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Gante: la capital vegetariana de Europa

Construida entre ríos y canales, esta ciudad de Bélgica, ecológica y algo bohemia, tiene una escena culinaria que va de lo tradicional a lo más vanguardista, donde comer bien es casi inevitable

El flechazo es inmediato. Gante enamora con su casco histórico medieval y su ambiente joven y vibrante. Fue la primera ciudad en instaurar un día libre de carne, una iniciativa replicada en todo el mundo y que consolidó su reputación como capital europea del vegetarianismo. Pero su escena culinaria no se agota ahí: su gastronomía seduce a todos los paladares, con una oferta que va de lo tradicional a lo más vanguardista. Comer bien aquí es casi inevitable.

Ecológica y con un toque bohemio, esta ciudad, construida en la confluencia de dos ríos, el Lys y el Escalda, ha sabido tejer una identidad singular compuesta de arte, activismo, torres medievales, canales de agua y un estilo de vida relajado. Situada en la región flamenca de Bélgica, Gante está muy bien conectada por tren con el resto de las ciudades del país y se recorre fácilmente a pie o en bicicleta, que es otra de sus señas de identidad.

La ciudad tiene museos de primer nivel y arte urbano, hoteles de diseño en edificios históricos y algunos de los mejores restaurantes del país. Durante la Edad Media, fue una de las urbes más poderosas y prósperas de Europa, superando a Londres en tamaño. Ese pasado glorioso sigue latiendo en cada rincón del casco antiguo, donde edificios como el Castillo de los Condes de Flandes, la Antigua Lonja del Pescado, el puente de San Miguel o la imponente catedral de San Bavón hablan de una historia rica en comercio, arte y poder.

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Tierenteyn-Verlent produce y vende mostaza, encurtidos y otras delicatessen de la gastronomía local

Tierenteyn-Verlent produce y vende mostaza, encurtidos y otras delicatessen de la gastronomía local

Con unos 250.000 habitantes, Gante es la tercera metrópoli más importante de Bélgica, pero su tamaño no define su carácter. Lejos de vivir a la sombra de Bruselas o Brujas, esta ciudad universitaria ha canalizado la energía de su numerosa población joven en una transformación silenciosa pero firme: hoy se posiciona como referente en sostenibilidad urbana, alimentación consciente y consumo responsable.

El legado de su tradición progresista se cruza con una nueva generación que ya no compra sin pensar ni come sin preguntar. Esa conciencia crítica ha dado lugar a una escena gastronómica donde lo local, lo vegetal y lo ético van de la mano.

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Cuberdons, los clásicos dulces en forma de cono con un relleno blando de frambuesa

Cuberdons, los clásicos dulces en forma de cono con un relleno blando de frambuesa

Fruto de esa mirada es la proliferación de restaurantes vegetarianos en una proporción mucho más alta que en ciudades como París o Londres. Las opciones vegetarianas atraen también a quienes comen carne pero quieren reducir significativamente su consumo. No es solo por un tema de salud, es también una estrategia para reducir las emisiones de CO y promover un modelo alimentario más ético y sostenible.

La transformación comenzó en 2009, cuando el gobierno local lanzó la campaña Donderdag Veggiedag, un llamado a adoptar una dieta vegetariana al menos un día a la semana, concretamente, los jueves. Desde entonces, en los comedores escolares y de oficinas públicas, esos días solo se sirven platos sin carne ni pescado.

Ruta vegana y vegetariana

Hoy la ciudad cuenta con más de 100 restaurantes que ofrecen alternativas vegetarianas y veganas, muchos de ellos dedicados por completo a esta cocina. Desde comida rápida hasta restaurantes con estrellas Michelin, los locales adheridos a esta filosofía lucen una pegatina en la vitrina que los identifica como parte del cambio. Entre los referentes destacan De Appelier, pionero con su carta cien por ciento vegetal; Knol&Knol para almuerzos informales, con un completo minisupermercado de productos veganos; y Le Botaniste, que además invita a disfrutar de una copa de vino natural.

En una preciosa casa señorial en el centro de la ciudad, el restaurante Vrijmoed, con dos estrellas Michelin, es un templo de la alta cocina moderna y creativa y ocupa el cuarto puesto de la lista de los mejores restaurantes de vegetales del sitio web We are smart. Bajo la batuta del chef Michaël Vrijmoed, la excelencia técnica se traduce en su pasión especial por los vegetales, reflejada en su aclamado menú vegetariano Purs.

En el barrio de las artes se encuentra Lokaal, una cafetería vegana gestionada en cooperativa donde se sirven platos con productos locales y ecológicos. A pocos pasos del centro, Elders ofrece comida sencilla pero sorprendente, como el caldo frío de pepino con flor de saúco.

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Los vegetales protagonistas de la alta cocina distinguida con Estrellas Michelin

Los vegetales protagonistas de la alta cocina distinguida con Estrellas Michelin

Más allá de los restaurantes de autor y los cafés de barrio, Gante reserva otra de sus mejores caras gastronómicas en los mercados. Allí se compran alimentos frescos, muchas veces orgánicos, y comidas preparadas. Lousbergmarkt es un establecimiento ocupado con panadería, tienda de quesos y verduras de cercanía, además de una cafetería donde probar algunos de los productos recién comprados. Cru-Cuit es un mercado con alimentos frescos en la planta baja y con cafetería en la planta superior.

En el distrito de Dok Noord, una antigua zona industrial al norte de Gante, Hal 16 es uno de los espacios gastronómicos más dinámicos de la ciudad. Funciona en una nave portuaria reconvertida y reúne varias propuestas culinarias y culturales bajo un mismo techo. En el centro del recinto se erige Dok Brewing Company, una microfábrica de cerveza que actúa también como punto de encuentro para quienes viven o trabajan en la zona. El mercado está a 10 minutos caminando desde el centro, pero aquí la atmósfera es diferente y ciertamente alejada del foco turístico.

Clásicos imbatibles de la gastronomía belga

Los mercados son esos espacios transversales donde conviven sin complejos lo nuevo y lo tradicional. Por tanto, son el punto de partida perfecto para descubrir piezas emblemáticas de la gastronomía local, y el de la plaza de Groentemarkt merece una parada especial. Aquí, entre fachadas históricas y puestos tradicionales, se venden productos típicos como la mostaza artesanal de Tierenteyn, el pan rústico de Oud Huis Himschoot —la panadería más antigua de Gante— y, por supuesto, los cuberdons. Estos dulces con forma de cono y centro blando de frambuesa, también conocidos como neuzekes (“naricitas”), son una institución local.

La ruta dulce continúa en la chocolatería Zoetse, con otro clásico de la gastronomía belga: los waffles de Lieja y Bruselas (son diferentes entre sí en forma y consistencia), creps, especialidades típicas como los mastel planchados (una especie de bagel relleno de dulce), perfectos para acompañar un café, y los bombones de Valentino, uno de los chocolateros familiares más reconocidos de Bélgica.

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(Izq.) El waffle de Bruselas es cuadrado y se acompaña con chantilly y mermeladas. Foto: Martin Corlazzoli © Stad Gent-Dienst Toerisme

(Izq.) El waffle de Bruselas es cuadrado y se acompaña con chantilly y mermeladas. Foto: Martin Corlazzoli © Stad Gent-Dienst Toerisme

El chocolate es un orgullo nacional en Bélgica, y Gante no es la excepción. El centro tiene una altísima concentración de bombonerías, donde los chocolates se presentan como joyas. Originario de esta ciudad, Marijn Coertjens es uno de los maestros chocolateros más destacados y sus bombones son famosos por innovadoras combinaciones, como los de mostaza o los que llevan Kyoto Kuro Shichimi, una mezcla exclusiva de picantes japoneses.

La reina de la comida rápida y cien por ciento local son las papas fritas, o friets, y se venden en locales específicos llamados “frituur”. Los franceses la reclaman como propia, pero Bélgica asegura que son un invento local del siglo XVII. Crujientes y en un cono con mucha mayonesa encima es la forma más popular de comerlas, pero también se acompañan con curry, salsa de estofado, pickles y un largo etcétera.

A media mañana, la cita obligada es en De Blauwe Kiosk, un antiguo quiosco de diarios hexagonal del año 1885 reconvertido en bar al aire libre. Aquí, los sibaritas locales se congregan a tomar una copa de cava, comer ostras frescas o picar alguna delicatessen. De los 38 quioscos originales del centro de Gante, este es el único superviviente y, desde 1990, goza de una nueva vida entre burbujas y conversaciones.

Al caer la noche, los edificios iluminados en el centro configuran un decorado deslumbrante y las calles serpenteantes de adoquines llevan a las coctelerías creativas, los bares de vino natural y los templos cerveceros tradicionales para el cierre de jornada perfecto.

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Día de mercado en familia; las bicis son la forma natural para moverse en Gante

Día de mercado en familia; las bicis son la forma natural para moverse en Gante

Entre las muchas cervezas belgas para degustar, la más típica de Gante es la Kwak. Esta rubia potente —más de ocho grados y doble fermentación— se sirve en un vaso alargado con base redondeada que solo puede sostenerse en un soporte de madera con asa, como manda la tradición. Es habitual encontrarla en las cervecerías de Vrijdagmarkt y Groentemarkt, aunque el escenario más inolvidable para hacerlo es De Dulle Griet, un pub peculiar con más de 500 referencias de cerveza belga y una curiosa costumbre: para beber algunas de las más especiales, hay que dejar un zapato como fianza.

Gante no es solo una ciudad para visitar. Es un lugar para vivir, aunque sea por unos días. Y quien la camina, la degusta y la contempla se va con la esperanza de regresar pronto.

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Sentados en el muelles o paseando en bote, visitantes y locales disfrutan de los canales

Sentados en el muelles o paseando en bote, visitantes y locales disfrutan de los canales