Es una página nueva para mí, porque es diferente de otras cosas que he hecho como artista, proyectos más colectivos como Peyote Asesino, Bajofondo —que fue primero una mancuerna de productores y luego un proyecto colectivo—, e incluso Campo mismo, que yo siento muy propio, pero era una cosa más conceptual la idea que compartía y para la cual trabajé. Hace un tiempo, un par de años, mirando Spotify encontré el perfil de Juan Campodónico y vi que tenía dos remixes nada más. Y dije: Mirá, este personaje no tiene casi obra.
¿Campo no estaba asociado en ese perfil?
No, no lo estaba. Pero yo pensé: es una página en blanco interesante para escribir. Ahí me picaron las ganas de hacer algo con un tono más personal e íntimo, y poner la cámara desde otra cercanía. Empecé a pensar en este álbum que hoy está en mitad del proceso de producción; está compuesto pero aún le falta. Al mismo tiempo, quise ir haciéndolo en público, ir mostrando, lanzando conforme voy teniendo temas terminados. Por eso salió Frik como primer corte, y que curiosamente me he dado cuenta de que es un tema que habla de la singularidad de las personas. Cómo cada uno es distinto del otro, cómo cada uno puede sentirse extraño, incómodo y no encajar. El tema luego desarrolla otras visiones sobre eso; por ejemplo, cómo te vinculás con el otro, pero eso que lo descubra cada uno.
¿Por qué al momento de hacer Campo no le pusiste Juan Campodónico? ¿Reservabas tu nombre propio para identificar al productor musical?
Mirá, no lo pensé. En ese momento, al momento de ponerle título ya había transcurrido todo un proceso de trabajo y por más que mi figura era como de director técnico e impulsor central del proyecto, estaba colaborando con músicas muy valiosas que tenían un carácter colectivo. Me parecía que tenía que tener un nombre un poco más abarcador que el mío. Campo ya lo había usado desde el primer álbum de Bajofondo. Los temas que son mezclados o terminados por mí se llaman Campo. En el caso del proyecto Campo se creó una cosa más colectiva. Yo estaba trabajando con algunas ideas pero eran más fuertes que la visión individual. Las cosas por algo ocurren, hoy le llegó el momento a Juan Campodónico. Mucha gente me conoce como guitarrista y compositor de Peyote Asesino, otra gente entró por Bajofondo, otra porque ha visto mi firma en la producción de Jorge Drexler, NTVG o Zoe Gotusso. Me gustaba que ese nombre que figuraba mucho en las contratapas de las producciones que hice pasara a la tapa. Es otra perspectiva, y capaz que empiezo a crear nueva música y repasar lo que he creado desde una perspectiva más individual. Me entusiasma mucho lo que está ocurriendo este año y también, cuando esté creado, armar algo para tocar que repase un poco lo anterior, con esta mirada más individual y no en su versión original.
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Juan Campodónico prepara su primer álbum bajo su propio nombre
Adrián Echeverriaga
Este adelanto de Frik tiene dos variantes, la original, con orquestación, trucos de producción y atmósfera electrónica, y otra puramente acústica, de sonido orgánico: guitarra, voz y un instrumento de percusión precolombino (teponaxtle). ¿Es una búsqueda que se repetirá en siguientes cortes? ¿Es una demanda del mercado?
Me dan ganas. No sé si es una demanda, si fuera por eso tendría que hacer un disco de trap o reguetón, y no lo es. Ojo, no tienen nada de malo esos géneros pero no hago música a demanda. Puedo hacer música al servicio de otro artista, o para una película. Me parece que para conectar con la música y la sensibilidad tiene que ser noble y real. Primero fue hacer el track más producido, con millones de trucos de producción que es mi especialidad, me encanta. Después, una vez que estaba encaminada, pensé que estaba bueno tener algo bien crudo, porque la canción se sostiene. Es una canción con un texto precioso. Quería filmar un videíto de una sesión acústica, totalmente desnuda y nos fuimos a Bella Vista y lo subimos a YouTube. Es una guitarreada con un video muy lindo. Tenía que estar la versión acústica.
¿Cómo llega el mexicano Jósean Log al feat de esta canción?
Jósean Log es un tipo que hace música desde hace un tiempo y sube los temas aislados, de forma independiente, a internet. No tiene aún un álbum, tiene EP y singles. Es un personaje muy particular. No ha hecho carrera de músico pero ha hecho canciones, las ha subido y se han hecho virales. Tiene siete millones de escuchas. Toca y canta muy bien pero nunca se presenta en vivo, no hace prensa ni lanzamientos discográficos. Me contactó hace un tiempo y me dijo que le gustaba Drexler, Bajofondo, Campo y finalmente se dio cuenta de que el elemento en común era yo. Escuché su música y me encantó, y quedamos en que produciría su primer disco. De hecho, ya estuvimos trabajando un par de veranos, y ahora estamos a punto de terminar ese disco. Faltan unas mezclas pero se viene en un tiempito. En medio de eso, yo estaba con la idea de mi álbum y lo invité. Le mostré la canción, que era mucho más oscura en su versión original. Jósean le aportó una luminosidad y una cosa más cálida que tiene él, propio de la cultura mexicana. Aportó incluso en la letra, cambió unas cosas para usar el inclusivo, que es una de las características y va muy bien con la temática del tema. A mí me encantó ese aporte, para él era muy relevante hacer esa afirmación. El lenguaje inclusivo es un signo de los tiempos y del debate que hay en la vuelta, de las luchas feministas, la diversidad, y un montón de cosas que se disparan. Lo cantó increíble con una cosa más tropical. Es un tema que no tiene género, arranca con guitarra acústica, una cosa pospunk con un bajo con púa para abajo, y termina en una batucada del demonio que hice con Nicolás Arnicho. Él es un experto en inventar sonidos con dos chapas y un tubo. Mucha gente piensa que es algo medio techno, pero es Nicolás tocando en el piso con unos fierros y chapas. Al mismo tiempo es una canción fácil, pop, te diría. Es como una canción de protesta irónica, del futuro. Es el frik latinizado, no el freak inglés.
¿Te sentís parte de ese mundo de friks, “de raros y armatostes”?
¡Totalmente! Todas las personas tienen su frik, en algún lugar sos un frik. Hay personas que por sus condiciones generales se sienten más sapo de otro pozo, pero es muy humano no encajar. Hoy en día la sociedad está tan estandarizada y segmentada, con lugares donde tenés que encajar y no todo el mundo encaja.
Si bien es otro el tema abordado, mi cerebro lo vinculó con Hoy estoy raro, de El Cuarteto de Nos, disco que produjiste y posicionó a la banda a escala regional.
Puede ser, pero es otra época igual. Lo que pasa es que yo cuando pienso en Raro pienso en la cara aquella de la tapa y en ese Frankenstein de personas. (Era un collage con partes del rostro de cada miembro del grupo). Sí tiene relación pero no le veo como influencia. Frik trata otros temas, y es más abierta su interpretación.
¿Cuánto creés que tuvo que ver tu reciente paternidad con Milo, a los 53 años, para provocar la necesidad de un álbum propio?
Creo que sí, que tiene que ver. Como artista no sos muy consciente cuando lo estás haciendo, pero siempre es un reflejo de lo que te está pasando en tu vida, en las búsquedas y experiencias que estás viviendo. Para mí, es un momento bastante bisagra para empezar a ver la vida de otro punto de vista, como lo que te dije de hacer un álbum y empezar a ver la obra hecha y la que viene desde otra perspectiva. Sin duda que tiene una conexión. Habrá que terminar el álbum, dejar pasar el tiempo y sacar conclusiones.
¿Ya existe un tema de Campodónico para Milo, una especie de Beautiful boy (John Lennon), Father and Son (Cat Stevens) o Vos sabés (Vicentico y los Fabulosos Cadillacs)?
Tengo un tema que compuse para uno de los desfiles de Gabriela Hearst, el último que hice para Chloé, mientras Milo aún estaba en la panza y cuando salvé lo que estaba haciendo le puse Milo. Ya de una, y me lleva directo a él.
O sea, un tema que no fue editado pero sí ejecutado en vivo.
Claro, sí, ya sonó. Pero ese tema lo estoy reversionando para que esté en el álbum. Tiene un poco de letra pero no es una canción, no tiene formato canción sino que es más instrumental.
Cuando comenzaste a componer, lo hiciste programando MIDI (Musical Instrument Digital Interface). ¿Cómo componés hoy? ¿De dónde surge esta mezcla que hay en Frik de chachachá, pospunk y esa batucada final?
Mi primer instrumento es la guitarra. De hecho, hoy estoy usando mucho la guitarra española. Cuando necesito realmente hacer música está la guitarra, pero mi manera de hacer música tiene mucho que ver con la producción en estudio, la programación. Son esos dos universos, desde lo más físico y rápido, al estudio de grabación que es en sí un gran instrumento, la programación y todas las posibilidades técnicas de hoy.
Pero componés la obra con el multipista (programa de edición de audio).
Sí, pero siempre consulto con la guitarra. De repente estoy trabajando con un sampling que saqué de un disco viejo, un beat y todo con programación, pero en un momento tengo que agarrar la guitarra y ver qué es lo que estoy haciendo desde ese instrumento. La guitarra es mi cable a tierra y toda la teoría musical que estudié la hice con la guitarra.
¿De dónde viene tu vínculo con ese instrumento?
De chico, mi vieja me mandó a estudiar guitarra, supongo que con la intención de que en las fiestas familiares ella cantara y yo hiciera la base. (Risas).
Conciertos íntimos que imagino alguna vez tuvieron lugar, ¿o no?
Sí, claro, pasó. Pero de adolescente era muy vergonzoso. Hasta el día de hoy en asados y reuniones no puedo tocar la guitarra. No me cuesta en absoluto tocar para un auditorio con dos mil personas, pero me cuesta terriblemente en una mesa familiar. No le di tanto el gusto pero sí recuerdo que alguna bossa nova toqué. Mi madre era muy del tango y la bossa, y hasta siendo ya muy viejita no se acordaba de nada, pero se acordaba perfecto de las letras de tango. La influencia musical viene obviamente de mi familia. También había una abuela que era profesora de piano. Pero mi madre siendo actriz hizo muchas obras cantadas. Cuando yo nací en el 71, en el Teatro El Galpón, mis viejos hacían Libertad, Libertad (de F. Rangel y M. Fernández), que era una obra toda cantada. Fijate que estaba Eduardo Mateo en la guitarra, García Vigil en contrabajo y Luis Sosa en la batería, un dream team si los hay, ¿no? Era una obra preciosa, mitad teatro y mitad música. Ese momento de ellos tan musical se ve que, subyacentemente, me influenció muchísimo. De chico en casa escuchaba esos discos, el de Libertad, Libertad estaba ahí. De hecho, uno de los temas más populares que compuse en mi vida tiene un sampling de ese disco. El tema Pa bailar, de Bajofondo, cuando arranca tiene a una persona contando: “Un, dos, tres, cua”. Ese es Mateo, en el estudio Sondor, contando para arrancar el último tema del espectáculo. Todo el groove de ese tema es en base a eso. De todas esas cosas me doy cuenta ahora, hice todo eso sin ser consciente, no había reparado.
He hablado con varios de los miembros de Bajofondo y sé que cada uno ya entregó su parte, y que el sucesor de Aura, este quinto disco, está hace un tiempo en tus manos y las de Gustavo Santaolalla. ¿Cuánto puede llegar a durar este proceso bicéfalo de mezcla y producción?
El disco de Bajofondo se va a llamar Ohm, no el del yoga sino el descubridor de la resistencia del voltaje. Es un disco que revisa distintos momentos históricos de la electrónica, desde música concreta pasando por (la banda) Kraftwerk, por el synth-pop o el electro-pop, y todo con una mirada bajofondera. Es un disco pensado desde ese lugar. Nos fuimos a un estudio muy lindo que es casi un museo de la electrónica en Buenos Aires y trabajamos con Ernesto Romero. Es un estudio que tiene todos los sintetizadores que te puedas imaginar, los moog modulares que parecen una central telefónica con la pachera de cables, los teclados de los 80, todas las cajas de ritmo que puedas imaginar, todo a nivel electrónico. Ya habíamos trabajado mucho en la compu, porque hay decenas de simuladores de todos esos aparatos, pero luego de componer fuimos a sustituir todas esas piezas virtuales por verdaderos sintetizadores analógicos del año del ñaupa. ¡El sonido del disco se volvió 3D de golpe! Ese disco está casi terminado. Nos falta solo una colaboración que se está tomando su tiempo en terminar su parte, pero el grueso del disco ya está terminado. Volvimos a trabajar con invitados, a la política de apertura que había en épocas de Mar Dulce. Jodiendo con Gustavo decimos: “Este sí es un disco electrónico”, aunque la mirada de Bajofondo está teñida de muchas cosas. De todas formas, hay ya un sonido bajofondero que se basa en algo tanguero, en samples viejos de orquestas de tango. Hay un tema que es medio Pet Shop Boys, por decirte algo. Hay muy lindos cantantes. Hay un tema que ya salió, que es con YSY A. Supongo que antes de fin de año saldrá.
¿Lo proyectan como un disco que los llevaría nuevamente de gira mundial?
No se sabe. Cada Bajofondo tiene millones de cosas en simultáneo.
Gustavo no está completamente recuperado de sus dolencias físicas.
No está para hacer giras muy largas, como las que hacíamos al principio por Asia, Europa o Estados Unidos, donde metíamos más de 20 fechas. Eso lo hicimos muchas veces, pero son giras interminables. Creo que por el momento en que está Bajofondo y las diversas cuestiones personales, está para presentar el disco en Montevideo y Buenos Aires. Pero quién te dice que no se arme una gira más importante… Es un gran disco.
Durante casi 15 años trabajaste con El Cuarteto de Nos. ¿Te veías venir la bajada de Tavella del proyecto?
No, no me llamó la atención para nada porque Tavella es una persona con muchos intereses. Creo que era algo esperable en cierto punto. El Cuarteto, quizá en Uruguay no hay una noción tan clara, pero en el resto de Latinoamérica está en un momento impactante. Llenan estadios desde México a Tierra del Fuego. En Colombia, de donde vengo, tocaron en el Movistar Arena, que es gigante. Han hecho un trabajo de internacionalización muy bueno, con múltiples giras. El Cuarteto es muy verbal, el texto es muy relevante en su propuesta y el público tiene que hablar en español. Es una banda con una historia enorme, y una primera etapa muy humorística y bizarra. Es muy interesante el devenir del Cuarteto. Yo jodiendo les digo que tienen que hacer el aniversario de Otra Navidad en las Trincheras.
Les avisé el año pasado que en este 2024 se conmemoraban ya tres décadas.
¡Claro, es verdad! Tendrían que hacer 10 Antel Arena con el Otra Navidad… lo mínimo. (Risas). Pero bueno, son cosas muy personales.
Están manejando el desembarco de Peyote Asesino en Buenos Aires. ¿Te gustaría volver a provocar el despegue de la banda en la región? Fue algo que tuvieron sobradamente en épocas del disco Terraja (1998)
Una cosa que aprendimos con el Peyote de aquella época fue que el exceso de expectativas te puede poner demasiado ansioso y te puede matar, que fue lo que nos pasó. Nos disolvimos como grupo en un momento en que sonábamos en la MTV de toda Latinoamérica. Éramos la joven promesa de la música. Pero no pudimos con todo aquel exceso de expectativas. Hoy nos hemos propuesto hacer discos y música nueva pero sin una ansiedad que nos quite el gusto.
Pero hay propuestas para ser parte de un gran festival en Buenos Aires.
Bueno, sí, hay una propuesta aún no cerrada de ir a tocar a un festival bastante grande allá. Me leíste la mente, sos un telequinético.
¿Los insultó Santaolalla cuando se disolvieron? Porque él había apostado mucho trabajo con ustedes.
Sí, la verdad, años de trabajo. Vino dos veces a encerrarse con nosotros en un galpón en Villa Española. Y bueno, sí, se calentó bastante, pero Gustavo es increíble, entendió que teníamos que llevarnos bien para trabajar. Igualmente, me sorprendió su reacción. Pensé que nos iba a putear pero se puso en nuestros zapatos. Poco tiempo después, en 2001, mientras yo estaba produciendo Sea (álbum de Drexler) me junté a almorzar con Gustavo y nació la idea de Bajofondo. Calculá que del 98 al 2001 yo trabajé mucho como productor con Solo de noche de NTVG, Frontera, Aquí… Ahora… de Sordromo.
Hace ya algunos años te has colado en el mundo de la alta costura a través de la diseñadora Gabriela Hearst, musicalizando sus pasarelas en las Fashion Weeks de Nueva York y París. ¿Cómo sucedió?
Fue casual. Fue una invitación de Danilo Astori, un personaje muy importante para la música como promotor y curador. Hay muchos artistas que no hubiesen pisado Montevideo si no fuera por la impronta de Danilo, (artistas) que no son gran negocio sino que hay un gusto por lo relevante. ¿Quién iba a traer a Sonic Youth a Uruguay?
Él conocía a Gabriela de chico y la empezó a asesorar en todo el mundo musical. Ella no estaba conforme con quienes trabajaba y me llamaron para escribir música original para las presentaciones. Justo coincidió con la pandemia que potenció el evento del desfile y lo volvió un espectáculo de streaming. Se volvieron más sofisticados y empezaron a necesitar música original porque no podían usar música sin permiso porque te cortan el streaming. Hoy casi todos los últimos trabajos han sido piezas originales. A mí me ha servido mucho para trabajar en la búsqueda creativa de otro artista. Es increíble lo que investigan cada vez que se plantean una colección. Te mandan los pdf y 40 páginas son de un pintor del renacimiento que usa los colores de no sé qué, las otras 40 páginas son de una arquitecta que no sé cuánto… Muchas veces mi trabajo empieza con esas mismas inspiraciones. Para mí fue muy interesante. Me llevó a hacer músicas y búsquedas por lugares que nunca había hecho. Es un trabajo que me abrió un mundo totalmente distinto. Algunas cosas que van a estar en el álbum nuevo vienen de ahí, son piezas que sonaron una vez nada más. Hay un montón de piezas muy lindas que alguna he rescatado para desarrollar como tema para el disco.