El nombre Sarah Jessica Parker está automáticamente ligado a la moda. La primera asociación surgió a partir de Sex and the City, con su interpretación de Carrie Bradshaw, esta periodista fashionista con una columna sobre amor y sexo. En la serie, que se estrenó a finales de los años noventa, su personaje (y ella misma, tal como se veía en las alfombras rojas) estaba tan obsesionada con la moda que llegó asegurar en un episodio: “A veces prefería comprar la revista Vogue en lugar de cenar. Me sentía más llena”.
Su carrera se remonta a varios años antes de este éxito de la cadena HBO que trascendió generaciones (y todavía puede verse en Netflix y Max), por el que ganó seis Globos de Oro y dos Emmy y que la convirtió en icono de moda. Los años 80 vieron estrenarse sus primeras películas, algunas muy recordadas, como Footloose, otras no tanto, pero es después del estreno de la serie que adquirió más notoriedad, con películas como La joya de la familia (con Dermot Mulroney), Qué pasa con los Morgan (con Hugh Grant) y Soltero en casa (con Matthew McConaughey).
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Sarah Jessica Parker y su marido, Matthew Broderick, en la alfombra roja del Festival de Cine de Turín (Italia)
EFE
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La actriz con sus hijas, Marion y Tabitha
La vida privada de Sarah Jessica Parker es eso, privada. Tal vez su matrimonio con Matthew Broderick, con quien lleva casi 35 años en pareja y 27 de casados, sea demasiado estable y poco emocionante para los paparazzi de Hollywood. Se conocieron a través de los hermanos de ella, Pippin y Timothy, que los presentaron después de que Broderick dirigiera una obra de la Compañía de Teatro Naked Angeles, fundada por los Parker.
“Probablemente sea el tipo más gracioso que he conocido en mi vida... Es tan brillante, tan guapo, creo que es el hombre más guapo que he visto en mi vida. Y me inspira”, decía Parker a Los Angeles Times en 1996 sobre quien se volvería su marido al año siguiente. Se casaron en la sinagoga Ángel Orensanz de Nueva York, en una fiesta pequeña, para 100 invitados.
Su primer hijo, James Wilkie, nació seis años después de la boda, y en 2009, a los 45 años de la actriz, nacerían las gemelas Marion y Tabitha por vientre subrogado. Sin embargo, siempre ha mantenido en mucha reserva a su familia, exponiendo en contadas ocasiones a sus hijos.
Lejos de querer transmitir una imagen edulcorada de su matrimonio, la actiz dijo a The New York Times que su relación con Broderick tiene los mismos altibajos que la de cualquiera: “Llevamos 20 años juntos y hay días buenos, días decentes y días malos. Eso es un matrimonio”, dijo. “Eso es una relación. Incluso es una amistad; las relaciones fuera del matrimonio siguen el mismo curso”. Y agregó: “Si estás comprometido a largo plazo y quieres tener relaciones significativas, atravesarás muchos períodos diferentes”. En cuanto a la receta para la durabilidad de un matrimonio, fue su marido el que se expresó: “Somos amigos de verdad, más allá de todo lo demás, y hablamos mucho”, contó. “Sigue hablando, supongo, sé que es un cliché. Demasiado silencio definitivamente no es buena idea”.
Parker, judía por parte de padre, cumplió 60 años con una actitud frente al paso del tiempo distinto al de muchas de sus colegas actrices. Se ha dejado ver con canas y se permite mostrarse con arrugas. Incluso en And Just Like That, la serie que revive los personajes de Sex and the City más de 20 años después.
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Cynthia Nixon, Sarah Jessica Parker, Kristin Davis y Kim Cattrall, en Sex and the City
AFP
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Cynthia Nixon, Sarah Jessica Parker y Kristin Davis en And Just Like That
No es un bolso, es una Baguette
Algo que sí no cambia con el tiempo es su estilo, tan personal, y su fijación con los zapatos. En Sex and the City era, en concreto, adicta a los zapatos del diseñador español Manolo Blahnik, que pronto se convirtieron en su sello de identidad e hicieron que fuera imposible no asociar los “manolos” con Carrie.
Esa pasión por los tacos es una de las cosas en común que comparten la actriz y el personaje. Tanto es así que Parker lanzó en 2014 su propia marca de zapatos bautizada con sus iniciales, SJP, con diseños vibrantes y coloridos que se vendían en varias tiendas físicas, entre ellas una en el 385 de Bleecker Street, en pleno centro de Manhattan. Aunque la tienda cerró el año pasado, su fanatismo por los zapatos y la moda en general se mantiene intacta.
“It's not a bag, it's a Baguette” (No es un bolso, es una Baguette), exclamó la protagonista en uno de sus capítulos a principios de los 2000 cuando le intentan robar el bolso. Esa escena marcó un antes y un después en la moda de Sex and the City; fue la primera prenda de diseñador que apareció en la serie, un bolso que cambió el armario Carrie y el guion de la serie, en la que estaba dispuesta a gastarse más dinero en ropa de lujo que en su propia casa.
El modelo Baguette de la marca Fendi se convirtió en otro complemento clave en los famosos estilismos del personaje y pronto el modelo se asoció a Carrie.
Por el 25 aniversario del icónico bolso de Fendi, la marca italiana decidió colaborar con Parker para lanzar una colección cápsula llamada Sarah Jessica Parker x Fendi Baguette, un modelo en lentejuelas con un degradado hacia el centro disponible en cuatro colores: morado, azul, verde y naranja.
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La actriz en la Gala del MET de 2022, en el Museo Metropolitano de Nueva York
EFE
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Sarah Jessica Parker, dos años después, en la misma gala
AFP
Aunque no todo es lujo, la famosa falda de tul rosa con la que Carrie aparece en la cabecera de la serie costó cinco dólares en un mercadillo. Parker ha asegurado que le encanta la ropa vintage y ha demostrado que la moda no es cuestión de dinero. “¿Por qué hay que quedarse solo con ropa de diseñadores? A mí me gusta mezclar grandes firmas”, aseguró la actriz en una entrevista cuando le preguntaron por su uso de marcas más accesibles y convencionales.
Portada de revistas e icono de moda
Gracias al personaje de Carrie, pero también a sus apariciones en alfombras rojas y eventos, Parker se consolidó como un icono de moda y, como tal, fue portada de la revista Vogue por primera vez en febrero de 2002 y volvió a serlo en más de ocho ocasiones, además de protagonizar la cubierta de otras revistas de moda como Elle, Harper's Bazaar, Cosmopolitan o Marie Claire durante décadas.
Su última portada de Vogue fue en diciembre de 2021 y coincidió con el estreno de And Just Like That, la secuela de Sex and the City en la que Carrie, Charlotte y Miranda viven a sus cincuenta años el amor y la amistad en Nueva York. Muchas fanáticas de la serie esperaban con ansias su regreso, muchas de ellas veinteañeras que, aunque apenas habían nacido cuando se creó la serie, llegaron a ella gracias a las plataformas de streaming, que han hecho que la serie no envejezca.
La primera temporada de And Just Like That fue algo accidentada, lo que se podría decir que fue malo, o bueno, desde el punto de vista del interés que causó. Hubo desde una denuncia de violencia sexual hacia Chris Noth (el famoso Mr. Big); la muerte de un personaje tan querido como Stanford (Willie Garson), amigo íntimo de Carrie desde Sex and the City; el cuestionamiento por la forma en que los guionistas retratan la actitud de las mujeres de mediana edad en esta secuela; hasta lo más sentido por algunos fans, la ausencia de Samantha (Kim Cattrall) por, supuestamente, viejos rencores entre ella y Parker desde los tiempos de Sex and the City a raíz de una brecha salarial entre ambas.
Normalizar el envejecimiento en las mujeres, el pilar de Sarah Jessica Parker
Como para todos, el tiempo pasó para las actrices de And Just Like That, que al comenzar la primera temporada cursaban los 50. Cuando se anunció el estreno de la secuela, las redes sociales se llenaron de comentarios criticando el aspecto de las actrices, como sus canas, sus arrugas y, en definitiva, el inevitable paso de los años por sus rostros.
Parker se ha mostrado dura ante estas opiniones y se ha preguntado qué habría pasado si hubiera sido un hombre. “Hay tanta charla misógina sobre nosotras que nunca sucedería sobre un hombre”, le dijo la actriz a Vogue.
Cuando Parker se dejó ver por las calles de la gran manzana con canas, algunos la tildaron de valiente, algo que ella consideró ridículo, ya que simplemente estaba siendo ella.
La actriz ha tratado de normalizar el envejecimiento, una lucha que se ha convertido en uno de los pilares de su regreso a la esfera pública.