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De montar ponis en el Jagüel a encabezar un ranking mundial de salto ecuestre con 14 años

Con 14 años, Azul Vargas obtuvo el primer puesto en su categoría en FEI Children’s Classic, uno de los mayores reconocimientos mundiales a los que puede aspirar una amazona de su edad; lo hizo de la mano de Máxima, la yegua con la que forma un binomio sólido y prometedor

Se ha dicho que la conexión entre humanos y caballos es un milagro neurobiológico. Lo natural sería que este animal, que vive en alerta, le tuviera miedo a cualquier individuo que se le acerque. Sin embargo, sobra evidencia científica para demostrar que entre humanos y caballos puede producirse una sincronía física y mental tan profunda que termina siendo beneficiosa para ambos.

Azul Vargas sintió esa conexión mucho antes de poder entenderla. Tenía apenas dos años, la primera vez que montó un poni. Desde entonces, durante varios años, el parque Jagüel de Punta del Este fue para ella y su hermana sinónimo de tardes de verano entre carreras de caballos, una actividad que, sin imaginarlo entonces, se convertiría en el comienzo de la historia que hoy la encuentra como una de las amazonas más prometedoras de su edad en el plano internacional: la jinete uruguayoargentina de 14 años obtuvo días atrás el primer puesto en su categoría en FEI Children’s Classic, uno de los mayores reconocimientos mundiales a los que puede aspirar una jinete de su edad. Un puesto al que —como toda buena amazona— no logra referirse sin hablar de Máxima, su yegua, con la que forma el binomio campeón.

Este logro tiene para Azul un doble significado: no solo era una meta anhelada desde hace un tiempo, que persiguió con esfuerzo y disciplina, sino que también era su última oportunidad de alcanzarlo, ya que la competencia apunta a jinetes de entre 12 y 14 años. “Estoy recontenta, porque hace un montón quería ganar el FEI Children’s Classic y era mi último año en poder lograrlo. Pero, además de ser un título, demuestra que todo el trabajo que me hicieron hacer mis profesores, Lucas (Mesa) y Alexis (Trosch), valió la pena”.

Azul podio
Azul Vargas obtuvo el primer puesto en su categoría en FEI Children’s Classic.

Azul Vargas obtuvo el primer puesto en su categoría en FEI Children’s Classic.

Organizada por la Federación Ecuestre Internacional (FEI), esta competencia se distingue por trazar sus recorridos de forma idéntica en distintos países y por un único diseñador de pistas de la federación, lo que permite que participantes de todo el mundo compitan en paralelo bajo las mismas condiciones.

De a dos

Aquel vínculo lúdico y recreativo con los ponis se tornó en algo más serio a los 10 años, cuando Azul, poco tiempo después de instalarse en Argentina con su familia, sintió que había encontrado su lugar en el Club Hípico Argentino, donde entrena hasta hoy. Desde entonces, durante la semana sus rutinas consisten en pasar casi todas las tardes en el club junto con Máxima, su fiel compañera en todo este camino. Tan importante como el entrenamiento es el cuidado de la yegua, al que también le dedica varias horas. “Después del colegio me quedo toda la tarde con Máxima, porque después de montarla la tengo que bañar, la tengo que peinar; como ella es tordilla, las moscas la persiguen, entonces la tengo que cuidar porque, si no, la pican un montón. La cuido unas dos horas, vuelvo a casa a dormir, y al día siguiente lo mismo”, relata.

Azul Vargas
Tan importante como el entrenamiento es el cuidado de Máxima, a quien le dedica toda la tarde, después del colegio.

Tan importante como el entrenamiento es el cuidado de Máxima, a quien le dedica toda la tarde, después del colegio.

Justamente, el vínculo con Máxima es un eje en su corta y prometedora carrera. El reconocimiento mundial no solo confirma su destreza como jinete, sino que habla, también, de la fortaleza y complicidad del binomio.

Su afinidad fue mutua e inmediata. Desde el principio, Azul percibió el “corazón enorme” y la valentía de Máxima, dos de las características que suelen llamar la atención de todos. “Hace cosas que yo nunca haría. Si le pido una distancia enorme, se manda. Si la mando por vueltas chiquitas, las hace. Y si las cosas no salen de una manera, busca otra manera para hacerlas, pero la valla la salta igual. Un montón de gente mira lo que hago con ella y no lo pueden creer”. Básicamente, Máxima actúa como si supiera con exactitud lo que su jinete necesita en cada segundo.

Azul Vargas
“Somos un poco locas, ella quiere correr y yo también, así que ninguna se frena”, dice Azul Vargas sobre su yegua.

“Somos un poco locas, ella quiere correr y yo también, así que ninguna se frena”, dice Azul Vargas sobre su yegua.

Su complicidad también se nota en la velocidad, algo que ambas parecen disfrutar por igual. “A ella le encanta correr, creo que más que a mí”, dice Azul entre risas. “Somos un poco locas, ella quiere correr y yo también, así que ninguna se frena”.

Una prueba sin margen de error

Como antes de cada prueba, Azul le dio a Máxima una galletita para caballos, le pidió a su ángel de la guarda que la cuide y salió a la pista. Lo que siguió fue una exigente competencia de doble recorrido: el primero, para asegurar “cero faltas”, lo que quiere decir que cualquier mínimo error (aunque fuera rozar una valla) puede dejar al binomio fuera de los primeros puestos. Luego, otro recorrido en tiempo directo, que exige acelerar el ritmo desde el inicio, ya que el cronómetro empieza a correr desde la primera valla. “Empezar muy rápido es difícil porque sentís que vas más rápido de lo que vas. Siempre cuesta más el tiempo directo”, explica Azul.

Pese a lo complejo de la prueba, Azul se sintió siempre “retranquila”, en gran parte, gracias a la confianza en Máxima —que estaba en óptimas condiciones— y al trabajo de todo el año junto con los destacados jinetes argentinos Lucas Mesa y Alexis Trosch. En los últimos meses sus entrenadores le transmitieron la importancia de “enfocarse en la base” en lugar de intentar alcanzar cierta altura con rapidez, con el objetivo de que el binomio se sienta cómodo y crezca con solidez.

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“Este año me enseñaron el enfoque en la base, que no me importe si otros suben más rápido: enfocarme en mí y en hacer las cosas bien. Siempre cuidar bien al caballo y, si alguna vez algo no me sale, intentar frustrarme lo menos posible y volver a entrenar hasta que me salga”. En ese sentido, dice, la equitación es “formadora”, no solo en el deporte, sino también para la vida. La práctica constante le pulió el carácter, le enseñó la importancia de la disciplina y también a lidiar con la frustración y el enojo. “Me formó mucho como persona, le debo un montón. Todas las frustraciones de los concursos también te pasan en la vida. Tenés que aprender a ser buen ganador y buen perdedor”.

La amazona celebra el primer puesto del ranking de FEI Children’s Classic y, al mismo tiempo, sueña con lo que viene. Sus próximos objetivos son ganar el Campeonato Sudamericano de Equitación Juvenil y competir en el Longines Global Tour, torneo anual que tiene a Athina Roussel Onassis de Miranda, nieta del magnate griego Aristóteles Onassis, como madrina, y que se realiza en una de sus etapas al pie de la Torre Eiffel. “Este año me invitaron y no pude ir. Quiero ir y ganarlo”, dice Azul, convencida de que este logro es apenas el comienzo.