¿Es cierto que en algún momento pensó en ser médica?
Edad: 61 • Ocupación: actriz y cantante. • Señas particulares: Le encanta cortar el pasto, es fierrera, tiene dos tatuajes, es experta en hacer flan sin agujeros
¿Es cierto que en algún momento pensó en ser médica?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSí, pero fue una locura. Fue en una época en que mamá estaba metiéndose a nivel periodístico en procedimientos médicos innovadores. Fue autorizada para entrar a filmar esas primeras operaciones a corazón abierto; esas cosas muy potentes que fueron toda una novedad en los años 80. Y yo tuve la oportunidad de entrar a una. Hoy sería una cosa imposible por los protocolos que hay en la medicina. Me pareció tan fascinante ver la vida de esa manera, en ese corazón latiendo, ese músculo vivo. Y tomar conciencia de que, si eso se corta por algún motivo, deja de funcionar, se termina todo. Me impresionó tener la vida así, en la cara. Y ahí deliré. Siempre me interesaron los temas médicos, hasta el día de hoy tengo amigos que me llaman y me dicen: “Hola, doctora Morán”. Me preguntan porque saben que me gusta y siempre investigo.
A los 19 años se fue a Estados Unidos detrás del amor de su vida, que se había ido a estudiar aviación. ¿Cómo fue?
Él ya era piloto, ya volaba en línea aérea de carga, pero se iba a especializar en un avión para entrar a una nueva compañía. Yo estaba recontraenamorada, y él se iba por varios meses. Yo ya estaba cursando la EMAD y averigué cómo hacer para saltearme el segundo semestre y volver a engancharme al año siguiente. Entonces me fui atrás de él y estuvimos tres meses dando vueltas por allá, todo hermoso, enamorándonos cada vez más. Ese romance duró 26 años. Además, es el padre de mis tres hijos.
¿Esa fue la mayor locura de su vida?
No soy de grandes locuras, soy bien taurina, pero en el amor sí, una cosa tremenda. Amo mucho y me parece que vale la pena jugársela cuando uno ama de verdad. Si sale bien, sale bien.
No se crio junto a su padre biológico, y sin embargo descubrió que, como a usted, le encantaba la cocina. ¿Le gusta reconocerse en él?
Mirá lo que me pasó. Enrique, la pareja de mamá desde que yo tenía dos años hasta que tuve 13, fue un gran cocinero. Él siempre me decía: “Sos mi pinche cocina”. Más adelante llegó a trabajar conmigo cuando tuve un restaurante (en El Pinar). Fue una persona que yo amé muchísimo, que ocupó ese lugar como figura masculina en mi vida. Me quiso mucho, lo sé. Además no tuvo hijos, entonces sé que para él fui esa hija que no tuvo. Yo cocinaba mucho al lado de él, y ahí empieza mi amor por la cocina. Más adelante me enteré por alguien que a mi padre le encantaba la cocina, que tenía una pescadería o un lugar de comida. Investigué un poco y supe que había sido cocinero. Así que vino genéticamente, si es que existe eso, pero yo creo que se transmite por la experiencia; Enrique me hizo cocinera.
¿Es mejor cocinera desde que participó en MasterChef?
Sí, ahora soy más audaz, antes era muy atada al libro, a la receta; si bien en la repostería hay que ser muy prolijo con las cantidades, me permito investigar, me permito jugar mucho más con los sabores, condimento mucho mejor. Me encantan la cocina italiana y la española, la que nos vino, y la repostería me gustó muchísimo siempre. Pero ahora me gusta hacer comidas de otros lados: antes nunca me metía en Medio Oriente, no probaba esas cosas.
¿Qué anécdota de complicidad madre-hija con Cristina le viene a la mente?
Yo estaba en primero o segundo de liceo. Era muy desordenada, no estudiaba, entonces a mamá la llamaban todo el tiempo para hablar: que Carmencita no está estudiando, que no subió la nota, que esto, que lo otro. Entonces mamá fue a hablar con “la vieja de Matemática”, como yo la llamaba. Cuando llega, mamá le dice: “¿Usted es la vieja de Matemática?”. Era una piba, tendría 25 años. Después de eso (la profesora) le empieza a decir: “Carmencita es una chica tan amorosa, es tan respetuosa, es divina con sus compañeros”. Elogio, elogio, elogio. “Pero no estudia nada”. Y mamá la mira y le dice: “Y bueno, algo malo tenía que tener”. Eso quedó para la historia.
¿Cómo quiere que sea esta Navidad?
Somos espirituales, no religiosos, pero nos parece un día muy hermoso para la familia. Vamos a pasar con el papá de mis hijos, mis dos hijas (Dominique y Denise) y una prima del papá, que viene todos los años con sus dos hijos. No sé si alguien más se suma. Va a ser una Navidad muy tranqui. No va a estar Feliciano (su primer nieto, de seis meses, de su hijo Daniel), porque va a pasar con la familia de la madre, pero estamos muy felices de que llegó a nuestras vidas para darnos mucha alegría. Y yo celebro que la relación con Daniel, el padre de mis hijos, fluya, que sea armónica. Santa Denise logró acercarnos después de un período de distanciamiento. Logramos sanar y tener un vínculo de cariño. Así que la Navidad la pasamos juntos.
¿Ya tienen pensado el menú?
Nos gusta mucho hacer bondiolas braseadas para armar sanguchitos; nos gustan las mesas para que cada uno arme su plato. Esa es la impronta de nuestra Navidad. A esta prima del padre de los chiquilines le gusta mucho la cocina y siempre trae unas ensaladas topísimas. Y por lo general yo me encargo de los postres. El año pasado hice crumble de frutos rojos, que fue uno de los platos favoritos del jurado en MasterChef. Es muy especiado, con sabores un poquito más exóticos. También hago muy buen flan casero, sin agujeros. Soy capaz de clavarme un puñal si hago un flan con agujeros.