La pobre actuación de Joe Biden en el debate contra Donald Trump del 27 de junio ante 50 millones de espectadores fue el golpe de gracia para el presidente de Estados Unidos, que desde entonces ha causado aún más preocupación entre sus correligionarios sobre su candidatura para una posible reelección. Hacía tiempo se venía hablando del deterioro cognitivo del candidato (de 81 años) por el Partido Demócrata, y fue en el transcurso de los siguientes 24 días que figuras públicas adheridas al partido empezaron a manifestar su preocupación: desde el expresidente Barack Obama, que se lo hizo saber en privado, y Nancy Pelosi, actual presidenta de la Cámara de Representantes, hasta congresistas y celebridades como George Clooney, que publicó una columna en The New York Times titulada: "Te queremos, Joe Biden. Pero necesitamos un nuevo candidato". Más del 50 por ciento del electorado también se pronunciaba a favor de un recambio, según las encuestas.
Mientras atravesaba el Covid en su casa en la playa de Rehoboth, en Delaware, la situación se volvió insostenible para Biden, y el domingo 21 anunció a través de la red social X el desenlace inevitable: su renuncia a la candidatura. Poco después dio a conocer su apoyo a la actual vicepresidenta, Kamala Harris, la elección más lógica para que lo sucediera en la postulación. Sin embargo, aunque comprensible, esta decisión no tiene antecedentes exitosos en la historia del país.
Figuras representativas del partido, como Bill y Hillary Clinton, autoridades como Andy Beshear, gobernador de Kentucky, congresistas y senadores, como Alexandria Ocasio-Cortez y Elisabeth Warren, mostraron su apoyo.
Mientras tanto, Obama aún se reserva su opinión sobre la posible candidatura de Harris. De hecho, no todas las voces fuertes del Partido Demócrata respaldaron la posible candidatura de Harris. Nancy Pelosi no fue la única en proponer la celebración de unas elecciones primarias express.
Otros posibles candidatos por el mismo partido son Gavin Newsom, actual gobernador de California; Gretchen Whitmer, su par de Michigan, y el secretario de Transporte, Pete Buttigieg. La decisión no debería tardar teniendo en cuenta que la Convención Nacional Demócrata tendrá lugar entre el 19 y el 22 de agosto y lo recomendable es llegar con un candidato definido.
De quedar elegida, Harris sería la primera mujer en llegar a la presidencia de Estados Unidos después de que Hillary Clinton se enfrentara infructuosamente al mismo rival republicano, Donald Trump.
Pero Kamala Harris, de 55 años, está acostumbrada a ser la primera. Abogada de formación, comenzó en la División de Crímenes Sexuales en el condado de Alameda, en California, y cuando tenía tan solo 40 años fue elegida fiscal de distrito en San Francisco, la primera mujer y la primera persona negra en ocupar el cargo. En 2011 fue elegida fiscal general de California. De nuevo, la primera.
En 2016, en la misma elección que Donald Trump resultó presidente, Harris se presentó como candidata a senadora por el estado de California y derrotó a la también demócrata Loretta Sánchez, a pesar de que esta última tenía más experiencia. Y sí, volvió a ser la primera, en este caso, mujer de ascendencia india en llegar al Senado y primera senadora negra por California. "La cosa es así, en cada cargo público que me presenté fui la primera en ganar. Primera persona de color. Primera mujer. Primera mujer de color. Todas las veces", aseguró a The New Yorker.
La herencia familiar de Kamala Harris
Los padres de Harris se conocieron en la década de los sesenta en el campus de la Universidad de Berkeley, California. Su madre, Shyamala Gopalan, viajó a Estados Unidos escapando de un matrimonio arreglado y se matriculó en la universidad para estudiar Endocrinología y Nutrición. Su padre, Donald Harris, había inmigrado desde Jamaica para hacer un posgrado en Economía. Motivados por los aires de cambio y la etapa fermental que atravesaba la universidad, ambos se involucraron en el movimiento por los derechos civiles. Siendo una mujer india en el campo de la ciencia y un economista negro, ambos se sentían oprimidos por la sociedad y no encontraban las mismas oportunidades que sus compañeros blancos. Se casaron aún siendo estudiantes y en 1964 nació Kamala, su primera hija; dos años después llegó Maya. "Su casamiento —y su decisión de quedarse en los Estados Unidos— fueron actos de autodeterminación y amor", escribió Kamala Harris en su autobiografía, The Truths We Hold.
Desde niña Harris estuvo embebida en la cultura afro, aunque visitara solamente en verano a su padre, que vivía en Palo Alto. Una de las mejores amigas de su madre era la activista negra Mary Lewis, y mientras Gopalan trabajaba en el laboratorio, las niñas pasaban el tiempo en lo de Regina Shelton, su "segunda madre", que tenía un jardín de infantes decorado con pósteres de las activistas Harriet Tubman y Sojourner Truth. Cuando fue su turno de ir a la universidad, Kamala optó por una universidad históricamente negra, Howard University, y se unió a la sororidad negra Alpha Kappa Alpha, la más antigua de la historia. En esos años se involucró también en cuestiones políticas, como el apartheid y el racismo en Estados Unidos.
Un casamiento tardío
Harris conoció a su marido, Douglas Emhoff, en una cita a ciegas. A la mañana siguiente de ese primer encuentro, él le envió un mail con sus días libres desde entonces hasta fin de año y al parecer el lado previsor de ese hombre la conquistó, pues la historia terminó en casamiento, el primero de Kamala, a los 49 años. Emhoff, en cambio, era divorciado y contaba ya con dos hijos ya adultos: Cole y Ella. Harris desarrolló con ellos un vínculo muy estrecho, al punto que, según la revista People, la llaman Momala.
"Mi familia significa todo para mí. He tenido muchos títulos a lo largo de mi carrera y, ciertamente, ‘vicepresidenta’ será genial, pero Momala siempre será el que más signifique", decía antes de asumir ese cargo. Con el tiempo logró también una relación cercana con la exesposa de su marido, que llegó a acompañarla a los actos de asunción como vicepresidenta. "Mi familia significa todo para mí. He tenido muchos títulos a lo largo de mi carrera y, ciertamente, ‘vicepresidenta’ será genial, pero Momala siempre será el que más signifique", decía antes de asumir ese cargo. Con el tiempo logró también una relación cercana con la exesposa de su marido, que llegó a acompañarla a los actos de asunción como vicepresidenta.
Los hitos de su carrera y la primera candidatura a la presidencia
Empezó su carrera política como fiscal de distrito y luego siguió como fiscal general del estado de California, ambos cargos que, en Estados Unidos, requieren hacer campañas, convencer a grupos de interés y recibir votos. Desde entonces ya hacía historia, convirtiéndose en la primera mujer en alcanzar ese puesto en 2010. Un dato anecdótico es que, según The New York Times, Harris recibió donaciones de Donald e Ivanka Trump en sus primeras campañas de recaudación de fondos.
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Miembros del Partido Demócrata en San Francisco celebraron la renuncia de Biden y posible candidatura de Harris.
AFP
A principios de 2019, Harris se presentó en Oakland, California, como precandidata a la presidencia por el Partido Demócrata ante una audiencia de 20.000 personas. Fue recibida con un entusiasmo inicial que, a medida que fue avanzando la campaña, se fue diluyendo. En parte porque a Harris le costó articular en qué creía y cuáles eran las causas que defendía. "Es una candidata fácil de escuchar pero poco definida", sentenció el analista político Samuel Popkin.
Sin embargo, en aquella campaña Harris instaló la "agenda de las 3 a. m." con aquellos temas que rondan en la mente de los insomnes: dinero, seguridad y salud con políticas específicas para atacar temas fundamentales. Harris se retiró de las primarias en una etapa temprana y manifestó su apoyo a Biden, a pesar de haber tenido algunas rispideces con él durante la campaña. Biden, por su parte, se refirió entonces a ella como "inteligente, dura, experimentada, una luchadora probada".
Highlights de un período como vicepresidenta
Al año siguiente de asumir el cargo, Harris recorrió el país promoviendo los derechos reproductivos de los estadounidenses después de que el Tribunal Supremo anulara el caso Roe contra Wade, que garantizaba el derecho al aborto en Estados Unidos al anular en 1973 varias leyes federales y estatales sobre el tema que provocó en ese tiempo un debate nacional sobre su legalidad.
En el debe quedó la difícil tarea encomendada por Biden de encontrar soluciones al aluvión migratorio en la frontera con México, argumento que probablemente utilizarán a su favor los republicanos en la campaña venidera.
Aunque le falta sortear aún la primera prueba y concretar su candidatura, de llegar a competir en la carrera por la presidencia, su agenda podría hacer énfasis en la lucha contra el racismo con una legislación que promueva la justicia en ese sentido.