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Pilar Gamboa: “Los mandatos se sufren porque te alejan de tu propio deseo”

A propósito del estreno de Petróleo en el Teatro Solís, Pilar Gamboa reflexiona sobre las exigencias sociales para hombres y mujeres y las formas de librarse de ellas

Redactora de Galería

Su cuerpo puede estar sobre el escenario, grabando o dando esta entrevista, pero su cabeza va a estar de vacaciones en Santa Ana (el balneario de Uruguay del que es fanática) junto con sus hijos. Aunque le “cobran” las ausencias, ellos siempre aparecen entre las fantasías de su mente enchufada porque genuinamente los extraña y no por ningún mandato de maternidad perfecta que no existe.

Pilar Gamboa no sirve para responder en WhatsApp mensajes que solo necesitan de un ok ni tampoco para aparentar algo que no es. No está “en la rosca” porque, si se mete, no sale. Se la nota muy profesional, algo tomboy con su total black, descontracturada, cero poses, y no cree que el valor de una obra se mida por su reparto.

No solo no lo cree, sino que la actriz argentina lo demostró con Petróleo, del colectivo Piel de Lava, una obra que investiga la posibilidad de habitar personajes masculinos de un grupo de actrices —Elisa Carricajo, Valeria Correa, Laura Paredes y la misma Pilar Gamboa— que desde 2003 escriben, dirigen y actúan para teatro independiente.

Su carrera, que abarca teatro, cine y televisión, está más receptora de miradas que nunca con el papel de Caro en Envidiosa, de Netflix, con Griselda Siciliani y Esteban Lamothe. Colecciona otros bastante recientes, como Loba, de 30 noches con mi ex (2022), de Adrián Suar, o Sofía Vega, de División Palermo (2023). Sin embargo, su lugar de expresión más honesto dice que son y seguirán siendo las tablas.

El 5 y el 6 de marzo Petróleo, un recuento de la rutina de cuatro trabajadores de un pozo petrolero de la Patagonia, llega por primera vez al Teatro Solís —uno de los teatros más lindos según Gamboa— tras ser un éxito en Buenos Aires.

Petroleo Piel de Lava.jpg

“Hay algo de los rioplatenses, algo muy afín que tenemos con ustedes, todo ese concepto de algo construido alrededor del Río de la Plata, una idiosincrasia”, reflexiona la actriz al hablar con Galería de sus días en Montevideo. “Sí, eso existe. Me siento rioplatense”.

¿Cómo fue interpretar a cuatro tipos sin caer en las ridiculizaciones?

Nuestro motor, el único motor que tenemos porque no hay nadie que nos diga qué hacer (al dedicarnos a un teatro independiente, que es autogestionado), es que somos nosotras mismas. Y para esta obra pensamos: “¿Qué nos falta por hacer?”. Y nos faltaba hacer de chabones, era como un debe de todas. Veníamos muy acostumbradas a ver actores haciendo de mujeres, parodiando lo femenino, y quisimos hacer algo así. Solo que no íbamos a parodiar la masculinidad, sino a explorarla desde una mirada empática que no parta del “¡Ustedes hijos de p…!”. Porque si el patriarcado nos hizo bosta a nosotras, a ellos también. Y hasta nos dragueamos (el término drag hace referencia a la heterogeneidad de los roles de género al incorporar y emular características del opuesto). Elegimos un mundo muy masculino por excelencia; en los pozos petroleros casi no hay mujeres trabajando salvo en tareas administrativas. Y obvio que lo exploramos desde el humor. Cuando empezamos a trabajar todos estos conceptos hicimos un ejercicio muy pavo pero muy revelador, que era sentarse en una silla y pasar de estar sentadas como mujer a estar sentadas como varón en cinco pasos. Fue un ejercicio casi energético, pero esa bobada nos dio mucha información. Por ejemplo, a todas nos salió naturalmente ocupar más el espacio, estar más cómodas sentadas, relajar la mirada. Y no estábamos sobreactuando nosotras, está sobreactuada la realidad, porque todas vivimos performando una feminidad muy agarradita, impuesta tipo verticalazo total. Y ellos también tienen que sostener masculinidades que ya ni saben por qué las sostienen. Durísimo. Después de ese ejercicio se nos abrió como un tercer ojo tanto para trabajar en Petróleo como para la vida. A mí, por ejemplo, se me empezó a hacer más fácil hablar de plata; ahora que estoy haciendo de tipo ya sé cómo son las reglas. Y me puedo sentar en el subte y ocupar un poquitito más de asiento, porque ¿por qué hay uno sentado abierto de piernas y una chica al lado toda apretada? Entonces, estuvo bueno habitar la masculinidad sin un tono burlón, habitarla de verdad.

Deconstruyeron los conceptos de lo masculino y lo femenino para ustedes mismas también.

Es lo que tiene trabajar con universos sobre los que tenemos cierto prejuicio: termina pasando que ese prejuicio se desarticula cuando vos le ponés verdad y sensibilidad a un personaje que está hasta el cuello de ese mundo. El Carly, mi personaje, es un macho alfa encargado de unos tipos en un pozo petrolero que tiene este trabajo muy hostil, que no es mal pago pero es durísimo, y está lejos de la familia, obligado a convivir en un tráiler con los otros trabajadores. Y convengamos que lo doméstico siempre está asignado a lo femenino, entonces estaba bueno explorar ese traspaso.

Y con Petróleo, Piel de Lava dio un golpe en la mesa.

Dio el salto, digamos. Es el hit de nuestra banda. Ya no nos veía gente que solo le gustara el teatro, se armó un boca a boca buenísimo, venían grupos de amigos hombres a verla, y la mejor parte fue poner en tela de juicio esa teoría del teatro comercial de que, si no hay actores famosos, nadie va a ver la obra. Ahora hacemos el chiste de que al final Piel de Lava tenía que vestirse de hombre para ganar plata (risas).

Piel de Lava Petroleo.jpg

¿Te imaginás haciendo algo sin una cuota de humor?

Yo no hago solo personajes de humor, pero es que en Piel de Lava es un poco nuestra firma. Nosotras siempre nos reímos de lo que nos duele. Es nuestra manera de estar en el mundo, para poder pensarlo primero nos reímos y reflexionamos sobre las cosas, sin solemnidad. Yo no puedo con lo solemne. Las cosas no es que me tengan que hacer reír a carcajadas, pero cuando hay esa cuota de humor hasta en lo trágico entro como un caballo. Y no es por hacer reír, es por descontracturar. En algún lugar hay una fisura y, cuando les duele, la notan y se ríen. Son risas recatárticas, porque sostener esa masculinidad duele, y les duele. Aunque no se den cuenta.

Repasando tu recorrido, muchos de tus personajes se caracterizan por la intensidad, como que desbordan. Su personalidad atropella. ¿Cuánto hay de Pilar en eso?

No, no soy tan desbordada (risas). Soy resensible, emotiva, pero no desbordo. La actuación me permite sacarlo para afuera, pero yo soy reterrenal. Me sé decir “pará, estás dramatizando, no sos tan mala madre” cuando me salta la drama queen. Yo sé que capaz no parece pero yo no puteo en mi vida, solo que siempre me tocan todos personajes puteadores.

O sea que no te puedo conocer tanto por tus personajes, pero ahora que mostrás esta faceta como medida pienso en tu perfil de Instagram, que casi no tiene fotos posadas, es espontáneo, descontracturado, cálido. Terrenal, dirías vos. ¿Esa sí es una estampa tuya un poco más fiel?

Bueno, sí, soy así; no es que construya algo, no creo mucho en esa felicidad de Instagram y las redes. Tengo 45 años, a veces me miro en el monitor y digo “uf…, Dios, qué estafa el paso del tiempo”. ¡Y yo no soy eso, me siento rejoven! Y de golpe me miro y pienso: “¿Así tengo la cara?”. Y hago un trabajo muy grande para no ocultar eso, que se me note, y me la estoy bancando por el momento. Siento que hace falta más verdad en los rostros.

¿Hay algo de lo que te cuesta o preferís no reírte?

Del contexto político de Argentina me cuesta reírme ahora, pero me puedo reír. Aunque suene irrespetuoso, poder, me puedo reír de casi todo. Mi mamá se murió hace dos años y todavía no me puedo reír.

Pilar Gamboa Solis.JPG

Hablando de reírse, Envidiosa está explotando porque el personaje de Vicky nos satiriza un poco a todas en una sola mujer asfixiada y acelerada por los mandatos. Por todos los mandatos a la vez. ¿Cómo carga Pilar Gamboa con eso, que además fue madre después de los 40?

La serie medio que aporta para desmantelar ese tema. El personaje de Griselda despertó mucha empatía y las historias en la serie ponen un poco en tela de juicio eso de llegar a los 40 sí o sí con hijos. Las mujeres en algún momento nos tenemos que preguntar si queremos tener o no, pero como que el deseo está relegado por el mandato y, si llegás a los 40 y no tenés hijos, pareciese que no hiciste algo bien en la vida. En el caso de Vicky también se le suma lo del casamiento. Para mí y para mis amigas nunca fue un tema casarse, pero después me di cuenta, con la serie, de que había un montón de mujeres para las que sí. Yo tuve hijos de grande. Tenía un vínculo de muchos años, nos separamos a mis 36 y estaba todavía sin hijos. Ahí me vino una recontracrisis porque todas mis amigas empezaban a ser madres y yo, recién separada. O sea que tenía que, en caso de que quisiera ser madre, conocer a alguien, enamorarme y tener hijos. Estaba media apretada la cosa, y me preguntaba mucho si yo quería o en realidad tenía que tenerlos para completar la existencia. Ahí me di cuenta de que se sufren los mandatos porque te alejan de tu propio deseo. Terminé dejando la crisis librada al destino cuando me dije: “Si no tengo hijos, igual tengo una vida espectacular, vivo de lo que me gusta, y los hijos, si tienen que venir, vendrán”. Y así fue, me rescaté de ese lugar de mandato, me enamoré y tuve un hijo a los 40 y otra hija a los 42. También un poco entiendo lo del reloj biológico, otra exigencia que obvio que existe, pero hoy una mujer a los 40 todavía es joven, aunque para la ciencia a partir de los 35 ya seamos madres añosas. Ahí capaz que hay algo que rever también, porque yo no siento que sea tan así. Lo que sí siento es que si no tenés hijos, ¿por qué no tenés?, si tenés un varón, ¿para cuándo la nena? Sumado al estado físico… Es demasiada exigencia puesta en nosotras.

Tenía un vínculo de muchos años, nos separamos a mis 36 y estaba todavía sin hijos. Ahí me vino una recontracrisis porque todas mis amigas empezaban a ser madres y yo, recién separada. O sea que tenía que, en caso de que quisiera ser madre, conocer a alguien, enamorarme y tener hijos. Estaba media apretada la cosa, y me preguntaba mucho si yo quería o en realidad tenía que tenerlos para completar la existencia Tenía un vínculo de muchos años, nos separamos a mis 36 y estaba todavía sin hijos. Ahí me vino una recontracrisis porque todas mis amigas empezaban a ser madres y yo, recién separada. O sea que tenía que, en caso de que quisiera ser madre, conocer a alguien, enamorarme y tener hijos. Estaba media apretada la cosa, y me preguntaba mucho si yo quería o en realidad tenía que tenerlos para completar la existencia

Y a todo esto, ¿cómo podemos desromantizar la maternidad?

Una forma, justamente, puede ser no teniendo a los hijos como esta especie de salvador de todos tus agujeros, porque “son lo mejor que te puede pasar en la vida”, es mucha exigencia también para ese ser que viene. Obvio que es un antes y un después, es muy profundo lo que te pasa cuando tenés hijos, pero también es un megaaprendizaje tener que cuidar a otra persona chiquitita que depende absolutamente de vos. Es el desafío de criar seres humanos con responsabilidad. Cómo los vas a criar, qué les querés dar. Esto visto desde mi lugar de privilegio, que soy una persona que puedo comer y hacerme preguntas. Porque por ahí no tenés para comer y no te vas a andar preguntando cómo criar a tus hijos si apenas estás subsistiendo. Para mí fue un desafío enorme la maternidad y lo sigue siendo; aparecen miedos que no conocíamos, un amor que no conocía, pero no siento que sea lo mejor que te puede pasar en la vida. Porque si es lo mejor que te va a pasar en la vida, como dice el mandato, si no te pasa, entonces tenés una vida horrorosa, o te sentís culpable cuando no lo disfrutás tanto. Y es difícil trabajar y cuidar hijos, yo lo transito con mucho aprendizaje y con mucha culpa. Hago malabares todo el tiempo con todo, estoy todo el tiempo intentando, hasta que me cae que no tengo que intentar más, la perfección, no existe. Pero sigo intentando porque no voy a dejar nunca de buscar criar gente amorosa, empática, que crezcan junto a su mamá, además, deseante. Yo me crie con una madre muy amorosa, buena y trabajadora, pero que nunca trabajó de lo que le gustaba. No sé si alguna vez tuvo la oportunidad ni siquiera de preguntarse qué le gustaba. Entonces yo me agarro mucho de que mis hijos van a tener una madre que trabaja de lo que le gusta y va a contagiar eso, y nada puede salir mal si se crían en un ambiente con deseo.

Para mí fue un desafío enorme la maternidad y lo sigue siendo; aparecen miedos que no conocíamos, un amor que no conocía, pero no siento que sea lo mejor que te puede pasar en la vida. Porque si es lo mejor que te va a pasar en la vida, como dice el mandato, si no te pasa, entonces tenés una vida horrorosa, o te sentís culpable cuando no lo disfrutás tanto. Y es difícil trabajar y cuidar hijos, yo lo transito con mucho aprendizaje y con mucha culpa. Hago malabares todo el tiempo con todo, estoy todo el tiempo intentando, hasta que me cae que no tengo que intentar más, la perfección, no existe Para mí fue un desafío enorme la maternidad y lo sigue siendo; aparecen miedos que no conocíamos, un amor que no conocía, pero no siento que sea lo mejor que te puede pasar en la vida. Porque si es lo mejor que te va a pasar en la vida, como dice el mandato, si no te pasa, entonces tenés una vida horrorosa, o te sentís culpable cuando no lo disfrutás tanto. Y es difícil trabajar y cuidar hijos, yo lo transito con mucho aprendizaje y con mucha culpa. Hago malabares todo el tiempo con todo, estoy todo el tiempo intentando, hasta que me cae que no tengo que intentar más, la perfección, no existe

No es la primera vez que hacen de hermanas con Griselda. ¿Cómo es esa dinámica? ¿Vos tenés hermanas? ¿Cómo se llevan, qué significan en tu vida?

Yo con Gris ya trabajé mucho, la quiero mucho, nos llevamos rebién actuando, nos admiramos, es una capitana de barco espectacular y tenemos una conexión especial. Ella tiene cinco hermanos y tiene muy afianzado el vínculo de la hermandad. Y yo tengo una hermana con una relación muy profunda, muy verdadera, entonces actuar sobre eso para nosotras fue fácil y divertido. Además, una, si tiene amigas muy cercanas, también sabe, porque tiene un tinte bastante parecido a la relación de hermanas. Nosotras con Gris somos bastante amigas y estamos de acuerdo en que los hermanos son los testigos absolutos y rotundos de toda tu vida. Tienen una información muy profunda de tu propio ser; la infancia compartida con otro genera eso, que es insuperable. Y si se logra ver en la serie un poquitito de lo que nos pasa a nosotras, ya es un gol.