mediador. Mientras un rato antes el presidente estadounidense Donald Trump vociferaba desde el mismo micrófono, a su turno Orsi trajo su característica calma.
Sin embargo, a la hora de hablar de la situación en Gaza, faltaron palabras. Palabras clave.
“Que quede muy claro: condenamos toda forma de terrorismo, ya que constituye, entre otras cosas, una despreciable actitud de cobardía. Existe otra lógica actual, es la que nos lleva a que el objetivo central en las guerras actuales pareciera ser la práctica sistemática del exterminio. El fin nunca justificó los medios. Debemos desterrar aquel viejo precepto de que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Toda guerra es criminal, sin importar dónde ocurra, sin importar el dios que se invoque para justificarla, y merecerá siempre nuestra más visceral condena”. Está muy bien. Pero faltó decir que cuando hablamos de terrorismo hablamos del grupo Hamás. Y también faltó decir que cuando hablamos de la práctica sistemática del exterminio hablamos de la acción del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sobre la población palestina.
“Ningún Estado que se precie de democrático y de vivir bajo el mandato del derecho internacional puede, aun bajo el legítimo derecho de defenderse contra el terrorismo, ejercer la barbarie sobre ninguna población civil, menos aún contra personas especialmente vulnerables e indefensas”. Totalmente de acuerdo con el presidente. Pero seguimos sin nombrarlos.
Y otro asunto. Entre exterminio y genocidio hay poca diferencia. Los diferencia la intención. Y quizás Orsi tenga razón en lo estrictamente definitorio de ambos conceptos. Pero es un casi. Es un decir que están pasando cosas espantosas, pero sin decir quién las está haciendo, ni por qué, ni a quién. Todo sobreentendido. Sabemos de qué hablamos, pero no lo decimos.
El presidente eligió, probablemente por cuestiones diplomáticas, ser más cauto que sus propios legisladores y su propio secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, que pocas horas antes consideraron la acción que Netanyahu está aplicando sobre el pueblo palestino, sin importar si son terroristas o civiles, como un genocidio.
Además de reclamar el cese al fuego y la liberación de los rehenes israelíes, las bancadas de senadores y diputados del Frente Amplio aseguraron que “el acto terrorista perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023 no justifica, bajo ninguna circunstancia, el genocidio en curso”.
Esa declaración, además, fue coordinada y conversada con el propio canciller Mario Lubetkin, quien acompañó a Orsi a la ONU. Esto hace aún más confusa la situación. Lo dicen los legisladores coordinados con el canciller, pero no lo dice el presidente. Entonces, ¿qué piensa el presidente? ¿Está en contra de la declaración de sus propios legisladores o considera que se exceden en el calificativo? El propio Lubetkin dijo en Desayunos informales de Canal 12 el día después de la asamblea que el discurso de Orsi “condena todo lo que tiene que condenar”. Está bien, pero no lo nombra. Se queda ahí, en la orilla. No queda del todo mal con su propio partido ni tampoco con la oposición en general, que ve la situación en Gaza con otros ojos, no con los del genocidio. Sube el tono en relación con sus declaraciones anteriores, pero no tanto. Exterminio sí, genocidio no.
En la misma línea que los legisladores fue el secretario de Presidencia. Entrevistado por la diaria Radio, Sánchez afirmó que lo que ocurre en la Franja de Gaza “es un genocidio”, que las acciones del gobierno israelí no se justifican y son “totalmente asimétricas” respecto al ataque de Hamás. De todas formas, consideró necesario “separar de alguna manera la posición que se lleva adelante desde la Cancillería” del “posicionamiento político” de los actores y militantes. Se entiende, pero, entonces, ¿el presidente lo piensa pero no lo dice? ¿Es eso lo que tenemos que entender? Insisto. Es extraño.
Es difícil hablar de esto, lo sé. Todos podemos verlo desde distintas ópticas y de acuerdo a nuestras propias vivencias, nuestra historia, nuestra familia. Todos podemos ver algo que otro no ve. Pero lo que no deberíamos dejar de ver ninguno de nosotros es que los pueblos israelí y palestino no son culpables de que un grupo terrorista haya cometido una barbarie televisada con el asesinato de más de 1.200 personas y el secuestro de otras. No son culpables de que aún mantenga rehenes ni de que a algunos incluso los haya entregado muertos. Y tampoco son culpables de que el primer ministro israelí esté cometiendo una matanza sostenida y cada vez con mayor encarnizamiento de miles y miles de inocentes. Si no es genocidio, se le parece bastante. Y si hay dudas, o temores, al menos deberíamos ser lo suficientemente valientes para llamar por su nombre a una organización terrorista y a un gobernante que está ejecutando a un pueblo entero sin que se le mueva un pelo.