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Shakira dio un show demoledor en el Estadio Centenario: “Uruguay me inspira”
Vestuario impactante, escenografía, guiños nostálgicos, exitazos y ovaciones; Shakira hizo aullar a 50.000 lobas uruguayas, y lo volverá a hacer 24 horas después. Será la primera artista en llenar dos veces el Estadio Centenario con una misma gira.
Un cuarto de siglo después, Shakira regresa a Uruguay con la fuerza femenina de su tour mundial Las Mujeres Ya No Lloran.
De menos: llegar tarde a un concierto. Aún más de menos: que, como si existiera una malvada ley del karma, la artista en cuestión también aparezca tarde. Montevideo tuvo que poner a prueba su paciencia cuando, primero, decenas de lobas descarriadas de la manada buscaban su bendita puerta de ingreso al concierto; segundo, Shakira se tardó unos buenos 90 minutos antes de aparecer en el escenario.
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Previo a eso, y como si fueran caminos de hormiga, filas de personas se extendían, desorganizadas, por todo Parque Batlle. “Shakira, qué lío que armaste”, soltó un tachero sobre las 16:38 de la tarde, varias horas antes de la estipulada para el show. Distintos focos de peregrinación que llevaban caderines, abanicos y pelucas versión Las de la Intuición se entremezclaban con la vorágine de una tarde entre semana en los alrededores del Estadio.
Después de una actuación previa de Meri Deal y una seguidilla interminable de videoclips musicales, comenzaron a organizar la pasarela de la artista, que atravesaría todo el público hasta llegar al escenario. Pero ella no aparecía. Comenzaban a brotar las primeras impaciencias, los "ni Madonna", "ni los Rolling Stones" se animaron a tanto.
Cuando Shakira apareció, apareció imponente, haciendo vibrar el aire con cada golpe de cadera al caminar por la pasarela. Una vez al frente de todos, se sacó los lentes con un gesto entre teatral, cómplice e intimidante, y dio por empezada la fiesta.
Ya se notaba que se iba a bailar todo, ella y la gente, que pareció volver a domesticarse cuando durante la introducción al show, entre todas las mujeres latinas que mencionaba, ésta vez, la colombiana sí nombró a las uruguayas.
Shakira en el Estadio Centenario
Mauricio Rodríguez
Entre vestuario impactante, escenografía, guiños nostálgicos, exitazos y ovaciones, el Centenario rápidamente se convirtió en el patio de juegos de Shakira donde juegan sus cachorras; ese pequeño ejército luminoso y pop comandado por sus pulseras LED inteligentes que celebraba que Las Mujeres Ya No Lloran. Nombre del tour y álbum que conecta sus tiempos dePies Descalzos —que acaba de cumplir 30 años— con la Shakira más contemporánea: lastimada, abierta, sacando músculo y facturando.
Todo se repetirá este jueves 4 de diciembre, y en total la colombiana habrá tocado frente a 100.000 personas en Montevideo, y será la primera artista en llenar dos veces el Estadio Centenario con una misma gira.
Las mujeres ya no lloran (LMYNL), la gira mundial de Shakira
No se trata solamente de su regreso a los escenarios del mundo, sino que todo esto fueron los cimientos y hoy toda la estructura de su imperio. LMYNL es el álbum-diario íntimo de una mujer que juntó sus pedazos después de una ruptura pública y decidió exhibirlos como parte de su crecimiento. Podría decirse que es su disco más personal en años, con el que transformó caídas y golpes en estribillos, el enojo en beats y la resiliencia en un fenómeno global compartido por mujeres de todo el mundo. Facturó, e hizo un show con dinamismo y poder en el que no escatima en nada.
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Pantallas gigantes que se unen en una mega pantalla, movimientos robóticos que multiplican su figura, coreografías que entran y salen como a través de portales. Y en medio de esa épica visual, los vertiginosos cambios de ropa que funcionaban como capítulos. No eran simplemente outfits, eran giros narrativos, mojones en su evolución. Desde reminiscencias a Servicio de lavandería (2001) con su cowboycore de principios de siglo, hasta los brillos y el cuero de cualquier estrella pop, cada cambio alteraba la energía del Estadio.
Cuando aparece con el top dorado para Hips Don’t Lie, no es lo mismo que cuando vuelve al cuero, que la noche se vuelve más rockera, o cuando abraza los tonos plata y entra en modo diosa intergaláctica. Todo eso es Shakira, y también la de los pies descalzos.
Entre canción y canción soltó algunas palabras cálidas y cercanas. “Ya saben que mi vida no ha sido fácil estos últimos años. De caídas nadie se salva. Pero nosotras, cada vez que nos caemos, nos levantamos un poquito más sabias, más fuertes, más triple M”, y despertó un rugido de identificación colectiva. Remató: “Bienvenidos al tour de Las mujeres ya no lloran. Recuerden: solas somos vulnerables, pero juntas somos invencibles”. Y en esa frase concentró todo el espíritu de la gira. La música como salvavidas, la catarsis como puente y espectáculo, la mujer que es fuerte cuando muta.
Shakira en el Estadio Centenario
Mauricio Rodríguez
Empezó con Estoy aquí, como si necesitara recordarse y recordarle a su público que todo comenzó ahí, con una chica de pelo rojo y guitarra al hombro que arañaba con las letras. Solo que ahora la canción le quedaba más poderosa en el cuerpo. El show duró dos horas (si se le perdona el retraso), y se sintió como si hubiera comprimido 30 años de carrera en casi 30 canciones, desde sus hits planetarios hasta esos clásicos que solo las fans que crecieron con MTV Latino siguen considerando sagrados.
La banda —su seleccionado de lujo de siempre, con la colaboración de algunos uruguayos— y el cuerpo de bailarinas estuvieron más que a la altura del show.
Montevideo como escenario
“Uruguay me inspira. Acá escribí mucho", revela Shakira, con la voz de quien recuerda largas caminatas por la playa de José Ignacio. En Uruguay, cuenta ella, nació el germen de Waka Waka, o deGirl like Me. Pero Shakira se acababa de coronar como la primera artista en llenar dos veces el Estadio Centenario en una misma gira. Así que Montevideo no solo fue inspiración, sino que esta vez fue consagración.
Shakira en el Estadio Centenario
Mauricio Rodríguez
El Centenario se convirtió en un santuario pop. Afuera, congestión. Adentro, mujeres +40 reviviendo adolescencias y adolescentes viviendo la suya. Niñas con fiebre de Zootopia —por Gazelle, el personaje al que Shakira da vida en la película— y glitter por toda la cara, y los mil veces repetidos grupos de amigas, algunas mega lookeadas y otras (presuntamente) recién salidas de la oficina, directo a una cita con la loba.
Ya saben que mi vida no ha sido fácil estos últimos años. De caídas nadie se salva. Pero nosotras, cada vez que nos caemos, nos levantamos un poquito más sabias, más fuertes, más triple M. Ya saben que mi vida no ha sido fácil estos últimos años. De caídas nadie se salva. Pero nosotras, cada vez que nos caemos, nos levantamos un poquito más sabias, más fuertes, más triple M.
No tan sororas, las chicas uruguayas en definitiva eran (a veces grupos de) desconocidas compartiendo abanicos y retocándose el rímel, que al siguiente segundo discutían por un centímetro de espacio, empujando cuando no alcanzaban las palabras con la delicadeza de un vals, el vals territorial de los conciertos. Pero con el primer amague de aparición de Shakira, todas las micro disputas se deshicieron y podía llegar a creérseles eso de manada.
Shakira en el Estadio Centenario
Mauricio Rodríguez
La Valquiria del desamor
Shakira encarna una valquiria del siglo XXI. En la mitología nórdica, las valquirias se acercaban a los caídos para llevarlos al Valhalla. La colombiana tiene el don de reunir a todas las que atravesaron batallas emocionales y ofrecerles un lugar distinto: un estadio entero donde cantar.
Sus canciones funcionan como una catarsis colectiva, y un llamado a recordar que lo que se rompió es un plato y no la vajilla entera. Entre 50.000 personas ninguna podía sentir que estaba sola. Como si todas hubieran llegado con sus historias a cuestas para convertirlas en disfrute.
Shakira en el Estadio Centenario
Mauricio Rodríguez
Cerró con Loba y la Session con Bizarrap , dos canciones que marcan un antes y un después en su narrativa. Este animal aparece como el símbolo con el que Shakira expresa su lado más libre e instintivo durante todo el show. Nació con She Wolf (2009) para representar a una mujer que escapa de la domesticación, rompe estructuras y se deja guiar por su deseo y su intuición. Pero pasó a ser un arquetipo de supervivencia, siendo la loba hembra la madre que protege, sostiene y renace.
La luna brilló sobre el Centenario, y el aullido de la mujer lobo no fue solo de Shakira.