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    La más crazy del dial

    Locura al aire, documental sobre Radio Vilardevoz

    Una puerta de vidrio marca un límite: más allá está la zona que habitualmente nadie quiere traspasar, que nadie quiere ver; más acá está radio Vilardevoz. Ubicada en el predio del Hospital Vilardebó, la radio es un proyecto autónomo, cooperativo y comunitario que llevan adelante psicólogos y pacientes de la institución desde 1997. Sus programas salen al aire los sábados y tienen una temática variada con información de actualidad y reflexiones sobre salud mental. Hay música, entrevistas a invitados y fonoplatea.

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    Ahora, radio Vilardevoz tiene su propio documental que se está exhibiendo en varias salas montevideanas. Se llama Locura al aire y sus directoras son Leticia Cuba y Alicia Cano. Ambas estudiaron Comunicación, son amigas desde hace años y tienen proyectos juntas. Cano dirigió el documental El Bella Vista (2013), sobre un club de fútbol de Durazno que se convirtió primero en un prostíbulo trans y luego en una capilla católica. Cuba ha incursionado en cortos, pero Locura al aire es su primera experiencia en dirigir un largometraje, y además en la codirección. “En el proceso de montaje estuvimos juntas todo el tiempo, pero en el rodaje decidimos repartirnos los días de filmación. Este documental fue colectivo en todo sentido porque trabajamos con una radio que es colectiva. Y fuimos aprendiendo sobre la marcha”, le cuenta Cuba a Búsqueda, recién llegada del Festival de Málaga de cine en español donde presentó el documental.

    En 2014 las directoras se enteraron de que Radio Vilardevoz se iba de viaje a México a un encuentro de “radios locas”. Se interesaron entonces por la radio y por el viaje y fueron a una reunión con sus integrantes. “Realmente quedamos enamoradas de lo que vimos, nos sorprendió, nos interpeló, nos sedujo. En el viaje encontramos una punta interesante para conectar con el universo de la locura. Después de esa reunión tuvimos que acelerar los procesos porque al mes era el viaje”, explica Cuba.

    La radio les dio la autorización para filmar y con eso alcanzó, porque no les interesaba el funcionamiento del hospital ni las imágenes de sus internados. “Nos interesaba la radio. Eso lo tuvimos clarísimo desde el inicio y nunca entramos a filmar al hospital. Mostramos una puerta de vidrio que lo separa del lugar donde funciona la radio”.

    Locura al aire sigue principalmente a cuatro pacientes ambulatorios: Gustavo Bautista, Carolina Miguel, Olga Azikián y Manuel Furtado. Ellos son los integrantes de la radio que viajaron a México junto con la psicóloga Mónica Giordano. En el entorno está la radio en funcionamiento con sus talleres, conversaciones de patio y preparativos del viaje.

    El tono del documental es intimista, pero no invasivo; delicado, pero no complaciente. Las directoras tuvieron un absoluto respeto por los protagonistas y sus historias y evitaron los golpes emotivos o el énfasis en los temas más ásperos, aunque no los evitan. Hay una mirada inteligente detrás de la cámara y el resultado es un documental que no deja indiferente.

    “Todos los integrantes de la radio estuvieron de acuerdo en que los filmáramos porque lo decidieron en una asamblea colectiva. Nos dijeron que les interesaba que se contara la experiencia de la radio. Para nosotras fue muy intenso porque su realidad es muy cruda: el cruce entre locura y pobreza resulta muy triste. Fue un proceso intenso y desgastante, había que escuchar y no intervenir en la dinámica de la radio. Finalmente construimos un vínculo de confianza”, explica Cuba.

    Si bien los pacientes ambulatorios que muestra el documental tienen una vida independiente porque pueden trabajar, vivir solos o en familia y dormir fuera del hospital, su realidad tiene las marcas que deja el estigma, la soledad, la medicación. Las directoras se asoman a retazos de vidas y es lo que muestran: la falta de un lugar fijo para dormir o de un trabajo permanente, el miedo al abandono familiar, la angustia que persiste mientras el tiempo pasa, la dependencia de la medicación que puede impedir un embarazo.

    Después están los momentos disfrutables. Cuando Carolina, que es peluquera y también poeta, les corta el pelo a sus compañeros, cuando ensayan el vuelo y la revisión por la que pasarán los viajeros, cuando Diego toca la guitarra y canta una canción que habla del “loco malo”, cuando Analía hace acrósticos con mensajes, cuando Gustavo y Manuel se ponen un sombrero y hablan como mexicanos en el micrófono. Además está la historia de amor entre dos de los viajeros: Manuel y Olga. “Los chiquilines de la facultad me van a hacer un cartel imprimido que diga ‘no molestar, luna de miel’ para llevar a México”, cuenta Olga mientras Carolina le corta el pelo bien cortito.

    El documental termina justo en el momento en que parten a México. Las directoras acompañaron al grupo, pero lo que sucedió allí no aparece. “Cuando vimos el material nos dimos cuenta de que lo que nos interesaba de la historia no había ocurrido en México, sino en ese retrato coral de la radio Vilardevoz, en la historia de los protagonistas en ese ámbito”, comenta Cuba. “Algo que constatamos es que si ellos tienen las condiciones dignas de vida, dónde dormir, alimentación y afecto, se desarrollan con normalidad. En México estaban felices. El problema fue volver a Uruguay. Esa misma noche Olga ya no sabía dónde iba a dormir. Ahí empieza el sufrimiento, el volverse locos”.

    También en la película aparecen temas reivindicativos. Los integrantes de la radio discuten en un taller si el carnet que les da la Intendencia de Montevideo para viajar en ómnibus debe decir “discapacitado” o simplemente “loco” o si es lo mismo porque igual los discriminan. También asisten a una marcha por el cierre de los manicomios. “Lo que se plantea es el cierre de la lógica del manicomio, que implica encierro, violencia y abusos, que no está en clave de derechos humanos. La OMS puso el plazo de 2020 para el cierre de los manicomios en ese sentido. En la película quisimos mostrar que es necesario cambiar culturalmente la manera de tratar la salud mental y también el imaginario que tenemos sobre la locura, porque es un tema social, no solo de las personas que son pacientes”.

    El jueves 5 los integrantes de radio Vilardevoz vieron el documental en una función especial, y el sábado 7 dedicaron el programa a intercambiar impresiones. La filmación de esa salida al aire, que fue con fonoplatea y con invitados, se puede ver en la página de Facebook de la película. “Yo no me vi tan loca”, dice Analía, una de las participantes del documental, y todos se ríen. Porque reírse de sí mismos es algo que les permite reflexionar sobre su condición. Es, además, un síntoma de lucidez.

    En radio Vilardevoz y en Locura al aire hay también lugar para la poesía. Carolina es especialmente sensible cuando escribe y cuando lee. Uno de sus poemas dice: Siempre que haya pensamiento/ habrá lugar para la locura. Como se sabe, la buena poesía es sabia, y siempre acierta.

    Silvana Tanzi