¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
$ Al año*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
$ por 3 meses*
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
* A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
stopper description + stopper description

Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

Suscribite a Búsqueda
DESDE

UYU

299

/mes*

* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

¡Hola !

El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

Vivian Dufau, sexóloga: “Mi marido ama ser el amo de casa y yo soy la que arreglo; un enchufe, el horno, todo con tutoriales de YouTube”

Edad: 44 Ocupación: Médica sexóloga, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, panelista en el programa Ciudad Viva, de TV Ciudad Señas particulares: No tiene pelos en la lengua; se abstrae con las plantas; su mayor transgresión fue intentar pinchar las llantas del auto de una profesora con un compás

Editora de Galería

Es la mayor de tres hermanos. ¿Se sentía, como suele suceder, la más responsable?

Me dicen “la chica 12”, porque era la que cumplía siempre. Fui una adolescente ejemplar. De más grande tuve mis arrebatos, pero siempre tuve el rol de ayudar a mis hermanos en los deberes, nunca me costó estudiar y me gusta, pero sentí mucho eso.

Sin embargo, dicen que su hermana menor se ocupaba de usted cuando salían a bailar.

Ay, horrible. Estudiaba, todas se iban de bailongo y yo, ¡no puedo ir! Si mamá se entera… Y ahí tuve a mi hermana, que es todo lo que está bien, que me incursionó en la vida de ser humano. Mi primer novio fue con 19 años, hasta los 25. Mientras mis amigas estaban de parranda, yo hacía living, comía pop y miraba videitos de Blockbuster. Después de la separación, en los boliches yo andaba arriba de las barras y mi hermana me decía: parecés una vieja desubicada, ¡eso se hacía a los 18! Igual, yo soy muy excéntrica, hablo y hablo, pero tengo terribles dificultades sociales. No tengo muchos amigos. Y los pocos que tengo son amigos, amigos. Cuando mis compañeros-amigos de trabajo me dicen: vamos a hacer un asadito, yo pregunto: ¿y quién va? Si no siento que puedo ser yo, me cuesta un montón.

Me mandan mucho mensajito, o siempre hay alguien que te dice: che, estamos acá en un asado y salió esta discusión. Y bueno, ahí uno comparte la sapiencia, porque además me gusta hacerlo. Fuera de lo sexual, tengo una escucha activa muy buena con mis amistades, pero me cuesta un montón poder hablar desde lo mío, o esperar que del otro lado pueda existir esa escucha activa. Muchas veces no la hay. Mi marido me dice que parezco una persona que puede con todo, tanto, que a veces la gente ni me pregunta. Pero a veces yo necesito también que me den una pausa para poder meter un bocado.

¿Alguna vez sus hijos la descolocaron con alguna pregunta sobre sexualidad?

Mis hijos vuelan en lo que implica sexualidad. Si entras a casa, tengo el consultorio adelante, pero tengo mucho material de educación sexual, piezas anatómicas como penes, vulvas, maquetas, dibujos, juguetes sexuales, en una caja. Una vez estábamos en un asado, mi hijo Pedro era chiquito, tendría 4 o 5. Los adultos estábamos comiendo y la gurisada jugando, y allá aparece Pedro con una maqueta de un pene erecto, corriendo como si fuera un espadachín. Y los nenes atrás decían: mamá, ¡tiene una espada rara! Y Pedro me dijo: mamá, ¿verdad que yo la voy a tener así cuando sea grande? Tener que explicarle a los nenes, a los padres… Ahí empecé a guardar un poco mejor los artefactos porque bueno, uno aprende. Pero en casa se habla de todo, acorde a la edad. Y está buenísimo porque ellos lo llevan después a sus pares.

Fuera de lo sexual, tengo una escucha activa muy buena con mis amistades, pero me cuesta un montón poder hablar desde lo mío, o esperar que del otro lado pueda existir esa escucha activa. Fuera de lo sexual, tengo una escucha activa muy buena con mis amistades, pero me cuesta un montón poder hablar desde lo mío, o esperar que del otro lado pueda existir esa escucha activa.

¿Cuál es el apodo más raro para los genitales que ha escuchado?

Uno de una muchacha adorada que cuando me lo dijo, yo no lo entendí. Le dije: ¿De qué me estás hablando? No entiendo, ¿sos de alguna religión? Y me dijo: “no, acá abajo, es La casita del niño Jesús”. Me salió de forma espontánea decirle: ¡No podés ser tan ignorante! Y se reía y me decía: ¡no me digas eso! Me habían dicho muchas cosas: cachucha, pocholonga, la que quieras, pero esa fue muy fuerte.

¿Cómo logra desenchufarse del trabajo?

La gente cree que mi trabajo es hablar de penes y vulvas, pero no, tenemos muchas situaciones de violencia, abuso sexual, cosas que requieren que mi cabeza baje rápidamente, y eso lo consigo con la tierra. Tengo en la azotea de casa muchas macetitas de todos los tamaños, morrones, zapallo, albahaca, tomate. De lunes a viernes no existo; sábados y domingos desayuno, veo las plantitas, salimos a caminar con los gurises. También tengo pendiente un curso de carpintería en Don Bosco, lo voy a hacer en algún momento. En casa, mi marido cocina y está con los gurises, va y viene. Ama ser el amo de casa. Yo soy la que arreglo, Tara Service, como decía papá. Tengo mi electricista de confianza, pero arreglo cosas que se pueden arreglar, como un enchufe, el horno, todo con tutoriales de Youtube, que son la muerte para todas las profesiones (risas).

¿Qué películas recomienda ver a sus pacientes?

Una con Jack Nicholson y Diane Keaton, Alguien tiene que ceder. Para mujeres, Muchas gracias, Leo grande, con Emma Thompson, de una setentona que enviuda y quiere experimentar su sexualidad, porque se da cuenta de que nunca había tenido un orgasmo, entonces contrata a un trabajador sexual joven. Para adolescentes, Sex Education está espectacular, y para adolescentes más grandes, Bridgerton.

¿Alguna escena que la erotice?

En Bridgerton hay una escena en la que simplemente se rozan las manos mirando un cuadro. Lleva todo el contexto, pero es súper erótica.

¿Cuál fue su mayor transgresión?

En el Liceo 12 teníamos una docente de Cívica que de pedagogía no sabía nada. Llegaba a la clase, ni buenos días decía, dictaba artículos de la Constitución y nosotros solo copiábamos, no había un análisis. Un día cayó la inspección a la clase y ella modificó su formato: “¡Chiquilines! Hoy vamos a conversar, se acuerdan que estuvimos viendo, que la democracia…”. Nadie habló porque nos desfiguró la situación, salvo dos compañeros que le reclamaron los escritos que había hecho hacía dos meses y todavía no había corregido. Cuando la inspectora se fue, nos bajó un rezongo: que no íbamos a salir al recreo, que se la habíamos jugado mal. Cuando salimos, se armó un tumulto alrededor del auto de la señora. “Vamos a desinflarle las ruedas“, dijeron. Y a mí, que era la chica 12 maravillosa, me dieron un compás, me hicieron un murito de humanos e intenté. Con un compás te imaginarás que nunca pude desinflar la rueda. Al final, mis compañeros lo lograron. La transgresión me costó carísima en casa porque fui la propulsora con el compás, con toda mi bronca interna de esa adolescencia trancada.