Un poco raros
Hace poco leí en Vanity Fair el cuestionario de Proust respondido por Hugh Grant y descubrí (tal vez todo el mundo lo sabía) que es un amargo. No cierra con sus películas, y lo primero que pensé es que se pasó su vida tomando malas decisiones en la elección de sus personajes. Ahora protagoniza Hereje, una película de terror, tal vez finalmente encontró el papel que le calza.
Hugh Grant es uno de los protagonistas de Un gran chico (About a Boy, 2002), esta película británica en la que interpreta a un soltero superficial, irresponsable, mujeriego, individualista (Will) que vive de los royalties de una canción de Navidad que escribió su padre, muerto. Marcus (Nicholas Hoult, que ahora es adulto y protagoniza Jurado #2, la última película de Clint Eastwood; está en Max) es un niño peculiar, que encima viste ropa peculiar (al gusto de su mamá), algo imperdonable a los 11 años, y que definitivamente no encaja entre los chicos de su edad. Por un motivo (largo de explicar) Will y Marcus se cruzan, y un poco por conveniencia (mutua) y otro poco por necesidad Marcus empieza a visitar a Will todas las tardes, y Will se acostumbra a compartir su televisor con alguien. Siempre a la misma hora, le toca timbre, entra y hace como si estuviera en su casa. De a poco Will va aprendiendo a ver más allá de sus narices; se va encariñando con el niño y con su excéntrica madre (una maravillosa, y también rara, Toni Collette), una hippie apasionada y de carácter muy volátil. Podés ver Un gran chico acá. Tiene guion de Nick Hornby, y eso siempre es una garantía.
De Inglaterra vamos directamente a Francia. No se puede negar que Amélie, el personaje de la película de Jean-Pierre Jeunet de 2001, también tiene sus rarezas. Esas ansias de hacer justicia, de plano, la diferencian del resto… aunque los mecanismos sean poco ortodoxos. No puedo decirte nada que no sepas de esta película por la que saltó a la fama Audrey Tautou. O tal vez sí. ¿Sabías que fue menospreciada en Cannes? ¿Y que el personaje estaba escrito originalmente para Emily Watson?
Descubrir a un raro
La ciencia sugiere que lleva entre tres y seis meses conocer a alguien. Si estás pensando que en verdad lleva toda una vida —y a veces tampoco alcanza—, como estoy pensando yo, tal vez debamos trabajar en nuestro descreimiento. Como decía, estuve leyendo que lleva, en promedio, ese tiempo conocer a alguien. Lo que tal vez no tuvieron en cuenta los investigadores es que algunas personas son más crípticas, enigmáticas, retraídas. Conocer a un introvertido puede llevar el doble, o más. Los tímidos siempre necesitan que alguien los descubra. Pero eso lleva un tiempo, energía y esfuerzo extra que no todo el mundo está dispuesto a invertir. Y a veces se pierden verdaderas joyas.
El que sigue es un personaje de esos a los que cuesta encontrarles la adorabilidad. Pero ahí, en el fondo, detrás de ese cascarrabias, gruñón e inflexible profesor (Paul Giamatti, ¡qué actor!) de un colegio de alumnos pupilos, está esta persona valiosa que muy pocos conocen. Un hombre solitario que se ha refugiado en los muros del colegio después de un revés profesional que condenó su carrera. Estoy hablando de Los que se quedan (The Holdovers, 2023). Si no la viste, anotátela en tus pendientes, está en Max.
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Y después está Charlie (Logan Lerman), este chico sensible que desembarca en una secundaria nueva, sin amigos y con una gran timidez. Las ventajas de ser invisible( The Perks of Being a Wallflower, 2012) está protagonizada por este adolescente, sensible y de buen corazón, que es “descubierto” por dos chicos (interpretados por Emma Watson y Ezra Miller) liberales y abiertos, que le abren las puertas de otro mundo. Seguramente viste una escena famosa de esta película, en la que el trío de amigos va escuchando Heroes, de David Bowie, y Sam (Emma Watson) se para en la caja de la camioneta abierta con los brazos extendidos como un ángel mientras pasan por un túnel. Una imagen de libertad absoluta. Y Charlie dice: “Me siento infinito”. Hay otra línea de esta película que siempre recuerdo. Se la dice el profesor de Inglés (Paul Rudd), gran consejero, a Charlie: “Aceptamos el amor que creemos merecer”.
A veces, que un raro del tipo introvertido permita el acceso a otra persona es un poco más difícil. Hay una escena que habrán visto mil veces en el cine: el personaje llega a su casa, saca una comida prefabricada de una heladera semivacía y la mete en el microondas para comer luego, solo, parado frente a la mesada de la cocina.
Esa es la rutina de Fran (Daisy Ridley) cada vez que llega a casa después del trabajo. Su vida es eso, ir a trabajar, volver, dormir, en una secuencia interminable. En la oficina casi no conversa, se refugia silenciosamente en sus plantillas de Excel. Hasta que llega Robert (Dave Merheje), un nuevo compañero. No es un flechazo, pero cuando en una reunión de trabajo ambos confiesan su predilección por el queso brie (no es una coincidencia menor), él empieza a prestarle atención. La mejor forma de llegarle a Fran es a través de la mensajería interna de la empresa, y por ahí empiezan a hablar. Robert se acerca con simpatía y cautela, avanzan lentamente, pero una parte de ella le resulta infranqueable.
—¡Me gustas! ¡Quiero conocerte! Pero no me dejas, y no sé qué hacer —le dice Robert.
—¿Qué quieres de mí? —le pregunta ella.
—¿Por qué es tan difícil contigo? —le pregunta él.
Ella no responde.
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A veces pienso en desaparecer
No esperes de A veces pienso en desaparecer (Sometimes I Think About Dying, 2023; estuvo nominada al Gran Premio del Jurado en Sundance y está en MUBI) una historia de amor. En cierta medida lo es, pero es más un relato del peso que tienen algunos pensamientos, de las barreras que nos autoinfligimos y de lo complejo que puede ser derribarlas.
Cuando dos raros se encuentran
En Hojas de otoño (Fallen Leaves, está en MUBI) se repite la escena del microondas. Ella, Ansa, llega del trabajo, se sienta sola en su mesa y mientras escucha de fondo en la radio las últimas noticias sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, se calienta la comida. Él, Holappa, escucha lo mismo, solo que no se conocen aún. Los dos tienen trabajos temporales y precarios, que cumplen con total resignación, sin cuestionamientos. Se ven por primera vez en un karaoke, pero no se hablan. Se cruzan por casualidad varias veces antes de decidirse a hablar. Sin muchos rodeos, él la invita a un café. Ella, sin muchos rodeos le dice que tiene el tiempo, pero no el dinero. Van igual, él invita. Hablan poco, pero hay un entendimiento extraño, de esos que no necesitan palabras.
La relación está marcada por los desencuentros, la conversación franca (por no decir áspera y demasiado frontal para algunos gustos) y el esfuerzo de estos dos solitarios por traspasar ese muro invisible que los separa. No esperen un final feliz, pero hay poesía en ese vínculo. La película, de Aki Kaurismäki, ganó el gran premio del jurado en Cannes y estuvo nominada a Mejor película de habla no inglesa (Finlandia, 2023) en los Globos de Oro.
¿Alguna vez se te ocurrió que tal vez alguien en algún lugar esté teniendo tu mismo sueño? Eso les pasa a Endre y Mária en En cuerpo y alma( Teströl és lélekröl; está en YouTube, aunque no en condiciones óptimas). Sueñan con dos ciervos que se encuentran en un bosque nevado, se acercan, y en lo que debe ser el lenguaje de los ciervos, se besan.
Ambos son compañeros de trabajo en un matadero. La primera vez que hablan no saben nada de sus sueños compartidos. Endre rompe el hielo: a la hora del almuerzo se sienta con ella, y ahí nos enteramos de que él es director financiero y Mária inspectora de calidad. Ella no sabe cómo seguir la conversación, aunque quiere. Esa noche, toma su café sola, en su casa, mientras revive la conversación. Él mira tele hasta quedarse dormido. Dos personajes solitarios, introvertidos, raros, que luchan contra sus fantasmas. Esa noche, vuelven a soñar con ciervos.
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Me gustó mucho esta película (y no soy la única: ganó el oso de oro en Berlín y estuvo nominada al Oscar a Mejor película extranjera por Hungría, en 2017), así que me voy a explayar un poco más. Eventualmente, por un incidente en la fábrica, ambos se enteran de que sueñan lo mismo. “Una extraña coincidencia”, lo llama Endre. Y ahí empieza lo interesante. Cada día se preguntan por sus sueños, y siempre coinciden. “Anoche estuvo precioso”, le dice él, y ella sabe perfectamente de qué está hablando. Mientras tanto, siguen durmiendo solos. La relación avanza al compás de sus sueños. Ella empieza a abrirse, para lo que tiene que librar una batalla interna descomunal. A los ojos de todos, Mária es rara. A los ojos de Endre, es única.
A veces pienso que ojalá hubiera entendido antes que raro es sinónimo de extraordinario. Pero después me digo que nunca es tarde.
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Terminando marzo, el Mes de la Mujer, te recomiendo la columna de la editora jefa de Galería, Carolina Villamonte, con un balance sobre avances en materia de género y algunos asuntos pendientes. Y resulta que descubrimos que el sastre de los Rolling Stones vive parte del año en Garzón; podés leer la entrevista de María Inés Fiordelmondo acá. Si estás con ganas de empezar un libro nuevo, te comparto una selección de las últimas novedades literarias.